martes, 1 de noviembre de 2011

51/52 RAZONES POR LA CUALES SUFRIÓ Y MURIÓ JESUCRISTO

Quincuagésima primera razón
 
PARA QUE SEAMOS CORONADOS CON
GLORIA Y HONOR

“Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos”.
Hebreos 2:9

“…y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,”
Filipenses 2:8-9

“…que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza”.
Apocalipsis 5:12

Es evidente que el deseo de Dios es compartir con sus hijos la gloria y el honor que Él ha conquistado a través de su Hijo Jesucristo. El apóstol Pablo en Romanos 8:17 así lo expresa con el propósito de que seamos motivados a resistir cualquier padecimiento que podamos experimentar en esta tierra cuando declara acerca de nosotros: “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados”.

Dios con esta declaración nos quiere motivar a sostener ese pensamiento que una vez el apóstol Pablo expresó al concluir la promesa del advenimiento de Jesucristo en Gloria cuando declara en 1 Tesalonicenses 4:18 al decir: “Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras”.
           
Sabemos que en este mundo tendremos aflicciones, pruebas multicolores. Por medio de estas pruebas muchos han vuelto atrás, se han olvidado del verdadero fundamento y se han desalentado volviendo atrás, a enredarse en sus antiguos pecados. Pero tenemos que ser como aquellos de los cuales era el autor a la Epístola a los Hebreos quien dijo en (10:35-39): “No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.”.

            Veamos el objetivo de esta porción bajo el siguiente bosquejo de estudio:
I.    JESÚS MURIÓ PARA ALCANZAR SU GLORIA
II.  JESÚS CONQUISTÓ LA GLORIA
III. JESÚS COMPARTIÓ SU GLORIA

I. JESÚS MURIÓ PARA ALCANZAR SU GLORIA     
(He. 2:9)

A.      EL PADECIMIENTO DE SU MUERTE        

1.         Su muerte fue el vehículo para alcanzar la gloria que luego compartiría con nosotros. Hebreos 2:9 nos enseña esta verdad cuando apunta diciendo: “Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos”.

2.         El pastor Piper apunta al respecto: «La noche antes de su muerte, sabiendo lo que venía, Jesús oró: “Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” (Jn. 17:5). Y así ocurrió. Fue “coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte” (He. 2:9). Su gloria fue el premio de su padecimiento. Fue “obediente hasta la muerte… por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo” (Fil. 2:8-9). Precisamente porque fue inmolado, el Cordero es “digno… de recibir la honra, la gloria y la alabanza” (Ap. 5:12). La pasión de Jesucristo no simplemente precede a la corona: fue el precio, y la corona fue el premio. Murió para obtenerlo».[[1]]

3.         Para alcanzar la gloria era importante someterse al padecimiento, como vemos aquí, su pasión no sólo precede a la corona de gloria que Él conquistaría y volvería a tener, sino que esa corona sería el premio obtenido por su padecimiento. Estaba establecido que sin padecimiento no era posible alcanzar la Gloria.

B.      EL INENTENDIBLE AMOR DE DIOS

1.         Es una realidad que los hombres no podemos entender el amor inconmensurable de Dios y la manera en que Él lo ha expresado y lo ha demostrado al hombre. Siempre tenemos que hacernos preguntas y al mismo tiempo esperamos respuesta de Dios.

2.         El pastor Piper dice: «Muchas personas tropiezan con este punto. Dicen: “¿Cómo puede esto ser amor? ¿Cómo puede Jesús estar motivado para darnos gozo si lo que quiere es obtener su gloria? ¿Desde cuándo es la vanidad una virtud?” Esa es una buena pregunta, y tiene una maravillosa respuesta bíblica. La respuesta descansa en aprender lo que es un gran amor. Muchos de nosotros hemos crecido pensando que ser amado significa que nos den mucha importancia. Nuestro mundo entero parece estar construido sobre esta suposición. Si yo te amo, te doy mucha importancia. Yo te ayudo a sentirte bien acerca de ti mismo. Es como si un vistazo del yo fuese el secreto del gozo.
Pero sabemos que hay algo mejor. Aún antes de llegar a la Biblia, sabemos que no es así. Nuestros momentos de mayor felicidad no han sido momentos de saturación de uno mismo, sino momentos de olvidarse de uno mismo. Ha habido tiempos cuando nos parábamos junto al Gran Cañón, o a los pies del Monte Kilimanjaro, o contemplábamos una asombrosa puesta de sol en el Sahara, y por un fugaz momento sentíamos el gozo de una verdadera maravilla. Para esto hemos sido creados. El Paraíso no será una sala de espejos. Será una exposición de majestad.
Y no será de nosotros. Si esto es cierto, y si Cristo es la realidad más majestuosa del universo, ¿qué debe ser su amor por nosotros? Seguramente no darnos mucha importancia. Eso no satisfaría nuestras almas. Fuimos creados para algo mucho mayor. Si vamos a estar tan felices como podamos, debemos ver y percibir la más gloriosa persona de todas, Jesucristo mismo. Esto significa que para amarnos, Jesús debe buscar la plenitud de su gloria y ofrecérnosla para nuestro regocijo».[[2]]

