martes, 15 de mayo de 2012

HISTORIA DE LA IGLESIA VI

“PRECURSORES DE LA REFORMA LA REFORMA”
(CAPITULO VI)

6.1                        PRECURSORES
Claudio de Turín (832) se opuso al culto de imágenes, la adoración de la cruz, las oraciones por los muertos y otras prácticas de Roma.
Era discípulo de Félix obispo de Urgel, quien presidió en el 792 un Concilio español que prohibió el uso de imágenes en las iglesias.
Los petrobrusianos, seguidores de Pedro de Bruys, discípulo de Abelardo (1110) en Francia, rechazaban la misa, afirmaban que la Comunión era un rito memorial, y que los ministros debían casarse.
Arnoldo de Brescia (1155), discípulo de Abelardo, predicaba que la Iglesia no debía tener propiedades, que el gobierno civil corresponde a los laicos, y que debía librarse de Roma del control papal. Fue ahorcado a petición del Papa Adriano IV.
Los albigenses o cátaros, en el sur de Francia, norte de España y norte de Italia. Predicaban contra las inmoralidades del clero, las peregrinaciones y la adoración de santos y de imágenes; rechazaban del todo al clero y sus pretensiones, y a las de la Iglesia de Roma; hacían mucho uso de las Escrituras; vivían una vida abnegada y tenían gran celo por la pureza moral. Ya en 1167 eran quizás la mayoría de los habitantes del sur de Francia; en 1200 eran numerosos en el norte de Italia y de España. En 1208 el Papa Inocencio III proclamó una cruzada contra ellos. Ciudad tras ciudad fue puesta a espada y los habitantes asesinados sin distinción de edad ni sexo. En 1229 se estableció la Inquisición, y en menos de cien años los albigenses franceses fueron exterminados. Aparecen en España hasta el siglo 15, y en Polonia hasta el 17.
Los valdenses, en el sur de Francia, España y norte de Italia. Valdo, rico comerciante de Lyon, en 1170 dio sus bienes a los pobres y anduvo predicando. Combatió la usurpación y la prodigalidad clericales; negó el derecho exclusivo del clero de enseñar el Evangelio; rechazó las misas, las oraciones por los muertos y el purgatorio; enseñó que la Biblia es la única regla de fe y de vida. Su mensaje creó gran interés en leer la Biblia. Fueron gradualmente sofocados por la Inquisición, salvo en los valles alpinos al suroeste de Turín en donde aún permanecen. Algunos creen ver en ellos una fusión de movimientos anteriores a Valdo sí de sobrevivientes de las mismas. Citan el hecho de que en aquellos valles se refugió Vígilancio (siglo IV), y quizás los seguidores de Claudio de la cercana ciudad de Turín, y otros grupos perseguidos. Hay una mención católica romana de "valdenses" (gente de los valles) en 1144.
Petrarca, 1304-74, gran caudillo del Renacimiento, llamó la residencia papal de Aviñon una sentina del infierno”.

 




 Juan Wyclif, 1324-1384
Profesor en Oxford, Inglaterra, predicaba contra la tiranía espiritual del clero y la autoridad del Papa. Se oponía a la existencia de papas, cardenales, patriarcas y monjes; atacaba la transubstanciación y la confesión auricular. Defendía el derecho del pueblo de leer la Biblia, y la tradujo al inglés. A sus seguidores se les llamaba “Lolardos”.


 Juan Hus, 1369-1415
Rector de la universidad de Praga. Bohemia. Fue discípulo de Wyclif, cuyos escritos habían llegado hasta Bohemia. Era predicador intrépido; atacaba los vicios del clero y el estado corrompido de la Iglesia; condenaba la venta de indulgencias; rechazaba el purgatorio, la adoración de santos y el culto en lengua extranjera; elevaba a las Escrituras por encima de los dogmas y ordenanzas de la iglesia. Fue quemado vivo, y sus seguidores, una gran parte del pueblo bohemio, casi exterminados en una cruzada ordenada por el Papa.


Savonarola, 1452-1498
Nacido en Florencia, Italia. Denunciaba como un profeta hebreo el sensualismo y los pecados de la ciudad, y los vicios papales. La ciudad se reformó. El Papa Alejandro VI, quiso callarle y aun intentó sobornarle con un cardenalato. Fue ahorcado y quemado en la plaza mayor de Florencia, 19 años antes de que Lutero publicara sus 95 tesis.




