jueves, 10 de noviembre de 2011

2/27 EL PRIMER SERMÓN DEL REINO

El Sermón del Monte
BIENAVENTURADOS LOS QUE LLORAN
Mateo 5:4

            Estamos ahora en el inicio de la segunda Bienaventuranza, la cual dice: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos tendrán consolación”. La versión del 2005 de la Liga Bíblica Mundial lo traduce de la siguiente manera: “Afortunados los que están tristes, porque Dios los consolará” o como dice el pasaje paralelo de Lucas 6:21b: “Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis”.

            Es evidente que a cualquier incrédulo le llamará la atención esta Bienaventuranza, ya que muchos no pueden entender que Dios llame felices a los que lloran, ya que los que lloran lo hacen porque sufren y experimentan algún tipo de dolor, en este caso, espiritual, emocional o físico, pero solamente, por causa del reino de Dios. Esto tiene que quedar claro, aquí, siempre se está haciendo referencia a los que tienen el Espíritu de Dios, a los creyentes que padecen por causa del Reino de los Cielos.

            Al igual que en la primera Bienaventuranza donde la pobreza se refiera a lo espiritual y no a lo material o económico, aquí el llorar tiene que ser motivado por algún hecho relacionado por causas espirituales. Estamos hablando del llorar en el espíritu por causa del pecado que ofende y nos separa del Señor. Como podemos visualizar, en el mundo pasa todo lo contrario, la gente se ríe del Señor y de su causa, hacen chistes y bromas con lo que a un cristiano le aflige y le pone a llorar.

            Es por esto, que sería bueno citar a ahora Lucas 6:25b cuando habla de lo que sucederá a los que ahora ríen a costa de las cosas espirituales y especialmente tomando al Señor y a sus siervos para relajar: “¡Ay de vosotros, los que ahora reís! Porque lamentaréis y lloraréis”. Está claro que se promete bendición y felicidad a los que lloran por causa de su pecado, pero también es cierto que se promete lamento y lloro para los que ahora se ríen de sus pecados y de las cosas espirituales.

Esto parece inconcebible frente a un mundo que lo que busca es salir de sus problemas, resolver su vida con soluciones placenteras y obtener lo máximo con el mínimo esfuerzo. El mundo lo que quiere es reír, salir de las preocupaciones y ni siquiera quiere pensar en su condición de pecadores, sino que por el contrario se ríen de esto y hacen chistes a costa de la gracia de Dios.

            Estamos preocupados por lo que ocurre en la iglesia de hoy. En el hecho de que no se tiene una conciencia clara del pecado y existe una idea superficial del gozo espiritual, es por esto que la iglesia que no puede experimentar esta Bienaventuranza.

Bosquejo de estudio:
I.    EL PECADO
II.   EL LLORAR EN EL ESPÍRITU
III.  LA CONSOLACIÓN

I. EL PECADO  

            A.      CONVICCIÓN EVIDENTE DE PECADO

1.         Los cristianos que se les olvida lo que es el pecado y lo que significa estar bajo pecado delante de Dios, no podrán nunca experimentar esta Bienaventuranza. Asimismo aquellos que no les gusta la doctrina del pecado y no desean hablar de él para no afectar su relación con los demás, tampoco podrán llorar.

2.         En las escrituras encontramos muchos pasajes donde los siervos de Dios lamentaron y lloraron por la condición pecaminosa de su pueblo. (Is. 22:4; Jer. 13:17; Lc. 19:41-44; Jn. 11:35). Esta es una evidencia de que realmente tenemos una comprensión clara de lo que es el pecado y sus consecuencias.

3.         El pecado es un mal de todos los seres humanos, sus consecuencias son funestas y el infierno abre su boca para atrapar a todos los que perseveran en mal hacer, es por tanto, una necesidad para la iglesia que desea experimentar esta Bienaventuranza, el pedir a Dios una comprensión genuina del pecado.

B.     RELACIÓN ENTRE PECADO Y EL LLORO

1.         Como hemos podido ver en los versículos citados anteriormente, todos y cada uno de aquellos que experimentaron dolor, angustia y lamento por el pecado, entendían lo que el pecado significa y saben de sus consecuencias. Se duelen por su pecado y por el pecado de los demás, lamentan por las consecuencias que este trae a su vida y a la vida de los seres humanos.