3.         Dios es maravilloso y sobre la base de la Gloria alcanzada por su Hijo Jesucristo quiere y desea que nosotros entendamos su amor para con nosotros y la manera en que Él ha de compartirla con todos aquellos que han profesado la fe en Cristo y han obedecido a sus demandas.

C.      EL COSTO DE SU CORONACIÓN

1.         Como podemos ver en el texto que nos ocupa, Jesús alcanzó el ser coronado de gloria y de honra a causa del padecimiento de la muerte. Es por esta razón que Él gustó la muerte por todos nosotros y esto, como dice el texto, fue una obra de la Gracia de Dios.

2.         El pasaje de Hebreos 2:9 así lo expresa como lo vemos aquí: “Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos”.

3.         Sin que Él hubiese ejecutado sobre sí el juicio de la muerte, nunca hubiese podido alcanzar la Gloria que hoy nos brinda y que contemplamos en toda su majestad. Esa gloria que en la eternidad iluminará la nueva Jerusalén fue obtenida a través de su padecimiento de muerte.

II. JESÚS CONQUITÓ LA GLORIA
(Fil. 2:8-9)

A.      SU HUMILLACIÓN Y OBEDIENCIA FUERON SUS ARMAS

1.                  Jesús no sólo murió para alcanzar la gloria que tuvo antes de que el mundo fuese, sino que con su muerte la conquistó. Es ahora el apóstol Pablo en Filipenses 2:8-9 que nos dice: “…y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre”.

2.                  En todo tiempo Satanás quiso evitar que ese momento de la muerte de Cristo llegase, porque él sabía que en la medida en que Jesús conquistase la muerte, la gloria que él deseaba tener, nunca la alcanzaría. El deseo de ser semejante al Altísimo se frustró en la cruz del Calvario cuando Jesús gustó la muerte por nosotros en el acto más vil de humillación.

3.         Hemos visto en muchas ocasiones el texto que ahora analizamos en el cual se presenta teológicamente lo que se ha llamado la KENOSIS de Cristo, palabra que viene del griego, vaciarse y expresa la renuncia voluntaria hecha por Cristo a su derecho de privilegios divinos, sin dejar de ser Dios, al aceptar humildemente el estado humano en la encarnación como lo expresan los (vv. 6-7).
§  Renunció a su relación favorable con respecto a la ley divina (2 Co. 5:21).
§  Renunció a sus riquezas (2 Co. 8:9).
§  Renunció a su gloria celestial (Jn. 17:4).
§  Renunció a la autonomía de su autoridad (He. 5:8; Jn. 5:30).

B.      SU HUMILLACIÓN Y OBEDIENCIA FUERON EL MOVIL DE DIOS PARA EXALTARLO

1.         Es maravilloso ver que Dios en su soberana voluntad escogió ofrecer a su Hijo en sacrificio, viendo su humillación y obediencia para utilizar esa causa como base para poder darle a Cristo la Gloria que tenía antes de venir a esta tierra.

2.         El texto dice que por este hecho Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre. Después de ejecutada la muerte de Cristo, Dios el Padre estaba en completa libertad y base justa para imputar todos los méritos y coronar a Cristo llevándolo al grado más alto de exaltación posible.

3.         Nadie más en este mundo ha recibido una exaltación más sublime y gloriosa que la que recibió el Hijo de Dios al ir de regreso al Padre luego del padecimiento de su muerte. No sólo fue coronado de Gloria y Honra, sino que se le dio un nombre que es sobre todo nombre.

