lunes, 10 de octubre de 2011

48/52 RAZONES POR LA CUALES SUFRIÓ Y MURIÓ JESUCRISTO

Cuadragésima octava razón
 PARA REUNIRNOS CON LAS OVEJAS
DISPERSAS EN EL MUNDO

“(Caifás) no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos”.
Juan 11:51-52

“También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor”.
Juan 10:16

Es maravilloso pensar que Dios en su Gracia infinita nos ayuda a entender lo que ha sido siempre el deseo de Su Corazón, el que todos seamos salvos procediendo al arrepentimiento. Ya hemos dicho que él vino para rescatar a las personas de todo pueblo, lengua, linaje y nación, ahora vemos que su mayor anhelo es reunir en un solo rebaño las oveja que están dispersadas por el mundo, para tener un solo rebaño y un solo pastor.
           
El pastor Piper en su devocional nos declara al respecto: «Cuando vienes a ver, un burro puede hablar por Dios (Nm. 22:28). Y lo mismo un predicador o un sacerdote. Esto le ocurrió a Caifás, que era el sumo sacerdote en Israel cuando Jesús fue juzgado y condenado a muerte. Sin saber lo que decía, dijo a los líderes de Israel: “Nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca” (Jn. 11:50). Esto tenía un doble significado.

Caifás quería decir: Es mejor que Jesús muera que no que los romanos acusen a la nación de traición y destruyan al pueblo. Pero Dios tenía otro significado. Por eso, la Biblia dice: “(Caifás) no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos” (Jn. 11:51-52).

El mismo Jesús dijo la misma cosa con una diferente metáfora. En lugar de “hijos… dispersos”, habló de “ovejas” fuera del redil de Israel: “También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor” (Jn. 10:16).

Ambas maneras de decirlo son asombrosas. Enseñan que por todo el mundo hay personas que Dios ha escogido para ser alcanzadas y salvadas por Jesucristo. Hay “hijos de Dios… dispersos”. Ellos son “ovejas no de este redil (judío)”. Esto quiere decir que Dios es muy agresivo en reunir a su pueblo para su Hijo. Llama a su pueblo a hacer discípulos, pero también va delante de ellos. Tiene un pueblo escogido antes de que sus mensajeros lleguen allá. Así que Jesús habla de conversos que Dios ha hecho suyos y luego han sido llevados a Cristo. “Todo lo que mi Padre me da vendrá a mí, y al que a mí viene, no le echo fuera… Tuyos eran, y me los diste” (Jn. 6:37; 17:6).

Es asombroso que Dios tenga su mirada puesta en todos los pueblos del mundo y nombra un redil para sí, y entonces envía misioneros en el nombre de Cristo, y después dirige a sus escogidos en son evangelizador y los salva. No podrían ser salvos de otra manera. Las misiones son esenciales. “Las ovejas oyen su voz, y a sus ovejas llama por su nombre y las saca… y las ovejas le siguen, porque conocen su voz” (Jn. 10:3-4).

Jesús sufrió y murió para que las ovejas puedan oír su voz y vivir. Eso es lo que Caifás dijo sin saberlo: “Jesús moriría… no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos”. Él dio su vida para reunir las ovejas. Por su sangre compró la misericordia que hace su voz inconfundible para los suyos. Ore que Dios aplique esa misericordia a usted, y que usted pueda oírla y vivir.»[[1]]

Veamos esta razón bajo el bosquejo que sigue a continuación:         
I.     LA PROFECÍA DE CAIFÁS
II.   EL PROPÓSITO DE DIOS
III.  LA REUNIFICACIÓN DE SUS OVEJAS

I. LA PROFECÍA DE CAIFÁS
(Jn. 11:51-52)

 

A.      EL CONTEXTO DE ESTA PROFECÍA


1.         Este pasaje viene a ser revelado en el momento en que Jesús acaba de realizar uno de los milagros más contundentes de su vida pública “La resurrección de Lázaro”. Es aquí cuando vemos la reacción de los fariseos ante tal revelación del Señor.

2.         El pasaje en cuestión declara en Juan 11:45-54: “Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él. Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho. Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales. Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación. Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada; ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. Así que, desde aquel día acordaron matarle. Por tanto, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos, sino que se alejó de allí a la región contigua al desierto, a una ciudad llamada Efraín; y se quedó allí con sus discípulos”.  

3.         Está claro que el resultado de la resurrección de Lázaro trajo salvación el texto declara en 11:45: “Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él”. Esta reacción del pueblo no fue bien aceptada por los sacerdotes y los fariseos que evidentemente estaban observando desde lejos la obra de Jesús.
 