2.         Por otro lado se entiende que al tener el espíritu del Señor en su corazón, por el fruto del Espíritu sabe lo que es el amor para los que están en tinieblas y entiende, que si estas almas en pecado no se convierten no podrán experimentar la salvación y la vida eterna. Esto producirá en el corazón del genuino creyente, que tiene convicción de pecado, el llorar por las almas perdidas.

3.         Un creyente que desea ser Bienaventurado por llorar debe entender que el pecado no puede ser minimizado, ni puede olvidar el fin de aquellos que lo practican. Es una realidad que muchos no lloramos porque no nos hemos detenido a imaginar siquiera, lo que significa un segundo en el infierno eterno.

C.    EL PECADO - EL LLORAR Y LOS CRISTIANOS

1.         Dijimos en la anterior Bienaventuranza, que ser pobre de espíritu, implicaba reconocer todo lo pecadores que somos ante Dios, reconocer nuestra verdadera condición y humillarnos ante el Dios de los cielos, que es tres veces Santo. Por lo tanto podemos concluir que aquel que no es pobre de espíritu no podrá nunca experimentar esta segunda Bienaventuranza.

2.         En el Nuevo Testamento tenemos un ejemplo en la vida del apóstol Pablo quien nos manifiesta lo que el pecado significó para él, la manera en que concebía esta simiente pecaminosa en su cuerpo, en el que moraba el Espíritu de Dios (2 Co. 5:1, 2).

3.         Un cristiano que ha comprendido esa lucha interna en su corazón. Por un lado desea hacer la voluntad de Dios, pero por otro lado encuentra deseos tremendos que casi no puede dominar, que le quieren llevar a cometer toda clase de pecados. Esta lucha existente en nuestro interior nos lleva a llorar y a gemir, si verdaderamente somos creyentes (Ro. 7:14-24). El cristiano que no llora por esto, evita tener conciencia de su realidad.

II. EL LLORAR EN EL ESPÍRITU

        A.      LLORAR EN EL ESPÍRITU ES ALIVIO DEL ALMA

1.         El llorar es ciertamente, un recurso que Dios ha puesto en el hombre, por medio del cual el hombre descarga la presión que produce en él cualquier problema o situación que nos consume. Sin embargo muchos lloran por diversas situaciones que se dan en su vida y sin embargo siguen llorando y no se sacian de llorar.

2.         Cuan diferente ocurre en la vida de un creyente que llora entendiendo que Dios le comprende y que descansa en la esperanza de que Dios, un día le enjugará en él, toda lágrima de sus ojos, como dice Isaías 25:8 y Apocalipsis 7:17 y 21:4.

3.         Esto produce en realidad alivio del alma, pero solamente en aquellos que lloran por lo que debemos llorar. Es bueno recordar aquí el consejo de nuestro Señor Jesucristo a las mujeres de Jerusalén en Lucas 23:27, 28. - “Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él. Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos”.

B.      LLORAR EN EL ESPÍRITU ES FRUTO DE CONCIENCIA ESPIRITUAL

1.         En el Salmo 126:6 se nos dice: “Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas”. Esta porción de la escritura nos muestra que aquel que ganará almas para Cristo y tendrá bendiciones de Dios es aquel que llora por aquellos a quienes va predicar buscando de Dios ayuda para volver con regocijo.

2.         Aquel que llora por los incrédulos, con un corazón genuino, es aquel que tiene una conciencia espiritual edificada y sensible, de la verdadera situación del incrédulo delante de Dios. Este ha de orar fervientemente como oraba el apóstol Pablo y gemirá ante Dios para que le de palabra de sabiduría (Ef. 6:18-19).

3.         Oremos al Señor, para que nos de esa conciencia espiritual que necesitamos tener para entender y aceptar la condición del hombre pecador y para saber como orar y aún llorar por su condición y poder, con el poder de Dios arrebatarlo de las garras del infierno.

C.      LLORAR EN EL ESPÍRITU ES MUESTRA DE NUESTRA SENSIBILIDAD ESPIRITUAL

1.         Es muy penoso ver a los creyentes en nuestros días haciendo chistes de los incrédulos con respecto a su salvación y a su condición de condenación, esto ciertamente, es avergonzante y muestra la insensibilidad espiritual del corazón del que dice ser cristiano y comete tal pecado.