Los anabaptistas aparecieron durante la Edad Medía en diferentes países europeos y bajo diferentes nombres en grupos independientes. Representaban una variedad de doctrinas. Generalmente eran fuertemente anticlericales; rechazaban el bautismo de párvulos; eran fervientes adictos de las Escrituras y abogaban por la separación total de la Iglesia y del Estado. Eran muy numerosos en Alemania, Holanda y Suiza en la época de la Reforma. Perpetuaban ideas recibidas de generaciones anteriores. Por lo general eran un pueblo apacible y de verdadera piedad, pero acérrimamente perseguido, especialmente en los Países Bajos.
El Renacimiento, o avivamiento del saber, fue resultado en parte de las Cruzadas, de la presión de los turcos y de la caída de Constantinopla. Contribuyó al movimiento reformista. Despertó gran interés en las antiguas obras clásicas. Vastas sumas de dinero se gastaron en recolectar manuscritos y fundar bibliotecas. Por aquel mismo tiempo se inventó la imprenta. Esto trajo la abundancia de diccionarios, libros de gramática, y versiones y comentarios de las Escrituras. Vino el estudio de las Escrituras en las lenguas originales. "El renovado conocimiento de las fuentes de la doctrina cristiana reveló la vasta diferencia entre la sencillez natural del Evangelio y la fabricación eclesiástica que profesaba fundarse en él”. "La Reforma debió su ser al contacto directo de la mente humana con las Escrituras," y trajo la emancipación de esa mente, de la autoridad clerical y papal.

Erasmo de Rotterdam, 1466-1536
El más grande erudito y más popular escritor de los días de la Reforma. Su mayor ambición era librar a los hombres de falsos conceptos acerca de la religión decía que la mejor manera de hacerlo era volver a las Escrituras. Su Nuevo Testamento griego (1512) dio a los traductores un texto exacto sobre qué trabajar. Crítico implacable de la iglesia Romana se deleitaba especialmente en ridiculizar a ''hombres no santos en ordenes santas”. Ayudó grandemente a la Reforma, pero nunca se unió a ella.
Las Condiciones. Había gran descontento por la corrupción de la Iglesia y del clero. El pueblo estaba inquieto a causa de las crueldades de la Inquisición; los gobernantes civiles se cansaban de la interferencia papal en los asuntos del Estado. ''Al toque de la trompeta de Lutero, Alemania, Inglaterra y Escocia sobresaltaron como gigantes despertados del sueño”.

