RESPONSABILIDADES BÍBLICAS DEL ESPOSO
VIII - PADRE QUE DISCIPLINA Y AMONESTA
RESPONSABILIDAD EN LA CRIANZA
Efesios 6:4
SER UN PADRE QUE ENSEÑA DEMANDA:
DISCIPLINA Y AMONESTACION DEL SEÑOR
La disciplina es la actitud adecuada que nosotros, como padres, debemos desarrollar en cada uno de nuestros hijos para que logren un carácter santo que sea manifestado por un comportamiento que glorifique el nombre de Dios.
La disciplina tiene que ver con el comportamiento y con los principios de la vida que forjan el carácter del individuo y que regirán la vida que Dios le proporcionará.
Los dos únicos textos que encontramos en el Nuevo Testamento que nos hablan de la disciplina y la instrucción para con nuestros hijos son Efesios 6:4 y Colosenses 3:21; los cuales complementan la gran gama de enseñanza de este tema en el Antiguo Testamento.
“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:4).
“Y vosotros padres”. Como podemos ver en el pasaje, el apóstol Pablo se dirige a los padres, entendiéndose aquí a los líderes de los hogares, aunque en cierta forma se intuye a la madre como parte del cuerpo directivo del hogar. Por tanto, debemos dejar claro que esta tarea no es responsabilidad de ningún otro miembro o no de la familia.
Son muchos los padres que delegan estas responsabilidades, a los maestros, a hermanos mayores, a tíos, a abuelos, a pastores, a líderes de jóvenes y a no se cuantos más que puedan aparecer en el panorama de su vida, como una forma de huir de su responsabilidad que como padre tiene y se le demanda afrontar.
I. ASPECTO NEGATIVO DE LA DISCIPLINA
II. ASPECTO POSITIVO DE LA DISCIPLINA
III. PRINCIPIOS PARA AMONESTAR EN EL SEÑOR
I. ASPECTO NEGATIVO DE LA DISCIPLINA
CONSIDEREMOS EL PRIMER MANDATO:
“No provoquéis a ira a vuestros hijos”
Veamos varias maneras en que los padres exasperamos a nuestros hijos, provocándoles a la ira en contra de la Palabra de Dios, evitando la santidad en nuestro hogar.
A. ABUSO FÍSICO (Pr. 19:18-19).
B. ABUSO PSICOLÓGICO - ABUSO SEXUAL.
C. NO CUMPLIR CON LO PROMETIDO.
D. FORZARLE A ACEPTAR VALORES Y METAS PARA SUS VIDAS.
E. NO RECONOCIENDO DELANTE DE ELLOS NUESTROS ERRORES.
F. CUANDO NO LE DAMOS CALIDAD DE TIEMPO.
G. CUANDO NO ENTENDEMOS LAS COSAS COMO ELLOS LAS ENTIENDEN.
H. CUANDO LE PONEMOS METAS QUE ELLOS NO PUEDEN ALCANZAR.
I. CUANDO NO LE DAMOS IMPORTANCIA A SUS PROBLEMAS.
J. CUANDO ACTUAMOS EN HIPOCRESÍA (Mt. 23:1-4).
K. POR TENER FAVORITISMO CON OTROS HERMANOS.
L. POR DESALENTARLOS EN SUS EMPRESAS.
M. POR NO RECONOCER EL HECHO DE QUE ESTAN CRECIENDO, Y POR TANTO TIENE IDEAS PROPIAS DIFERENTES A LAS SUYAS.
N. POR EXCESO DE PROTECCIÓN.
Ahora veamos que evitando lo anterior, podremos iniciar el proceso de disciplina y de amonestación.
II. ASPECTO POSITIVO DE LA DISCIPLINA
CONSIDEREMOS EL SEGUNDO MANDATO:
“Criadlos en disciplina y amonestación del señor.” (Efesios 6:4)
A. LA DISCIPLINA
1. La disciplina es educación que corrige, forma, fortalece y perfecciona. Es la educación mediante reglas y normas, recompensas, y si es necesario, también el castigo.
Educar por otro lado es, enseñar a tener dominio propio y obediencia a las normas dadas en la Palabra de Dios.
2. La disciplina es educación completa, la cual lleva a una meta definida. Esa meta es la madurez espiritual del niño. La Disciplina de nuestros hijos debe imitar la disciplina de Dios en nosotros. Nuestros niños deben saber que Dios:
a. Nos disciplina porque nos ama (He. 12:6; Pr. 3:11-12).
b. Aplica la disciplina para nuestro bien. (He. 12:9-10; Job 5:17; Sal. 119:47).
c. Aplica la disciplina para conformarnos al patrón de Cristo (Pr. 19:18; Ef. 4:13).
3. La disciplina, como tal, debe ser parte integral dentro del proceso de la educación y crianza de nuestros hijos y como dijimos al principio, debe ser ejercida por los padres y únicamente por los padres a menos que estos falten y se delegue esta responsabilidad a alguien que entendamos tiene la capacidad de ejecutar esta labor bíblicamente. Esta debe tener objetivos bíblicos (2 T. 3:16).