2.         Un creyente que haga tal cosa no podrá nunca experimentar esta Bienaventuranza. La Biblia nos manda en Romanos 12:15 a llorar con los que lloran y a ser sensibles a las necesidades y a las desgracias de otros, por tanto es impropio que uno, que se llame creyente, se ría del mal ajeno.

3.         El cristiano verdadero, el que ha recibido el Espíritu de Dios ha de ser sensible frente a la necesidad de su prójimo y además sabrá entender y podrá ayudar como lo hizo el Señor a todos los necesitados. Procure que su conciencia no se endurezca, ni se cauterice. Recuerde que Jesús fue “varón de dolores, experimentado en quebranto”, por esto lloró en la tumba de Lázaro y nosotros somos llamados a ser semejantes a él.
            
III. LA CONSOLACIÓN

A.      LA FELICIDAD DEL QUE LLORA

1.         Parecería paradójico el decir que una persona que llora es feliz, aunque muchos que lloran emocionalmente dicen que han habido situaciones en su vida en las cuales han llorado de felicidad. Pero en este texto no se habla de que lloramos porque somos felices, sino de lo contrario, somos felices porque lloramos.

2.         La realidad es, que el que llora por su estado y condición de pecado (Este es el pobre de espíritu) es el que verdaderamente se va a arrepentir de sus pecados y va a llorar su pecado delante de Dios y el que se arrepiente por la convicción del Espíritu Santo, es el que sin duda va a ser conducido hasta el Señor Jesucristo para perdón y salvación de su alma, lo cual le traerá gozo espiritual y por tanto felicidad.

3.         Cuando veamos a una persona, decir que se ha convertido a Cristo y esta persona muestra una actitud ligera y superficial, tenga por seguro que no se ha convertido a Cristo, ni ha experimentado un arrepentimiento. Esto no quiere decir que todo el que llora se ha arrepentido. Lo que queremos decir es que uno que se ha arrepentido genuinamente llora genuinamente su pecado (2 Co. 7:8-10).

B.      LA PROMESA DEL CONSOLADO

1.         Como podemos ver en este verso, se dice: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación”. Este texto nos trae a la memoria la promesa hecha por Dios a su pueblo, cuando a través de Isaías prometió salvación (Is. 61:1-3).

2.         Como podemos ver, no solamente nos enseña la Biblia que Dios hizo promesa de consolación a Israel, sino que también lo hizo a todos los creyentes como podemos ver en esta Bienaventuranza y en los versículos que citamos en Isaías 25:8 y Apocalipsis 7:17 y 21:4.

3.         La consolación es precedida por el pecado, el dolor por el pecado cometido y el arrepentimiento genuino delante del Dios de los cielos. No puede haber consolación si previamente no ha habido humillación.

C.      LA CONSOLACIÓN ETERNA

1.         Además de esta consolación inmediata que se produce al humillarnos delante de Dios, el día que somos salvos, como en cualquier circunstancia en que nos hallemos en la vida cristiana, también tenemos la esperanza gloriosa de una consolación eterna, cuando seamos librados de este cuerpo de muerte (Ro. 8:18-25).

2.         En ese día glorioso, ya no habrá más pesar, ni lamentación, las lágrimas desaparecerán y viviremos sumergidos en el esplendor eterno, y experimentaremos el gozo y la felicidad en un grado puro e inmarcesible cual nunca los hemos experimentado.

3.         El verdadero cristiano se consuela en conocer estas cosas, desde el gozo experimentado al ser perdonados, al ser reconciliados, al ser declarados hijos de Dios, hasta el gozo que podemos sentir al contemplar por fe, la gloria venidera, que procede de la expectación del estado eterno que nos espera en los cielos.

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:
El hombre que llora por la causa espiritual, será bendecido y consolado por nuestro Señor y Salvador Jesucristo, entendemos que la bendición de Dios será para aquellos que son Pobres de espíritu, han aceptado su condición de pecado y lloran porque han ofendido a Dios. No puede haber consolación si antes no hay humillación.                                                                                                       


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