6.2                  LA REFORMA


 Martín Lutero, 1483-1546
Después de Jesucristo y de Pablo, el hombre más grande de todos los siglos. Encabezó al mundo en su lucha de liberación de la institución más despótica de toda la historia; el "Fundador de la Civilización Protestante”. Nació de padres pobres en Eisleben, 1483. Ingresó a la Universidad de Erfurt en 1501 para estudiar leyes. "Magnífico estudiante, gran conversador y polemista, muy sociable y buen músico", se graduó en un tiempo notablemente breve. En 1505, de pronto decidió ingresar a un monasterio. Monje ejemplar, y sumamente religioso, practicó todas las formas de ayunos y azotamientos, e inventó otras nuevas. Durante dos años soportó, como él decía, "tales angustias que ninguna pluma podrá describir”. Un día en 1508, mientras leía la epístola a los romanos, de pronto vino la luz y la paz: "El justo vivirá por la fe”. Vio por fin, que la salvación se recibía mediante la confianza en Dios por medio de Cristo, y no por los ritos, sacramentos y penitencias de la Iglesia. Esto cambió su vida entera, y el curso entero de la historia. "Aun cuando su hallazgo hizo innecesaria una iglesia sacerdotal él no se dio cuenta de ello inmediatamente”. Todavía aceptaba todas las usanzas de la Iglesia: misas, reliquias, indulgencias, peregrinaciones y la jerarquía papal. En 1508 llegó a ser profesor de la universidad de Wittenherg, puesto que ocupó hasta su muerte en 1546. En 1511 fue a Roma, y aun cuando aterrado por la corrupción y los vicios de la corte papal, todavía aceptaba la autoridad de aquella Iglesia. Volvió a Wittenberg, en donde sus sermones sobre la Biblia Comenzaron a atraer a estudiantes de todas partes de Alemania.
Las Indulgencias. La ocasión del rompimiento de Lutero con Roma fue la venta de indulgencias por Tetzel. Una indulgencia era una disminución de los dolores del purgatorio; es decir, una remisión del castigo del pecado. Según la enseñanza romanista, el purgatorio se parece bastante al infierno, solamente que no dura tanto; pero todos tienen que pasar por él. Pero el Papa reclamaba tener potestad de disminuir estos sufrimientos o de remitirlos del todo, como prerrogativa exclusiva suya. Esto comenzó con los Papas Pascual I (817-24) y Juan VIII (872-82). Las indulgencias penales resultaron sumamente lucrativas, y pronto estaban en uso general. Se ofrecían como aliciente en las Cruzadas y en las guerras contra los herejes o contra algún rey a quien el Papa quería castigar a los inquisidores quienes traían leña para quemar a un hereje; a quienes hacían peregrinación a Roma o para promover cualquier empresa pública o privada del Papa, o a cambio de dinero. El Papa Sixto IV, l476, fue el primero en aplicarlas a las almas ya en el purgatorio las indulgencias se contrataban al por mayor, para su reventa esto de "vender el privilegio de pecar" llegó a ser una de las principales fuentes de las rentas papales. En 1517 Juan Tetzel recorría Alemania vendiendo certificados firmados por el Papa, que ofrecían a los compradores y a sus amigos el perdón de todo pecado sin confesión, arrepentimiento, penitencia ni absolución sacerdotal. Decía al pueblo, "Tan pronto como vuestro dinero suena en el cofre, las almas de vuestros amigos se elevan del purgatorio al cielo”. Esto horrorizaba a Lutero.
Las 95 Tesis. El 31 de octubre de 1517, Lutero colocó en la puerta de la iglesia de Wittenberg 95 tesis, casi todas las cuales se relacionaban con las indulgencias, pero que en el fondo atacaban la autoridad papal. Era solamente un anuncio de que él estaba dispuesto a discutir estos temas en la Universidad. Pero las copias impresas se buscaban febrilmente por toda Europa. Aquello resultó ser "la chispa que levantó en llamas a Europa”. Siguió tratado tras tratado, en latín para los eruditos y en alemán para el pueblo común. Ya en 1520, Lutero era el hombre más popular de Alemania.
La Excomunión de Lutero. En 1520 el Papa emitió una bula que excomulgaba a Lutero y declaraba que si no se retractaba dentro de 60 días, recibiría "la pena debida a la herejía" (es decir, la muerte). Cuando Lutero recibió la bula, la quemó públicamente, el 10 de diciembre de 1520. "Aquel día comenzó una nueva era" (Níchols).
La Dieta de Worms. En 1521 Lutero fue llamado por Carlos V, Emperador del Sacro Imperio Romano (que en aquel tiempo incluía a Alemania, España, los Países Bajos y Austria), a que se presentara ante la Dieta de Worms. Ante una asamblea de dignatarios del Imperio y de la Iglesia se le ordenó retractarse. Contestó que de nada podía retractarse mientras no se le convenciese mediante la Escritura o la razón. "Aquí estoy; ninguna otra cosa puedo hacer; así me ayude Dios”. Fue condenado, pero tenía demasiados amigos entre los príncipes alemanes para que se cumpliese el edicto. Le escondió un amigo cerca de un año, y luego volvió a Wittenberg para continuar su obra de predicar y escribir. Entre otras cosas tradujo al alemán la Biblia, lo cual "espiritualizó a Alemania y creó el idioma alemán”.
La guerra papal contra los protestantes alemanes. Alemania se componía de gran número de pequeños Estados, regidos cada uno por un príncipe. Muchos de estos príncipes, juntamente con sus Estados enteros, habían sido ganados para la causa de Lutero. Ya en 1540, todo el norte de Alemania era luterana. Se les ordenó volver al redil romanista. En lugar de esto, se unieron para su defensa en la llamada Liga de Esmalcalda. El Papa Paulo III instó al emperador Carlos V a que procediera contra ellos, y le ofreció un ejército. Declaró esta guerra como Cruzada, y ofreció indulgencias a todos los que tomaran parte en ella. La guerra duró de 1546 a 1555, y terminó con la paz de Augsburgo. En la cual los luteranos ganaron el reconocimiento legal de su religión. El Papa instigó esta guerra para lograr el sometimiento de los luteranos. El fue el agresor; los luteranos estaban a la defensiva.
El nombre de "Protestante”. La Dieta de Espira, 1529 d.C., en la cual los católicos romanos formaban mayoría. Dictó que los católicos podían enseñar su religión en los Estados reformistas, pero prohibió la enseñanza luterana en los Estados romanistas. Contra esto los príncipes luteranos hicieron una protesta formal, y desde entonces se les conocía como los “protestantes”. Aplicado originalmente a los luteranos, el nombre ha llegado a aplicarse o el uso popular a todos los que protestan contra la usurpación papal, inclusive a toda entidad cristiana evangélica.