B.      EL PROPÓSITO DE LOS SACERDOTES Y DE LOS FARISEOS


1.         Como vemos aquí, la reacción de los principales religiosos del tiempo de Jesús, fue evidente cuando se vieron amenazados ante el poder que se había desprendido de Él y todavía más del resultado en aquellos que fueron testigos de ese hecho portentoso.

2.         Es aquí cuando estos líderes de Israel toman decisiones adversas a la obra de Dios como vemos lo que se dice en 11:46-48: “Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho.
Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales.
Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación”.

3          El propósito de esta gente era detener la obra de Cristo a cualquier costo, ellos no estaban observando el propósito de Dios, ellos deseaban que sus propósitos prevalecieran ante el propósito divino. Fuera de estar atentos a las señales que ellos mismos estaban viendo para reconocer a Cristo como Mesías, estaban dispuestos a distorsionarlas para que otros no creyesen en Él. 

 

C.      EL DESEO DE CAIFÁS


1.         Es aquí cuando ante el temor de ser desarraigados de la Palestina Caifás profetiza, sin saber lo que hacía, una de las más valiosas profecías acerca de lo que la muerte de Cristo iba a representar. El texto declara: “Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada; ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. Así que, desde aquel día acordaron matarle. Por tanto, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos, sino que se alejó de allí a la región contigua al desierto, a una ciudad llamada Efraín; y se quedó allí con sus discípulos”.

2.                  Como se dijo en la introducción, Caifás vino a ser como la burra de Balam (Nm. 22:28), Dios le dio a sus palabras un doble significado. Mientras él estaba pensando que con sus propias manos iba a evitar que los romanos destruyesen a Jerusalén y por ende sus intereses personales, Dios estaba profetizando por medio de él lo que haría con su Hijo Jesucristo.

3.                  Era una pena que Caifás estuviese tan sordo a los decretos divinos que evidentemente habrían de cumplirse. Aquello que el hombre quería evitar, Dios con su Soberana mano, lo haría prevalecer y es ahora cuando vemos el propósito de Dios cumplido en la obra de Jesucristo.

 

II. EL PROPÓSITO DE DIOS
(Jn. 11:51-52)
           

A.      EL PLAN DE DIOS


1.         En Juan 11:51-52 se explica el doble propósito de la profecía de Caifás quien era el Sumo Sacerdote aquel año cuando dice: “Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos”.

2.         Ya desde tiempos antiguos los profetas habían declarado lo que era el propósito de Dios con su pueblo. Ya él mismo había profetizado por medio del profeta Isaías en 40:10-11 cuando profetizó diciendo: “He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro. Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas.”

3.         Asimismo en Ezequiel 37:24 se nos muestra la profecía de que Dios mismo daría a David por pastor a Israel para que guardasen sus ordenanzas y las pusieran por obra, esta profecía evidentemente apuntaba al Señor Jesucristo: "Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor; y andarán en mis preceptos, y mis estatutos guardarán, y los pondrán por obra".

B.      EL PROPÓSITO REAL DE LA MUERTE DE CRISTO

1.         Ya Jesús en Juan 10:11 había declarado: "Yo soy el buen pastor: el buen pastor su vida da por las ovejas". Aún cuando Caifás se creía que él tenía poder para entregar a la muerte a Jesús, no sabía que precisamente era Jesús el que entregaba su vida por Israel y por las ovejas dispersas fuera de Israel cumpliendo el propósito de Dios.

2.         El texto también agrega que el propósito de su muerte, no sólo sería dar su vida por Israel sino para algo más cuando declara: profetizó que Jesús había de morir por la nación; y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.

3.         Aquí vemos cómo se cumple el adagio popular que dice: “El hombre propone, pero Dios es el que dispone”. Caifás tenía en su mente una cosa, pero Dios había decretado y dispuesto otra y lo que Dios había propuesto era lo que se iba a cumplir.

C.      EL PROPÓSITO PRINCIPAL DE DIOS

1.         La profecía dada por Caifás tenía una doble vertiente y él mismo, en su necedad, no alcanzaba a comprenderla, pero Juan si la reveló por el Espíritu Santo de Dios al narrar este acontecimiento, Juan declaró que el propósito de Dios con Cristo era hacerlo morir por la nación; y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos”.

2.         Es aquí donde vemos que Jesús se convierte en el único medio de salvación del hombre pecador, tanto de los judíos como de los gentiles. En esta revelación, el apóstol Juan apunta a la salvación de los judíos, pues estos eran los que estaban dispersos.