C.      SU HUMILLACIÓN Y OBEDIENCIA FUERON EL MOVIL DE DIOS PARA DARLE UN NOMBRE GLORIOSO

1.         El contexto posterior al pasaje analizado dice: “… y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”.

2.         Hoy por hoy el nombre de JESÚS no es un nombre cualquiera, es un nombre que ha dividido la historia, es un nombre frente al cual se doblará toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra. Es un nombre sin el cual no hay salvación.

3.         El autor del libro de los Hechos apostólicos declara en (4:12): “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. Si vamos a hablar de salvación, de cielo, de la gloria, etc. etc. tenemos que hablar de Jesús, ese nombre es sobre todo nombre y tiene que ser reverenciado.
  
III. JESÚS COMPARTIÓ SU GLORIA
(Ap. 5:12)

A.      EL CORDERO INMOLADO

1.         En Apocalipsis 5:12 ahora se nos presenta a Cristo como el Cordero de Dios que fue inmolado, el cual por esa inmolación, es el único digno de ser reverenciado, el texto declara: “…que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza”.

2.         En este pasaje vuelve a hacerse referencia de la inmolación del Cordero de Dios, pero ahora para enaltecerle y para exaltarle en cuanto a las razones por las cuales es Digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.

3.         Esa indicación que aquí se utiliza apunta a lo que antes ya se había profetizado acerca del siervo de Jehová mencionado en Isaías 53:7 cuando dice: “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca”. La palabra inmolado viene de la acción inmolar que significa degollar, cortar la garganta, sesgar el cuello (Ap. 5:6, 9, 12; 13:8).

B.      EL CORDERO GLORIFICADO

1.         Como expresamos anteriormente la referencia que aquí se hace del Cordero a pesar de mencionarse la forma de su muerte, no es con el objetivo de que nos detengamos solamente en los hechos acontecidos hace 2,000 años sino más bien en el hecho real de su exaltación lograda precisamente por ser el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

2.         Esta declaración apunta a la manera en que los ángeles mencionan 7 adscripciones atribuidas al Cordero, las primeras 4 haciendo referencia a las cualidades del Cordero (Poder, Riquezas, Sabiduría, Fortaleza), y por las cuales es digno de ser loado y las 3 últimas atribuidas al Cordero en alabanza propias de su persona (Honra, Gloria, Alabanza).
  
3.         Todavía en el versículo 13 se agrega otra manifestación de alabanza que ratifica ese deseo de adoración que merece el Cordero inmolado el cual con su sangre nos ha redimido para Dios al decir: “oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos”. 

C.      EL CORDERO QUE COMPARTE SU GLORIA

1.         Ese Cordero no recibe la Gloria y se queda con ella, ese Cordero que vimos inmolado y ahora glorificado desea que todos los que hemos creído en Él disfrutemos de su Gloria. El ha sufrido y ha muerto en la Cruz del Calvario para que seamos coronados con gloria y honor.

2.         El pastor Piper declara en la conclusión de su devocional en esta razón: «Es por eso que Él oró, la noche antes de su muerte: “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria” (Jn. 17:24). Esto era amor. “Yo les mostraré mi gloria”. Cuando Jesús murió para reconquistar la plenitud de su gloria, murió por nuestro gozo. Amor es la tarea -a cualquier costo- de ayudar a las personas a estar cautivadas con lo que las satisfará más, es decir, Jesucristo. Así es como Jesús ama».[[3]]

3.         Es evidente que Jesús ha de compartir su Gloria con los creyentes, Él nos ha prometido que juntamente con Él seremos glorificados como lo dice Romanos 8:17: “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados”.

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:
Dios en su Gracia soberana espera un día que nosotros disfrutemos de todo lo que a Él le corresponde, de todo aquello que Él nos ha prometido. Los que hemos creído sabemos que su Palabra no cae en tierra y que todo lo que nos ha ofrecido lo tenemos en las manos.
Ya el apóstol Pablo ha declarado en 2 Corintios 1:20 lo que a continuación nos sirve de conclusión cuando dice: “…porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios”. 
                                                                                                                                   

[1]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 116.
[2]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 116-117.
[3]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 117


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