viernes, 11 de noviembre de 2011

3/27 EL PRIMER SERMÓN DEL REINO

El Sermón del Monte
BIENAVENTURADOS LOS MANSOS
Mateo 5:5

            Ahora entramos en el estudio de la tercera Bienaventuranza, “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad”. La versión del 2005 de la Liga Bíblica Mundial lo traduce de la siguiente manera: “Afortunados los que son humildes, porque la tierra que Dios prometió será de ellos”. Esta bienaventuranza de hecho también tiene conexión con las dos anteriores. La primera de ellas nos demanda que nos demos cuenta de nuestra condición de pecadores, de nuestra debilidad e incapacidad delante de Dios.

La segunda nos muestra cuan sensibles debemos de ser ante nuestra condición de pecado, nos insta a saber llorar por nuestro pecado y por aquellas cosas por las cuales Dios lloraría. Esta tercera nos demanda tomar una actitud consecuente con la comprensión de las dos primeras.

            Si entendemos que somos pecadores e incapacitados para vivir la vida cristiana sin la ayuda de Dios, si entendemos cuanto debemos entristecernos por nuestro pecado, entonces podemos decir que nos hemos convertido en seres mansos.

            En las dos primeras Bienaventuranzas reconocemos personalmente nuestra condición, pero en esta Bienaventuranza, tengo que permitir que otros sean los que entiendan mi condición de mansedumbre.

Aquí está la dificultad de esta Bienaventuranza, por el hecho de que yo puedo decir que soy pecador, pero no admito que otro lo diga de mí. Esta Bienaventuranza estriba en que permitamos que otros nos pongan bajo su foco y su juicio en vez de hacerlo nosotros mismos y permanecer sin ofendernos. Se cuenta de una comisión cristiana que se dio a la tarea de premiar con una medalla de oro de 24 kilates al pastor más manso y humilde sobre la tierra, lo encontraron y se la entregaron en una fastuosa ceremonia. Pero al otro día que era domingo se la quitaron. Porque el pastor osó ponérsela para lucir su mansedumbre y humildad.

            Ser manso es la tendencia de rebajarse y humillarse ante la crítica o el juicio de los demás. Es saber ponerse por debajo de los demás considerando a los demás como superiores a nosotros mismos. Es mantenerse obediente a Dios sabiéndonos que no somos nada.
            Veamos en detalle lo que nos demanda Dios en esta Bienaventuranza.

Bosquejo de estudio:
I.    LA MANSEDUMBRE
II.   PRINCIPIOS DEL CREYENTE MANSO
III.  LA HEREDAD DE LOS MANSOS

I. LA MANSEDUMBRE

        A.      NO ES UNA CUALIDAD NATURAL

1.         La mansedumbre no es una cualidad natural, como no lo es ninguna de las cualidades que describen las Bienaventuranzas, ya que como sabemos ningún ser humano de manera natural tiende a ser manso. Mansedumbre es básicamente tener una idea adecuada de uno mismo, la cual se manifiesta en la actitud y conducta que tenemos respecto a otros.

2.         La mansedumbre no es propia del hombre caído y pecador, ya que la naturaleza de esta virtud, es de naturaleza espiritual y todo aquel que no tiene el Espíritu de Dios, no puede poseer las características de Él.

3.         Por el contrario, sabiendo Dios, que no poseemos esta cualidad por medio de nuestro nacimiento o por medio de las características humanas con las cuales nacemos, nos exige, como hijos suyos, que aprendamos a serlo.

B.      ES UNA CUALIDAD APRENDIDA

1.         Es una demanda del Señor el aprender a ser manso y humilde de corazón. En Mateo 11:29 se nos demanda a aprender a ser mansos y humildes, y es el mismo Señor Jesucristo quien nos insta a obtener esta virtud con el poder de su Espíritu.

2.         Todo creyente genuino tiene que entender que no importa su carácter o su temperamento, el tiene que ser manso y humilde porque esto es lo que Dios espera de aquellos a quienes da su Espíritu y de aquellos de quienes es Padre.

3.         La mansedumbre va de la mano de la humildad. La humildad es propia de la persona que se coloca a sí misma en una actitud de no exigir los méritos que le corresponde o que renuncia a ellos por amor a otros. Mientras que la mansedumbre tiene que ver con el sentido de una humildad surgida tras un proceso de aflicción.

4.         Los grandes ejemplos de humildad y mansedumbre encontrados en la Palabra de Dios fueron hombres de diferentes formas de ser y sin embargo fueron mansos. Ej. Moisés fue un hombre de gran liderazgo y de voluntad de hierro, Consideremos el carácter fuerte de David, Jeremías era como una caldera en ebullición, Pablo tenía una mente poderosa, una personalidad extraordinaria y un carácter férreo y todos ellos fueron hombres mansos.

C.      ES UNA CUALIDAD ESPIRITUAL

1.         Si buscamos entre las virtudes producidas por el Espíritu de Dios, las que en Gálatas 5 se presentan como el fruto del Espíritu, encontramos la mansedumbre como una de ellas, lo que nos indica que esta Bienaventuranza es parte del fruto del Espíritu de Dios.

2.         Por ser una cualidad del Espíritu, dista mucho de lo que en el mundo llamamos indolencia. Es bueno distinguir entre una persona mansa y una persona calmada, serena y floja de carácter a quien se tiende a catalogar como humilde y mansa, esto es puramente biológico y no espiritual.

3.         Al ser una cualidad del Espíritu, la mansedumbre es compatible con una gran fortaleza de espíritu, con la autoridad y el poder que pueda tener un creyente. El creyente manso es alguien que tiene firmes convicciones y está dispuesto a morir por ellas, así como los mártires de la historia murieron sin doblegar su fe.