3.         Volviendo a citar lo dicho por Piper en la introducción vemos lo siguiente: Hay “hijos de Dios… dispersos”. Ellos son “ovejas no de este redil (judío)”. Esto quiere decir que Dios es muy agresivo en reunir a su pueblo para su Hijo. Llama a su pueblo a hacer discípulos, pero también va delante de ellos. Tiene un pueblo escogido antes de que sus mensajeros lleguen allá. Así que Jesús habla de conversos que Dios ha hecho suyos y luego han sido llevados a Cristo. “Todo lo que mi Padre me da vendrá a mí, y al que a mí viene, no le echo fuera… Tuyos eran, y me los diste” (Jn. 6:37; 17:6).

III. LA REUNIFICACIÓN DE SUS OVEJAS
(Jn. 10:16)

A.      LA DISPERSIÓN DE LAS OVEJAS

1.         Es una realidad que por la actitud de los pastores de Israel las ovejas de Dios estaban dispersadas por todo el mundo, Dios mismo declaró esto a los pastores diciéndoles de su plan de establecer un pastor que diera su vida por ellos cuando declara por medio de Ezequiel 34:2-16 lo que haría para pastorearlas. Así lo vemos en el (v. 15) cuando declara: “Yo apacentaré mis ovejas, y yo les daré aprisco, dice Jehová el Señor”.

2.         La dispersión también vino porque las ovejas gordas habían dañado el pasto que Dios les había proporcionado, de hecho en esta misma profecía, no sólo hay condena para los pastores que no supieron apacentar a las ovejas, sino también hay amonestación para las ovejas que abusan del rebaño.

3.         Aquí en Ezequiel 34:17-21 el Señor declara: “Mas en cuanto a vosotras, ovejas mías, así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo juzgo entre oveja y oveja, entre carneros y machos cabríos. ¿Os es poco que comáis los buenos pastos, sino que también holláis con vuestros pies lo que de vuestros pastos queda; y que bebiendo las aguas claras, enturbiáis además con vuestros pies las que quedan? Y mis ovejas comen lo hollado de vuestros pies, y beben lo que con vuestros pies habéis enturbiado. Por tanto, así les dice Jehová el Señor: He aquí yo, yo juzgaré entre la oveja engordada y la oveja flaca, por cuanto empujasteis con el costado y con el hombro, y acorneasteis con vuestros cuernos a todas las débiles, hasta que las echasteis y las dispersasteis”.

B.      LA PROMESA DEL BUEN PASTOR

1.         En Ezequiel 34:23 se ratifica como profecía la enseñanza de la obra pastoral del Señor Jesucristo cuando dice: “Y levantaré sobre ellas a un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David, él las apacentará, y él les será por pastor”. Es Cristo como descendiente de David con quien Dios hizo el pacto davídico y de quien descendería el Mesías prometido.

2.         Como vemos en Juan 10:16 Jesús es el que da cumplimiento a esta decisión de Dios cuando declara aquí: “También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor”. Esto nos enseña que por todo el mundo hay personas que Dios ha escogido para ser alcanzadas y salvadas por Jesucristo y es él el que las atraerá y las salvará.

3.         Cristo viene a cumplir este deseo de Dios, él se ha constituido en el glorioso buen pastor que da su vida por las ovejas. Así lo ratifica y asegura en cada unas de las ocasiones en que habló a sus discípulos de su condición de buen pastor. En Juan 10:11 declara: “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas”. 

C.   LA REUNIFICACIÓN DE LAS OVEJAS EN EL REDIL DE DIOS

1.         En Juan 10:27-30 Jesús declaró las características y beneficios de las ovejas verdaderas, las que estarán dentro de su redil y serán bendecidas por su Padre cuando dice: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos”.

2.         Está más que claro que en Jesús nosotros tenemos la seguridad que el Padre siempre ha prometido a aquellos que profesen la fe en Él y entienda que Él es el buen pastor ofrecido desde los días en que el Rey David escribió el Salmo 23.

3.         Este salmo 23 nos atestigua de todo aquello que Dios sería capaz de hacer por sus ovejas y todo cuanto el mismo David aseguró sería capaz de hacer aquel que pastorearía las ovejas del redil de Dios.
Jehová es mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días”.

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:
Para concluir debemos citar nuevamente con lo que fue la conclusión de nuestra introducción: “Jesús sufrió y murió para que las ovejas puedan oír su voz y vivir. Eso es lo que Caifás dijo sin saberlo: “Jesús moriría… no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos”. Él dio su vida para reunir las ovejas. Por su sangre compró la misericordia que hace su voz inconfundible para los suyos. Ore que Dios aplique esa misericordia a usted, y que usted pueda oírla y vivir.»

[1]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 110-111



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