6.3                        PERSONAJES Y EXPANSIÓN DEL MOVIMIENTO REFORMADOR

                        En Suiza, tierra histórica de la libertad, la reforma fue comenzada por Zuinglio y llevada adelante por Calvino. La unión de los seguidores de ambos en 1549, constituyó la "Iglesia Reformada”. Sus reformas fueron aún más completas que las de Lutero.


Zuinglio, 1484-1531
Se convenció alrededor de 1516, de que la Biblia era el medio de purificar a la Iglesia. En 1525 Zurich acogió oficialmente sus enseñanzas, y paulatinamente las iglesias abolieron las indulgencias, las misas, el celibato y las imágenes, guiándose únicamente por la Biblia.




 Juan Calvino, 1509-64,
De origen francés, aceptó las enseñanzas reformistas en 1533. Fue arrojado de Francia en 1534, y llegó a Ginebra en 1536. Allí su Academia se hizo Centro y pivote del protestantismo, atrayendo a eruditos de muchos países. Fue llamado "el más grande teólogo del cristianismo," y por Renán, "el hombre más cristiano de su generación”. Más que ningún otro, ha orientado el pensamiento protestante.
En los Países Bajos, la Reforma fue acogida desde muy temprano; el luteranismo, y luego el calvinismo, y desde aun antes eran muy numerosos los anabaptistas. Del 1513 al 1531 se hicieron 25 diferentes traducciones de la Biblia en holandés, flamenco y francés. Los Países Bajos eran parte de los dominios de Carlos V. En 1522 él estableció la Inquisición, y mandó que se quemara todos los escritos luteranos.
En 1525 prohibió toda reunión religiosa en que se leyera la Biblia. En 1546 prohibió imprimir o poseer la Biblia ya sea la Vulgata o cualquier traducción. En 1535 decretó la "muerte por fuego" para los anabaptistas. Felipe II (1566-98), sucesor de Carlos V., ratificó los edictos de su padre, y con la ayuda de los jesuitas llevó adelante la persecución con aun mayor furia. Por una sola sentencia de la Inquisición, la población entera fue condenada a muerte, y bajo Carlos V y Felipe II más de 100,000 fueron masacrados con crueldad increíble.
Algunos eran encadenados a una estaca cerca del fuego y asados lentamente hasta morir; otros eran arrojados a mazmorras azotados y torturados en el potro antes de ser quemados vivos. A las mujeres se les enterraba vivas, prensadas en ataúdes demasiado pequeños y apisonadas por los pies del verdugo. Quienes trataban de huir a otros países eran interceptados por los soldados y masacrados. Después de años de resistencia bajo crueldades inauditas, los protestantes de los Países Bajos se unieron bajo la dirección de Guillermo de Orange, y en 1572 comenzaron la gran rebelión. Después de increíbles padecimientos, ganaron en 1609 su independencia. Holanda, al norte, se hizo protestante; Bélgica, al sur, católica romana. Holanda fue el primer país que fundó escuelas públicas mantenidas mediante impuestos, y que legalizó principios de tolerancia religiosa y de libertad de prensa.
En Escandinavia el luteranismo fue introducido desde muy temprano. Fue hecho religión del Estado en Dinamarca en 1536, en Suecia en 1539 y en Noruega en 1540. Cien años después, Gustavo Adolfo (1611-32) rey de Suecia rindió notables servicios en derrotar el esfuerzo de Roma para aplastar a la Alemania protestante.
