miércoles, 9 de noviembre de 2011

1/27 EL PRIMER SERMÓN DEL REINO

El Sermón del Monte
BIENAVENTURADOS LOS POBRES DE ESPÍRITU
Mateo 5:3

            Entramos ahora en el estudio de la primera de las Bienaventuranzas, “Bienaventurados los pobres en espíritu porque de ellos es el reino de los cielos”. La versión del 2005 de la Liga Bíblica Mundial lo traduce de la siguiente manera: “Afortunados los que reconocen su necesidad espiritual, porque el reino de Dios les pertenece”.

Diríamos también, que esta es la primera y la que debe estar en primer lugar, tomando en cuenta la secuencia lógica y espiritual que lleva la exposición de las Bienaventuranzas. Está claro que las Bienaventuranzas no están dispuestas de manera fortuita, ya que se entiende que sin ser pobre en espíritu no se puede ser cristiano, es por esta causa que esta debe ser la primera Bienaventuranza a estudiar, de tal manera que sea la puerta para entrar en el estudio de las demás.

            Nosotros debemos someter nuestro espíritu a la más mínima expresión, para que el Espíritu de Dios pueda llenarnos hasta la saciedad, de tal manera que podamos mostrar cada día y en cada circunstancia el fruto que proviene de él. La palabra declara que debemos ser humillados antes de ser exaltados. Es por esto que nosotros no podremos ser bendecidos por Dios si antes no nos sometemos en humildad al poder de su Espíritu. Podemos desprender un principio lógico sobre la doctrina de la justificación por la fe, y este principio declara que no podemos ser justificados, ni podremos entrar en el reino de los cielos sin que antes seamos pobres en espíritu.

            La pobreza en este pasaje es evidentemente una cualidad que expresa la manera en que debemos estar desposeídos de todo espíritu mundano o todo espíritu que nos lleve a confiar en nosotros mismos y no en el Espíritu de Dios que está en nosotros. No hay, por tanto, ningún apoyo bíblico para que podamos entender que en este pasaje se hace referencia a la pobreza material, aún cuando Lucas 6:20 diga: “Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios”.

            Veamos pues, lo que Cristo Jesús nos quiere enseñar con esta Bienaventuranza.

I.    LA POBREZA EN ESPÍRITU
II.   EL EJEMPLO DE LA POBREZA EN ESPÍRITU
III. LA HERENCIA DE LOS POBRES DE ESPÍRITU

I. LA POBREZA EN ESPÍRITU
(Mt. 5:3)

        A.      NO ES ASUNTO DE PERSONALIDAD

1.         Cuando estamos hablando de esta Bienaventuranza, es evidente que tenemos que reconocer cuan equivocados estamos al pensar en esta primera e indispensable cualidad del creyente que hereda el reino de los cielos.

2.         Es verdaderamente triste pensar, en la confusión que existe dentro del mundo, y principalmente es lamentable verlo también dentro de las iglesias cristianas de hoy, cuando vemos que se mide a cada individuo por su fortaleza en espíritu y no por su debilidad o pobreza en espíritu.

3.         Estamos hablando de aquella tendencia de valorar la seguridad, agresividad y apariencia física de un líder como la cualidad esencial para su triunfo, cuando entendemos que la humildad es la base de la pobreza en espíritu.

B.      ES ASUNTO DE HUMILDAD

1.         La humildad es la base de la pobreza en espíritu, es la cualidad que nos lleva a comprender, que con nuestras propias fuerzas no podemos ser ni hacer nada. Jesús mismo dijo: “…porque separados de mí nada podéis hacer” (Jn. 15:5b).

2.         El apóstol Pablo declaró asimismo en 1 Corintios 2:1-2: “Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor”. Lo que nos indica cuanta dependencia del Espíritu había en Pablo.

3.         No permitamos que nadie cambie nuestros valores espirituales, entendamos que aquel que es pobre en espíritu no tiene por qué avergonzarse de manifestarlo, para ser aceptado en un mundo corrupto y mundano como el que vivimos, sino que más bien sea como Dios lo demanda y se asegure que tendrá la bendición de Dios.

C.      NO IMPLICA HACER PARA EVIDENCIARLO

1.         Debemos tener en cuenta que la pobreza en espíritu es algo netamente espiritual, y como dijimos en la introducción del estudio, no es algo que adquirimos cuando nacemos o que es parte de nuestra naturaleza humana.

2.         La pobreza en espíritu no implica mantener una apariencia andrajosa o una actitud de asceta o una declaración continua para que todos sepan que somos pobres en espíritu de hecho, todo aquel que diga o se proponga el convencer a los demás que es humilde o pobre en espíritu está demostrando cuán lejos está de serlo.

3.         Los cristianos que son humildes, manifiestan su pobreza en espíritu en la medida en que se reconocen como lo que somos, hombres pecadores. Cuanto contraste existe entre un hombre del mundo con un curriculum excelente en virtudes y un creyente que se presenta como un malvado y lleno de pecados. Esto es pobreza en espíritu (Lc. 5:8).

II. EL EJEMPLO DE LA POBREZA EN ESPÍRITU
(Mateo 5:3)

            A.      NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

1.         Cuando leemos enseñanzas acerca de Jesucristo, como las que encontramos en pasajes tales son Filipenses 2:5-8; Juan 14:10, donde se nos muestra la manera en que nuestro Señor actuó, entonces entendemos lo que significa pobreza en espíritu.

