jueves, 17 de noviembre de 2011

6/27 EL PRIMER SERMÓN DEL REINO

El Sermón del Monte
BIENAVENTURADOS LOS DE LIMPIO CORAZÓN
Mateo 5:8

            En esta oportunidad nos ocuparemos del estudio de la sexta Bienaventuranza, la cual nos dice: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”. La versión del 2005 de la Liga Bíblica Mundial lo traduce de la siguiente manera: “Afortunados los que tienen corazón puro, porque ellos verán a Dios”. La que nos recuerda las palabras del Rey David en el Salmo 24:3-4 cuando dice: “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas vanas, Ni ha jurado con engaño”.

            Cuando vemos lo que se dice en estos pasajes, tenemos que reconocer el grado de temor y de indignidad con que debemos estudiar este pasaje de la Palabra de Dios, más aún cuando hemos comprendido las Bienaventuranzas anteriores y hemos aceptado el grado de impureza en el cual nos encontramos antes de aceptar a Cristo como Señor y Salvador.

            Ya hemos aceptado que somos pobres de espíritu, en nuestra incapacidad de poder hacer algo por nuestra condición de pecadores, hemos entendido esto y hemos aprendido a llorar por el pecado que nos asedia, además comprendimos la verdad acerca de la naturaleza del yo y su gran egocentrismo, eso que nos hace ser soberbios y altivos, pero que por la gracia de Dios nos lleva a ser mansos, asimismo vimos la necesidad de tener hambre y sed de ser justos. Esto nos llevó a ser misericordiosos y es ahora que entendemos el orden en cuanto a la felicidad de los limpios de corazón.

            Esta bienaventuranza nos lleva a ver la esencia misma del cristianismo, lo que es el centro del mensaje de Jesucristo. Esto nos recuerda la canción que enseñamos a los niños de la escuela dominical que dice: “Pecado negro encontró, Jesús en mi corazón; su sangre me lo lavó; cual nieve me lo dejó; en su palabra yo leo, que al cielo fue a preparar; hermosa mansión para mí; a donde seré feliz”.

            Esta bienaventuranza la analizaremos a través de este bosquejo:
I.    EL CORAZÓN
II.   LA LIMPIEZA ESPIRITUAL
III.  LA PROMESA

Comencemos con:
I. EL CORAZÓN
(Mt. 5:8)

A.      EL VALOR DEL CORAZÓN

1.         El corazón es el depósito de las bendiciones de Dios, pero también es depósito de lo malo que permitamos poner en él. En él debemos guardar todo lo mejor que podamos para que nuestras acciones sean conforme a lo que Dios demanda, recordemos Proverbios 4:20-21 y Mateo 12:34.

2.         El corazón es el depósito de la vida dada por la Palabra de Dios a aquellos que la obedecen, entendiendo que el corazón es el centro de la personalidad de un individuo, la sede de sus emociones y afectos, además de ser el centro de la voluntad de cada persona. Por esto debemos guardarlo, Proverbios 4:23.

3.         El corazón debe ser lo que el hombre debe apreciar más, ya que como podemos ver, en el corazón que podemos guardar todo aquello que Dios pueda darnos, entendiendo que todo lo que viene de Dios será nuestro tesoro más preciado.

B.      EL PELIGRO INTRINSECO DEL CORAZÓN

1.         En Mateo 15:18-20 se nos enseña el otro lado de la moneda, ya que el mismo nos muestra que el corazón que no ha sido tomado como depósito de las cosas espirituales se convierte en el centro de contaminación de todos los hombres que andan en el pecado.

2.         Esto nos hace ver que cuando el corazón del hombre no está limpio de pecado, se convierte en la fuente de contaminación más peligrosa que hombre alguno pueda creer, siendo además el escondrijo de los demonios y engañoso más que todas las cosas, Mateo 12:43-45; Jeremías 17:9.

3.         Un corazón contaminado se convierte en la ruina del hombre que lo posee y lo mantiene de esta manera. Debemos recordar las palabras del Rey David en el Salmo 32:3-5 cuando da su testimonio sobre la condición de su corazón antes de la limpieza y después de ella.

C.      EL PROPÓSITO DIVINO PARA EL CORAZÓN

1.         Dios ha puesto el corazón en el hombre para que por medio de él pueda entender el amor con que él le ha amado y pueda creer y ser salvo y amarle eternamente. Mateo 22:37 y Romanos 10:9-10 nos enseñan que por medio del corazón es que el hombre puede amar a Dios y aceptar la obra de Jesucristo para salvación.

2.         De igual manera Dios ha puesto el corazón en el hombre para que podamos andar en rectitud de espíritu y podamos por medio de la limpieza espiritual, poder mantener una comunión con él eternamente. Recordemos Isaías 51:10 cuando dice: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”.

3.         El deseo de Dios es que todos los hombres seamos limpios de corazón y que al igual que David podamos tener un corazón capaz de servirle como nos dice 1 Samuel 13:14 y 16:7, sabiendo que Dios lo que mira es el corazón y no las apariencias externas del hombre, lo cual era practicado por los fariseos, Mateo 23:25-28.

II. LA LIMPIEZA ESPIRITUAL
(Mt. 5:8)

A.      SIGNIFICADO PRIMARIO

1.         De acuerdo a lo que podemos ver en la Palabra de Dios, el ser limpio implica ser: sincero, transparente, sencillo, bondadoso, puro, sin doblez, significa además devoción rectilínea para con Dios, lo que manifestará un corazón sin hipocresía.