En Francia. Ya en 1520 las enseñanzas de Lutero habían penetrado en Francia, y pronto siguieron las de Calvino. En 1559 había cerca de 400,000 protestantes. Se les llamaba "hugonotes”. Su sincera piedad y vidas puras formaban notable contraste con las vidas escandalosas del clero romano. En 1557 el Papa ordenó su exterminio. El rey decretó que se les masacrara y mandó que todo súbdito leal ayudara en cazarlos. Los jesuitas recorrían Francia persuadiendo a los fieles a que llevaran armas para su destrucción. Perseguidos así por los agentes papales tal como en los días de Diocleciano, se reunían en secreto, a menudo en sótanos y a media noche.
La Matanza de San Bartolomé. Catalina de Médicis, madre del rey, ardiente romanista e implemento complaciente del Papa, dio la orden, y en la noche del 24 de agosto de 1572 fueron masacrados 70,000 hugonotes, incluso la mayor parte de los dirigentes. Hubo grandes regocijos en Roma. El Papa y su colegio de cardenales fueron en solemne procesión a la Iglesia de San Marcos, y se cantó el Te Deum en hacimiento de gracias. El Papa también hizo acuñar una medalla en conmemoración de la masacre, y envió a París a un cardenal con las felicitaciones del Papa y de los cardenales para el rey y la reina madre. "Francia estaba a un pelo de hacerse realmente protestante; pero la noche de San Bartolomé de 1572 Francia asesinó al protestantismo. En 1792 vino a Francia una 'protesta' de otra clase" (Tomás Carlyle).
Las Guerras Hugonotes. Después de la matanza de San Bartolomé los hugonotes se unieron y se armaron para resistir, hasta que por fin en 1598 el Edicto de Nantes les dio el derecho de libertad de conciencia y de culto. Pero mientras tanto, unos 200,000 habían perecido como mártires. El Papa Clemente VIII llamó el Edicto de Tolerancia de Nantes una "cosa maldita," y después de años de trabajo bajo cuerda de los jesuitas, en 1685 el edicto fue revocado, y 500,000 hugonotes huyeron a países protestantes.
La Revolución Francesa de 1789, cien años después, fue una de las convulsiones más espantosas de la historia. El pueblo, en frenesí contra las tiranías de la clase reinante (incluso el clero, propietario de la tercera parte del suelo francés, ricos, indolentes, inmorales, e implacables en su trato de los pobres), se levantó en un reino de terror y de sangre. Abolieron el gobierno, cerraron las iglesias y confiscaron sus propiedades, suprimieron el cristianismo y el día domingo, y entronizaron a la Diosa de la Razón (representada por una mujer disoluta). Napoleón restableció a la Iglesia, pero no sus bienes; en 1802 concedió la tolerancia para todos; y casi terminó con el poder político de los Papas en todo país.
En Bohemia, en 1600, de los 4,000,000 habitantes el 80 por Ciento era protestante. Cuando terminaron su obra los Hapsburgos y los jesuitas, quedaban solamente 800,000, todos católicos romanos.
En Austria y Hungría, más de la mitad de la población se había hecho protestante, pero bajo los Hapsburgos y los jesuitas todos fueron muertos.
En Polonia, a fines del siglo 16, parecía que el romanismo estaba a punto de desaparecer del todo; pero aquí también los jesuitas mataron la Reforma mediante la persecución.
En Italia, el propio país del Papa, la Reforma ya estaba bien arraigada; pero comenzó a trabajar la Inquisición, y casi no dejó trazas del protestantismo.
En España la Reforma nunca hizo gran progreso por cuanto la Inquisición ya estaba allí desde antes. Todo intento de libertad o de pensamiento independiente se aplastaba con mano implacable.                 