B. AMONESTACIÓN O ADMONICIÓN
1. Amonestación o admonición, es la acción formativa por medio de la palabra hablada, sea esta palabra hablada, la enseñanza, de advertencia, o de aliento. Es primariamente lo que se le dice al hijo. Todo padre tiene que entender, que esta es su responsabilidad, la cual Dios ha puesto sobre sus hombros y no sobre los hombros de los demás.
2. Parecería que la palabra “admonición” es una forma más suave que “disciplina”. Sin embargo, se requiere que la admonición sea intensa y firme, capaz de hacer reaccionar al muchacho. No puede ser una débil observación como la que vemos hacia Elí el sacerdote, con sus hijos, a los cuales decía sin ningún carácter: “No, hijos míos, porque no es buena fama la que yo oigo” (1 S. 2:24). Esto no era amonestación, vea 1 Samuel 3:13.
3. La admonición es por tanto, esa clara advertencia que debemos hacer, una y otra vez, de manera intensa y firme, que haga entender al hijo que luego de esto vendrá una acción disciplinaria más fuerte y efectiva, procurando al mismo tiempo, que se tema a lo dicho por los padres. Esto implica perseverancia y cumplimiento de parte de los padres en lo que establecen.
C. DEL SEÑOR
1. Todo padre cristiano tiene que aprender a amonestar a sus hijos, en el Señor, requiere una condición espiritual correcta y la llenura del Espíritu Santo, de tal manera que podamos amonestar como espirituales y no como carnales. Gálatas 6:1 nos dice: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”.
2. Esto nos hace ver que la amonestación del Señor, requiere una actitud espiritual de parte de aquel que la administra. Es por esto que se plantea que si en algún momento, alguno que no es padre de algún niño o joven, se acerca a estos para corregir algún tipo de conducta indebida, estos deberán hacerlo tomando en cuenta los principios establecidos en la palabra, manteniendo un espíritu manso en la amonestación y haciéndolo de manera personal y privada, para no avergonzar al que amonestamos.
3. Al ver esta enseñanza, tenemos que entender que los gritos, las malas palabras, los golpes innecesarios y acompañados de ira, no resolverán nada, por el contrario, añadirá nuevos males al muchacho como nos dice (Proverbios 19:18-19) “Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza; Mas no se apresure tu alma para destruirlo. El de grande ira llevará la pena; Y si usa de violencias, añadirá nuevos males”.
III. PRINCIPIOS PARA AMONESTAR EN EL SEÑOR
A. Dependan del Señor constantemente para obtener sabiduría en el momento adecuado. “Cristo, en padres sabios, les hará ser pacientes, firmes y tiernos”.
B. Exijan y esperen obediencia, y sean inflexibles en las normas establecidas.
C. Esperen de ellos, lo que es de su responsabilidad (1 Co. 10:13).
D. Establezca solamente las reglas necesarias (Mt. 22:37-39).
E. No estén regañando todo el tiempo. Actúe en los momentos precisos.
F. Pórtense cortésmente con sus hijos y respételos (1 P. 3:8 y Fil. 2:4).
G. Enseñe a sus hijos a que su libertad termina donde comienza la libertad del otro (Ro. 13:10).
H. Enseñen al niño a respetar la autoridad (Ro. 13:1-4).
· Al maestro.
· Al servicio.
· Al policía.
· A sus hermanos mayores.
· Al pastor.
· Al presidente y autoridades de su país.
· A sus abuelos.
· A los hermanos de la fe.
I. Sea constante recordando que Dios nunca cambia, es inmutable.
J. Prepárese para ayudarlos a que afronten sus fallos y sus fracasos.
K. No se dejen presionar para castigar a un hijo suyo sin oírle. Sea justo.
L. Formen (Padre y madre) un frente unido delante de sus hijos. Apóyense el uno al otro. Discutan aparte sus diferencias.
M. Si están a punto de perder el dominio propio, DETÉNGANSE, y oren al Señor por esto.
N. Sométanse al Señor para disciplinar y nunca disciplinen sin revisar las reglas establecidas previamente.
O. Aprendan a distinguir el tipo de disciplina y amonestación que deben aplicar en cada caso.
CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:
Dejemos claro, que de acuerdo a Deuteronomio 6:7, ni el estado, ni la sociedad, en general, ni aún la iglesia, es primariamente responsable de formar a la juventud, aunque ellos tienen el interés en ello y tienen un grado de responsabilidad al respecto, Pero bajo la economía de Dios, el hijo pertenece antes que nada a los padres.
Somos nosotros los que debemos velar hasta donde nos sea posible para que las agencias que ejercen gran influencia sobre la educación de nuestros hijos sean cristianas y que la disciplina que les apliquen sea con espíritu de mansedumbre.
Dejemos claro, que el centro mismo de la disciplina cristiana es el de conducir el corazón de nuestros hijos, al corazón de su Salvador, para que estén enteramente preparados para toda buena obra.
La disciplina nunca ha sido, ni será fácil de aplicar ya que los sentimientos nos traicionan. Cuantas veces hemos llorado aplicando una disciplina a un hijo nuestro; pero sabemos por la promesa de Dios que luego da fruto apacible de justicia cuando en ella nos ejercitamos.
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