2.         Es necesario destacar que el problema del corazón del hombre creyente, es que está dividido, con una parte quiere conocer a Dios, adorarlo y complacerlo, pero con la otra desea satisfacer su carne y servir a su carne, como lo expresa el apóstol Pablo en Romanos 7.

3.         Ahora bien, el corazón puro es el que ahora ya no está más dividido, es el que dice a Dios cada día, no permitas que me desvíe, quítame toda doblez, dame sinceridad, transparencia y líbrame de toda hipocresía, permite que tú y todos me puedan ver como realmente soy y que te pueda amar con todo mi corazón estando a cuentas contigo.

B.      PURIFICACION TOTAL

1.         Además de todo lo que hemos visto con respecto a las actitudes de un hombre de corazón limpio, tenemos que entender que la limpieza de corazón va más allá de todo lo que se ha dicho, en el hecho de que limpieza espiritual implica purificación, estar sin mancha. Estado que adquirimos cuando nos arrepentimos, Isaías 1:15-20.

2.         De igual manera en Apocalipsis 21:27 se nos dice que no serán admitidos en la Jerusalén celestial, ninguno que sea inmundo o con mancha de pecado, sino sólo los que están inscritos en el libro de la vida del cordero porque han sido lavados por su sangre (1 Jn. 1:7b).

3.         También en Apocalipsis 22:14 se nos indica que serán Bienaventurados lo que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas de la ciudad. Pero todo el que tiene pecado y no ha sido purificado no podrá estar.

C.      ES UN DON DE DIOS

1.         Por lo que hemos podido analizar en el estudio del corazón del hombre, tenemos que declarar que ningún ser humano, puede obtener la limpieza de su corazón por sí solo, ni tampoco puede hacerse cristiano por sí mismo para amar a Dios como Dios quiere que se le ame.

2.         Por esto todo ser humano tiene que orar para que Dios, en su misericordia pueda darle un corazón limpio como dice la canción que evoca el deseo del Rey David, cuando dice: “Dame un nuevo corazón, Señor, un corazón para servirte, un corazón para adorarte, dame un nuevo corazón, Señor; Limpio, como el cristal, dulce, como la miel, un corazón que sea como el tuyo Señor”.

3.         Como don de Dios, la limpieza de corazón debe ser pedida a Dios como vemos tantas veces en el libro de los Salmos en los cuales se dice: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí” Salmo 51:10.

III. LA PROMESA
(Mt. 5:8)

A.      LA SANTIDAD Y LOS BIENAVENTURADOS

1.         Cuando leemos el texto de Hebreos 12:14 que nos dice: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”. Tenemos que llegar a la conclusión de que cuando hablamos de limpieza espiritual estamos hablando de la santidad que demanda el Señor a todos los creyentes.

2.         Hablamos de Santidad en el contexto de apartamiento del pecado, para el servicio y consagración del creyente para Dios, con el propósito primordial y deseado de ver a Dios en toda su majestad y santidad.

3.         Es por tanto seguro, que todo aquel que no experimente en su vida la santidad o limpieza de corazón no podrá bajo ninguna circunstancia ver a Dios y ser bienaventurado por esta bendición proporcionada por nuestro Señor y Salvador. Por esto insistimos que nadie podrá ser santo sin la obra de Cristo.

B.      VER A DIOS

1.         Cuando vemos esta expresión de la Palabra nos surgen muchas interrogantes, entendiendo que ningún ser humano podrá algún día ver a Dios en toda su majestad, aún cuando la Biblia nos dice que Moisés e Isaías vieron parte de su gloria y que otros hombres tuvieron una visión en las Teofanías antigotestamentarias.

2.         Se ha escrito mucho con respecto a la esperanza que se nos da concerniente a la visión que tendremos de Dios en la medida de que nuestro corazón sea limpio y santo. Tomando en cuenta de que a Dios nadie le vio jamás y del hecho de que sólo Jesucristo le ha dado a conocer como dice Juan 1:18 o como dijo a Tomás en Juan 14:9 “el que me ha visto a mí, ha visto al Padre”.

3.         Hermanos, la realidad es que sea por Cristo o sea por la visión que tengamos del Padre, lo importante es que le veremos, aún cuando solamente sea lo que expresa el apóstol Pablo en 2 Corintios 4:6 cuando dice: “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”.

C.      EL TIEMPO DE LA PROMESA

1.         Como hemos podido analizar en el caso de otras Bienaventuranzas, la promesa dada por el Señor, en parte, se cumple en esta tierra por fe y en parte en aquel día también por fe. Como podemos recordar lo que se dice de Moisés en Hebreos 11:27 - “Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible”

2.         Todo hombre de fe debe entender estas palabras y debe saber vivir como viendo al Invisible y al mismo tiempo esperar, como nos dice 1 Juan 3:2 hablándonos de aquel día cuando dice: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”.

3.         Para finalizar, tenemos que dejar algo claro, es una realidad el hecho de que de acuerdo a la Biblia no cabe duda de que esta promesa es algo grandioso y maravilloso, el que usted y yo, tal como somos, con todos los problemas y las dificultades de este mundo en que vivimos, vamos a verle cara a cara. Esta será nuestra felicidad eterna.

CONCLUSION Y APLICACIÓN:
Estemos claros del hecho de que Dios es veraz, no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta, por tanto todos aquellos que por gracia hemos sido lavados por la sangre de Cristo y santificados por la obra de su Espíritu, tendremos la felicidad de verlo tal como él es.                                     


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