                                                     


                                                               Torquemada en la Inquisición
El inquisidor Torquemada (1420-98), monje dominico, en 18 años quemó a 10,200 y condenó a cadena perpetua a 97,000. A las víctimas generalmente se les quemaba vivas en la plaza pública como motivo de festividades religiosas. De 1481 a 1808 hubo cuando menos 100,000 mártires y 1,500,000 desterrados. "En los siglos 16 y 17, la Inquisición extinguió la vida literaria de España, y puso a la nación casi fuera del círculo de la civilización europea”. Cuando la Reforma comenzó, España era el país más poderoso del mundo. Su actual estado insignificante muestra lo que puede hacer de un país el Papado. (Véase también PP. 706-7).
La Armada Española, 1588. Uno de los rasgos de la estrategia jesuita era provocar el derrocamiento de los países protestantes. El Papa Gregorio XIII "no escatimó ninguna cosa para impulsar al emperador Felipe II, rey de España, a la guerra contra la Inglaterra protestante”. Sixto V, quien llegó al Papado cuando ya se maduraba el proyecto, lo declaró una Cruzada (ofreció indulgencias a todo participante en ella). En aquel tiempo España tenía la flota más poderosa que jamás había surcado los mares; pero la orgullosa Armada halló la derrota en el Canal de la Mancha. "La victoria de Inglaterra fue el punto crucial del gran duelo entre el protestantismo y el romanismo. Aseguró para la causa protestante no solamente a Inglaterra y Escocía sino también a Holanda, Alemania del norte, Dinamarca, Suecia y Noruega" (Jacobs).
En Inglaterra hubo primeramente rebelión y luego reforma. Desde los días de Guillermo el Conquistador, en 1066, había habido repetidas protestas contra el control papal de Inglaterra. Enrique VIII (1509-47) creía, así como también sus antecesores, que la Iglesia inglesa debía ser independiente del Papa, y que debía encabezarla el rey. Su divorcio no fue la causa, sino solamente la ocasión, de su rompimiento con Roma. Enrique no era ningún santo; pero tampoco lo era el Papa contemporáneo Paulo III, quien tuvo muchos hijos ilegítimos. En 1534 la Iglesia de Inglaterra definitivamente repudió la autoridad papal, y se disponía a una vida independiente bajo la dirección espiritual del arzobispo de Canterbury, a la vez que Enrique VIII asumió el título de "Cabeza Suprema" para los asuntos temporales y relaciones políticas de ella. Era arzobispo de Canterbury Tomás Cranmer, bajo quien comenzó la Reforma. Se abolieron los conventos acusándoseles de inmoralidad; se introdujo en las iglesias la Biblia en inglés y un libro de Oraciones en inglés, y se abolieron en ellas muchas prácticas romanistas. En el siguiente reinado de Eduardo VI (1547-53), la Reforma progresó notablemente. Pero María la Sanguinaria (1553-58) hizo un intento resuelto de restablecer el romanismo, y bajo ella padecieron el martirio muchos protestantes, entre ellos Latimer, Rídley y Cranmer. Bajo la Reina Isabel I (1558-1603) se permitió nuevamente la libertad, y la Iglesia Anglicana se restableció en la forma en que ha seguido hasta ahora. De la Iglesia Anglicana vinieron luego los puritanos y los metodistas.
En Escocia, aún existía la influencia de Wyciif. Las enseñanzas de Lutero penetraron cerca de 1528, y luego las de Calvino. La historia de la Reforma escocesa es la historia de Juan Knox.
Juan Knox (1515-72), sacerdote escocés, comenzó a enseñar ideas reformistas cerca del año 1540. En 1547 fue apresado por el ejército francés y enviado a Francia, en donde fue esclavo galeote 19 meses. Fue libertado mediante la influencia del gobierno británico, y volvió en 1549 a Inglaterra, en donde siguió predicando. Cuando ascendió al trono Maria la Sanguinaria en 1553, fue a Ginebra, en donde se compenetró de la enseñanza de Calvino. En 1559 fue llamado a Escocía por el Parlamento de los Lores Escoceses, para encabezar el movimiento nacional de reforma. La situación política hizo que la reforma eclesiástica y la independencia nacional fueran un solo movimiento. Maria Estuardo, reina de Escocía, había casado con Francisco II, rey de Francia, hijo de Catalina de Médicis, la de la matanza de San Bartolomé. De esta manera Escocía y