2.         Estas actitudes donde el Señor da toda la gloria a Dios el padre son las que nos muestran que la pobreza en espíritu significa ausencia total de todo tipo de orgullo, lo cual es mundano, terrenal y por tanto diabólico. Esto implica que no somos nada ante la presencia de Dios.

3.         Jesús sabía que en su condición de hombre no podía hacer nada, ni producir nada sin la ayuda del Padre. Esta fue la actitud del Hijo de Dios. Cuanto más nosotros debemos entender que nuestro abolengo, nuestra nacionalidad, nuestras cualidades humanas, nuestro dinero, nuestra preparación, nuestra posición social, es sólo basura y obstáculo para que podamos ser humildes y pobres en espíritu ya que Dios no necesita de nada de esto para darnos el reino de los cielos.

B.      UN EJEMPLO ANTIGUOTESTAMENTARIO

1.         Otro ejemplo de pobreza en espíritu que encontramos en la palabra de Dios, es el profeta Isaías, quien cuando tuvo la visión del trono de Dios en Isaías 6:5 declaró: “¡Ay de mí! Que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos”.

2.         Isaías mostró con esta actitud ser uno de lo hombres más humildes de espíritu, en un momento en el cual se vio frente al Dios todopoderoso. No pudo salir otra cosa de sus labios como el manifestar una sensación de vacío y pobreza en espíritu.

3.         Al darse cuenta de todo lo que Dios es, Isaías manifestó cuanta pobreza en espíritu había en él, temió por su condición tan pobre delante del Dios de los cielos. Aquí vemos la diferencia con un creyente de Nuevo Testamento que tiene el Espíritu de Dios.

C.      UN EJEMPLO NEOTESTAMENTARIO

1.         El ejemplo por excelencia del Nuevo Testamento para mostrar la POBREZA EN ESPÍRITU, es el del apóstol Pablo. Precisamente por ser uno de los hombres más orgullosos que encontramos en el Nuevo Testamento en cuanto a sus días como incrédulo, Hechos 26:4-5; 2 Corintios12:11.

2.         Sin embargo vemos a otro Pablo cuando se comienza a hablar de pecadores. Es aquí donde el mismo declara: “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero”. Mostrándonos lo que es verdaderamente la pobreza en espíritu.

3.         Otro pasaje que nos muestra la pobreza en espíritu del apóstol Pablo lo encontramos en Filipenses 3:4-8 cuando dice: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura para ganar a Cristo”. Lo que nos muestra cuanto deseo había en Pablo de depender de Dios.

III. LA HERENCIA DE LOS POBRES DE ESPÍRITU
(Mt. 5:3)

A.      POSESIÓN ADQUIRIDA

1.         Es maravilloso ver cuando la Palabra de Dios nos declara todo lo que adquirimos por Cristo Jesús. Cuando no tenemos nada en este mundo, entonces es que somos ricos en los cielos. Así lo expresa Nuestro Señor Jesucristo en esta Bienaventuranza, “porque de ellos”.

2.         Jesús nos enseñó a no tener nada, a depender solamente de aquello que poseemos por su Espíritu, para entonces declararnos cuan ricos somos en él. Es por esto que en este mismo sermón del monte nos aconseja a hacer tesoros solo en los cielos (Mt. 6:19-21).   

3.         Esto se logra en la medida que entendamos que debemos de dejar de hacer cosas por nosotros mismos de las cuales podamos gloriarnos y comencemos a hacer lo que son nuestros tesoros celestiales en la dependencia del Señor, poniendo nuestros ojos en Él, para que veamos siempre cuan pequeños, débiles y pobres en espíritu somos y de esta manera le demos toda la gloria a Él.

B.      RIQUEZA EN ABUNDANCIA

1.         La posesión de un cristiano, no será hallada en esta tierra, ya que hemos visto, que no tenemos aquí ciudadanía, porque somos extranjeros y peregrinos (1 P. 2:11), ni tenemos aquí forma de hacer tesoros que perduren o que podamos llevarlos al cielo.

2.         Pero cuando somos pobres en espíritu, es que somos ricos espirituales, porque es así que el Espíritu de Dios llena nuestras almas y somos capaces de hacer la obra del Señor como debemos hacerla y de esta manera el tesoro celestial aumenta.

3.         “…porque de ellos es el reino de los cielos”. Que más riquezas podemos anhelar, que tener en posesión el reino de los cielos. “Donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan”. Realmente no deseamos nada más, porque sabiendo que merecemos el infierno eterno, sin embargo, por Jesucristo, tenemos riquezas celestiales.

C.      SATISFACCIÓN ESPÍRITUAL

1.         El creyente que ha comprendido el propósito de la pobreza en espíritu. es un creyente satisfecho, pues no esperará nada, absolutamente nada que merezcamos, por lo que todo lo que recibamos nos será demasiado.

2.         Cuan satisfecho estamos al saber que hemos recibido por gracia de Dios todo lo que tenemos, la salvación, la propiciación, la redención, la justificación, la reconciliación y todavía Dios nos ofrece coronas al llegar a los cielos.

3.         La grandeza del plan de Dios nos satisface y nos recuerda cuan pequeños, cuan débiles y pobres somos delante de todas sus riquezas, y más cuando entendemos que no somos merecedores de tanta gracia. De ahí viene la satisfacción espiritual.

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:
            Esperamos en el Señor que cada uno de nosotros entienda que nuestra solución ante cualquier actitud de orgullo, está en mirar hacia Dios, hacia los santos creyentes de todos los tiempos que permanecen llenos del Espíritu, para que entendamos que no tenemos que hacer nada por nosotros mismos, además de reconocer lo pobres en espíritu que somos.


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