II. PRINCIPIOS DEL CREYENTE MANSO

A.      NO EXPRESA AUTOCOMPASIÓN

1.         El creyente manso, ni siquiera es susceptible en cuanto a si mismo, no está velando por sus intereses o esperando que siempre hablen mal de él para defenderse. No está a la defensiva, como si pensara que todos le quieren hacer daño.

2.         Está claro que una persona susceptible no puede entender esta Bienaventuranza. Esta susceptibilidad en cuanto a sí mismo le impide poder aprender a ser manso y humilde de corazón, ya que ser verdaderamente manso significa que uno no se protege porque entiende que el que nos protege es Dios Salmo 38:12-15.

3.         Es por tanto que aquel que en verdad es manso, no se compadece de sí mismo, nunca habla de sí mismo para decir de lo mal que lo tratan o de lo mucho que debe ser apreciado. Tenemos que apropiarnos de lo dicho por John Bunyan cuando dijo: “El que está en el suelo no debe temer caer”.

B.      NO RECLAMA SUS DERECHOS

1.         Hemos visto que nadie puede ser manso si no se ve a sí mismo como un vil pecador. Uno que es manso entiende su verdadera condición de pobreza de espíritu, que llora por su condición de pecador, es uno que no tiene por qué o en qué gloriarse, no hay orgullo en él, porque sabe que lo que es, lo es por Cristo.

2.         El que es manso no trata de imponerse entre los demás, a diferencia de lo que enseña la psicología popular de hoy día. No trata de imponer sus derechos, ni trata de opacar a los demás con su personalidad, más bien se avergüenza de cualquier indicio de gloria para sí.

3.         El manso de verdad, no exige posición, privilegios, bienes y nivel social, por el contrario es como el Jesús que Pablo define en Filipenses 2 - “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”. Jesús no exigió el derecho a igualdad con Dios, sino que se gozó en ser como uno de nosotros.

C.      ES DOCIL EN LA OBEDIENCIA

1.         El apóstol Pedro habló en 1 Pedro 2:21-25 de la manera en que el Señor Jesucristo manifestó su mansedumbre, padeciendo en injusticia, con toda la paciencia con que un ser manso puede hacerlo, manteniendo un espíritu dócil por encima de la manera injusta en que era tratado.

2.         En estos versos dice: “Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar. Porque esto merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de Dios sufre molestias padeciendo injustamente”. Evidentemente que la mansedumbre siempre implica el tener un espíritu dócil.

3.         El espíritu dócil del creyente manso lo llevará a ser obediente por encima de lo que su carne le exija. Cuando esto suceda en nosotros, entonces, nosotros mismos, nuestros derechos, nuestros motivos, todo nuestro futuro estará en las manos de Dios.

III. LA HEREDAD DE LOS MANSOS

A.      LA BENDICIÓN DE ESTAR SATISFECHO

1.         Como hemos podido aprender por esta enseñanza bíblica, todo aquel que actúa con mansedumbre y aprende a ser manso y humilde de corazón, siempre esperará en Dios y no esperará nada de nadie, ni aún de sí mismo, por tanto vivirá feliz.

2.         El que es manso, lo tiene todo, porque no espera nada. El apóstol Pablo lo declara en 2 Corintios 6:10 cuando dice: “Como entristecido, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo”. O como declaró en 1 Corintios 3:21 - “Así que, ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro”.

3.         El creyente que ha aprendido a ser manso está satisfecho con lo que proviene de Dios, él no espera nada de nadie, sino que aprende a estar contento con lo que Dios le ha provisto. Como se dice en Hebreos 13:5-6: “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: no te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre”.

B.      LA TIERRA POR HEREDAD     

1.         Todo, absolutamente todo lo que hay en la tierra pertenece a los mansos, porque Dios no los ha dado como heredad y lo disfrutamos día tras día, aún cuando otros que no tienen el Espíritu de Dios viven quejándose de lo que Dios también les proporciona.

2.         El manso es aquel que aprende a saber disfrutar de las bendiciones de Dios al darnos esta tierra para nuestro beneficio y como herencia y aprende a agradecer todo lo que Dios le proporciona como heredad, entendiendo como dice el Salmo 24:1 - “De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo y los que en él habitan”.

3.         Cuando entendemos que de Dios es todo lo que hay en esta tierra y que él nos lo ha dado como herencia, entonces es que entendemos que somos ricos en gran manera, sólo que es Dios el que nos ayudará a disfrutar lo que nos ha provisto.

C.      MÁS ALLA DE LA TIERRA

1.         El cristiano que disfruta y es feliz por ser manso, también heredará más allá de lo que la tierra puede ofrecer, será heredero de Dios y coheredero con Cristo como nos dice Romanos 8:17 si estamos en la disposición de someternos a la condicionante establecida por el creador.

2.         El ser manso no es fácil a la carne, pero traerá beneficios maravillosos a la vida de aquellos que sean Bienaventurados. Notemos lo que nos dice el texto: “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados”.

3.         Nadie, absolutamente nadie que no padezca por ser manso podrá heredar más allá que lo que Dios le permitirá obtener en esta vida. Está claro que debemos aprender a ser mansos y a sufrir si es necesario por ser cada día como Jesús.

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:
            Hermanos, la mansedumbre es un imposible para el hombre natural, tratemos de entender que por nuestras propias fuerzas no podemos ser mansos ya que solamente el Espíritu de Dios nos podrá humillar para ser pobres de espíritu, llorar por nuestro pecado y producir en nosotros mismos la idea de lo que realmente somos, dándonos así la mente de Cristo y permitiendo que él sea el que reine en nosotros.  


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