Francia estaban aliadas, y sus coronas unidas por aquel matrimonio. Francia estaba empeñada en la destrucción del protestantismo. Felipe II rey de España y otros romanistas tramaban el asesinato de la reina Isabel I. Para colocar en el trono inglés a María reina de Escocia. El Papa Pío V, alentó el complot mediante una bula que excomulgaba a Isabel y subvertía la lealtad de sus súbditos (lo cual, conforme a la enseñanza jesuita, significaba que quien la asesinara haría un acto de servicio a Dios). Así, pues, no había posibilidad de reforma para la iglesia de Escocia mientras estuviese bajo el control francés. Juan Knox Creía que el futuro del protestantismo dependía de una alianza entre la Inglaterra protestante y la Escocia protestante. Se demostró ser un dirigente magnífico. La Iglesia Reformada se estableció en 1560, y con la ayuda de Inglaterra, en 1567 fueron expulsados los franceses; y el romanismo fue extinguido en mayor grado que en ningún otro país. En gran parte, Juan Knox hizo de Escocía lo que es hoy día.
6.4              La Contrarreforma. En 50 años la Reforma había alcanzado a todo Europa, apoderándose de la mayor parte de Alemania, Suiza, los Países Bajos, Escandinava, Inglaterra, Escocia, Bohemia, Austria, Hungría y Polonia y ganando terreno en Francia. Fue un golpe tremendo para la Iglesia Romana, que a su vez organizó la Contrarreforma. Por medio del Concilio de Trento (que duró 18 años. 1545-63), los jesuitas, y la Inquisición, se suprimieron algunos de los abusos morales del Papado, y a fines del siglo Roma estaba ya organizada para un ataque agresivo contra el protestantismo. Bajo la orientación brillante y brutal de los jesuitas reconquistó mucho del territorio perdido; el sur de Alemania, Bohemia, Austria, Hungría, Polonia y Bélgica, y aplastó a la Reforma en Francia. Dentro de cien años, en 1689, la contrarreforma había agotado sus esfuerzos. Los principales soberanos que pelearon las guerras del Papa fueron Carlos V de España, 1519-56, contra los protestantes alemanes; Felipe II de España. 1556-08, contra Holanda e Inglaterra; Fernando II de Austria (1619-37) contra Bohemia (estos tres fueron emperadores del "Sacro Imperio Romano"); Catalina de Médicis, madre de tres reyes de Francia (Francisco II, 1559-60, Carlos IX, 1560-74, Enrique III, 1574-98), en las guerras de exterminio contra los hugonotes franceses.
6.5                  Las Guerras Religiosas. Al movimiento reformista siguieron cien años de guerras religiosas (1) contra los protestantes alemanes, 1546-55; (2) contra los protestantes de los Países Bajos, 1566-1609; (3) contra los hugonotes en Francia, 1572-98; (4) de Felipe II contra Inglaterra, 1588; (5) la guerra de los Treinta Años, 1618-48. Estas guerras involucraban rivalidades políticas y nacionales, como también intereses de propiedades, ya que en la mayoría de los países la Iglesia Romana era dueña de una quinta hasta una tercera parte de todas las tierras. Pero todas estas guerras fueron iniciadas por reyes católico-romanos, instigados por los Papas y los jesuitas, con el propósito de aplastar al protestantismo. Ellos fueron los agresores; los protestantes se defendían. No se formaron los partidos políticos protestantes holandeses, alemanes y franceses sino después de años de persecución.
6.6                  La Guerra de los Treinta Años, 1618-48. En Bohemia y Hungría, ya en 1580, los protestantes formaban la mayoría, incluso la mayor parte de los nobles terratenientes. El emperador Fernando II, de la familia de los Habsburgo había sido educado por los jesuitas, y con la ayuda de ellos se comprometió a suprimir el protestantismo. Los protestantes se unieron en su defensa. La primera parte de la guerra, 1618-29, fue una victoria romanista, eliminándose el protestantismo de todos los Estados católicos. Luego resolvieron re-catolizar a los Estados protestantes de Alemania. Gustavo Adolfo, rey de Suecia, dándose cuenta de que la caída de Alemania significaría también la de Suecia y quizás el fin del protestantismo, entró en la guerra. Su ejército fue victorioso, 1630-32. Salvó el día para la causa protestante. El resto de la guerra, 1632-48, fue principalmente una lucha entre Francia y los Habsburgo, y terminó siendo Francia la primera potencia de Europa La Guerra de los Treinta Años comenzó como guerra religiosa, y terminó como guerra política. Causó de 10,000,000 a 20,000,000 de muertes. La inició el discípulo de los jesuitas Fernando II, con el objeto de aplastar al protestantismo. Terminó con la paz de Westfalia, 1648. Que fijó los linderos de los Estados romanistas y protestantes.
6.7                  Las Persecuciones Papales. El número de mártires bajo las persecuciones papales excede muy grandemente al de los mártires cristianos bajo la Roma pagana; cientos de miles entre albigenses, Valdenses, y protestantes de Alemania, los Países Bajos, Bohemia, España y otros lugares. Suele excusárseles a los papas en esto diciendo que "así era el espíritu de aquel siglo”. ¿De quiénes era aquel siglo, y quiénes hicieron que así fuera? Los papas, que por mil años habían dominado al mundo cristiano. Y ¿qué de los mártires del siglo veinte en Colombia, México y otros países en donde la Iglesia Romana aun domina las mentes y los corazones? ¿Qué espíritu mató a éstos? Ciertamente no fue el espíritu de Cristo. La persecución es del espíritu del diablo, aquel que era "homicida desde el principio," aun cuando se hace en el nombre de Cristo.
6.8                  Las Persecuciones Protestantes. Otra excusa de las matanzas romanistas es la de que "los protestantes también perseguían”. Es cierto que Calvino consintió en la muerte de Servet. Los luteranos alemanes mataron a unos pocos anabaptistas. Eduardo VI de Inglaterra ejecutó en seis años a dos católicos (en los 5 años siguientes María romanista quemó a 282 protestantes). Isabel I ejecutó, en 45 años a 187 romanistas, la mayor parte por complots de insurrección o de asesinato, y no por herejía. En Massachusetts, en 1659, los puritanos ahorcaron a 3 cuáqueros, y en 1692 hubo 20 ejecutados como hechiceros. Al protestantismo puede imputársele algunos cientos de mártires, o cuando más unos pocos miles; pero los muertos por Roma suman incontables millones. Aun cuando la Reforma era una lucha por la libertad religiosa, algunos reformadores fueron lentos en dar a otros lo que buscaban ellos mismos. Pero el principio fundamental del movimiento era contrario a la persecución por motivos religiosos. Lutero dijo, "discutamos acerca de esto"; el Papa contestó, "Someteos, u os quemaremos”. Aun cuando los reformadores mismos retenían a veces algún residuo de la intolerancia romanista en que habían nacido, su doctrina era la de que el cristianismo debía propagarse sola y exclusivamente por medios intelectuales, morales y espirituales. En los países protestantes ya en el 1700 toda persecución había cesado, en los romanistas sigue todavía.
6.9                  La Educación Pública. Un aspecto conspicuo de la obra de Lutero fue la importancia que dio a la educación pública. Comparados con los países protestantes, los dominados por el romanismo eran analfabetos hasta tiempos bien recientes. La tabla siguiente es de porcentajes de analfabetos a comienzos de este siglo:
Alemania (1900) 1
Francia (1906) 14
Argentina (1895) 54
Grecia (1907) 57
Australia (1921) 1.5
Holanda (1900) 4
Austria (1910) 19
Hungría (1910) 33
Bélgica (1910) 13
India (1921) 93
Brasil (1890) 85
Inglaterra (1910) 6
Bulgaria (1905) 66
Irlanda (1911) 17
Canadá (1921) 6
Islas Filipinas (1903) 56
Chile (1907) 50
Italia (1911) 38
China 80
México (1910) 70
Egipto (1917) 92
Portugal (1911) 69
Escocía (1900) 4
Rumania (1909) 61
España (1920) 46
Rusia (1897) 69
Estados Unidos (1920) 6
Suiza (1900) 3
En años recientes casi todos los países han adoptado la educación obligatoria, y el analfabetismo va desapareciendo, pero esta tabla muestra bajo cuáles instituciones la inteligencia pública ha prosperado.
6.10                Dos Civilizaciones. Durante 300 años ha habido en el mundo occidental dos bien definidas civilizaciones la protestante, que representa a la Biblia abierta la educación popular, las instituciones democráticas, la reforma social y la libertad de conciencia y de palabra, y la católica-romana que rinde culto de labios a estos principios pero los interpreta a su manera. Estas dos civilizaciones hablan por sí mismas.

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