jueves, 6 de octubre de 2011

46/52 RAZONES POR LA CUALES SUFRIÓ Y MURIÓ JESUCRISTO

Cuadragésima sexta razón
 
PARA DESTRUIR LA HOSTILIDAD
ENTRE LAS RAZAS

“Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre”.
Efesios 2:14-18

«La sospecha, el prejuicio y las actitudes degradantes entre judíos y gentiles (personas que no son judías) en tiempos del Nuevo Testamento, eran tan graves como las hostilidades raciales, étnicas y nacionales de nuestros días. Un ejemplo del antagonismo es lo que sucedió en Antioquia entre Cefas (algunas veces llamado Pedro) y Pablo. Pablo vuelve a contar la historia: “Pero cuando Pedro vino a Antioquia, le resistí cara a cara, porque era de condenar. Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión” (Gá. 2:11-12).

Pedro había estado viviendo en la libertad de Jesucristo. A pesar del hecho que era un judío cristiano, estaba comiendo con cristianos que no eran judíos. La pared divisoria había sido echada abajo. La hostilidad se había superado. Cristo murió precisamente para lograr esto. Pero entonces algunos judíos muy conservadores llegaron a Antioquia. Cefas se aterrorizó. Temió su crítica. Así, pues, se retiró de su fraternidad con los gentiles.

El apóstol Pablo vio lo que estaba pasando. ¿Qué iba a hacer? ¿Servir al estatus quo? ¿Mantener la paz entre los conservadores visitantes y los más liberados judíos cristianos de Antioquia? La clave de la conducta de Pablo se encuentra en estas palabras: “Vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio” (Gá. 2:14). Esta es una declaración crucial. ¡La segregación racial y étnica es un tema del evangelio! El temor de Cefas y su retirada de la camaradería por razones étnicas no eran “conforme a la verdad del evangelio”. Cristo había muerto para echar abajo esta pared. Y Cefas la estaba levantando otra vez.

Así que Pablo no sirvió al estatus quo, y no mantuvo una paz que negaba el evangelio. Confrontó a Cefas públicamente. “Le dije a Cefas delante de todos, si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar” (Gá. 2:14). En otras palabras, la retirada de Cefas de la camaradería con los cristianos que no eran judíos enviaba un mensaje fatal: hay que comportarse como judío para ser plenamente aceptable. Eso fue precisamente lo que Cristo abolió con su muerte.

Jesús murió para crear una forma totalmente nueva para la reconciliación de las razas. El ritual y las razas no son la base de una unión gozosa. Cristo lo es. Él cumplimentó (puso en ejecución una orden) la ley perfectamente. Todos los aspectos de la ley que separaban al pueblo terminaron en Él salvo uno: el evangelio de Jesucristo. Es imposible construir una unidad duradera entre las razas diciendo que todas las religiones pueden reunirse como igualmente válidas. Jesucristo es el Hijo de Dios. Dios lo envió al mundo como el solo y único medio de salvar a los pecadores y reconciliar las razas para siempre. Si negamos esto, socavamos los mismos cimientos de la eterna esperanza y eterna unidad entre los pueblos. Por su muerte en la cruz, algo cósmico, no parroquial, se alcanzó. Dios y hombre quedaron reconciliados. Solamente a medida que las razas encuentren y gocen esto se amarán y se gozarán entre sí para siempre. Al poner término a nuestro alejamiento de Dios, Cristo también lo supera entre las razas.»[[1]]

Veamos esta razón bajo el bosquejo que sigue a continuación:         

I.         CRISTO ES NUESTRA PAZ
II.       CRISTO DERRIBÓ LA PARED DE SEPARACIÓN
III.      CRISTO ABOLIÓ LA ENEMISTAD DE AMBOS PUEBLOS
IV.     CRISTO CREÓ DE AMBOS UN NUEVO HOMBRE
V.       CRISTO RECONCILIÓ A AMBOS CON DIOS POR MEDIO DE SU CRUZ
VI.     CRISTO MATÓ LA ENEMISTAD
VII.    CRISTO TRAJO LA PAZ
VIII.  CRISTO ABRIÓ UNA VÍA DE ACCESO

En estos tres versículos vemos ocho verdades que Cristo hizo por nosotros al morir en la Cruz del Calvario:

I. CRISTO ES NUESTRA PAZ
(Ef. 2:14)

A.      CRISTO ES LA PAZ QUE UNE

·        El texto que nos ocupa declara: “2:14 Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, 2:15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, 2:16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. 2:17 Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; 2:18 porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre”.

·        El apóstol Pablo declara en el texto que nos ocupa lo siguiente: “Porque él es nuestra paz”. La palabra paz aquí significa “juntar lo separado”. Esto es de lo que se nos viene hablando en el pasaje que estudiamos, que había dos pueblo que estaban separados, desunidos y en guerra continua, pero ahora Cristo viene a este mundo, a sufrir y a morir en la Cruz del Calvario constituyéndose en nuestra paz.

·        Como podemos observar, el propósito de los sufrimientos y muerte de Cristo fue precisamente que los judíos y gentiles; fuesen juntados. Por esta causa el apóstol Pablo dice que Cristo se convierte en “Nuestra paz”: La paz de ambos, pues unificó ambos pueblos en lo que hoy es la Iglesia (Is. 9:6; Jn. 14:27).

II. CRISTO DERRIBÓ LA PARED DE SEPARACIÓN
(Ef. 2:14)

A.      CRISTO ES EL PODER QUE DERRIBA LA PARED

·        El texto que nos ocupa declara: “2:14 Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, 2:15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, 2:16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. 2:17 Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; 2:18 porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre”.

·        Cuando el apóstol Pablo dice: “que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación”. Esa pared de la cual habla Pablo se traduce también como el “vallado”, y se refiere a la economía mosaica que separaba a judíos y gentiles.

·        Es una realidad que esa separación era algo que afectaba tremendamente la conciencia de los hombres en aquellos días, como también se afecta hoy por tantos prejuicios raciales, étnicos y religiosos que existen en la mente de los hombres.

III. CRISTO ABOLIÓ LA ENEMISTAD DE AMBOS PUEBLOS
(Ef. 2:15)

A.      CRISTO ES EL QUE IMPUTA A SU CARNE LAS ENEMISTADES

·        El texto que nos ocupa declara: “2:14 Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, 2:15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, 2:16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. 2:17 Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; 2:18 porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre”.

·        El texto declara ahora: “aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas”. Cuando se habla de que abolió la enemistad está diciendo que por medio de su muerte en la Cruz abolió la ley en su capacidad obligatoria (Col. 1:20-22), y quitó la enemistad que existía entre judío y gentil.

·        Al morir en la Cruz del Calvario “Abolió”: Lo que es lo mismo que decir que “anuló”; o fue la causa por la que después de su muerte la ley sea inoperable para hacer lo que Él hizo para lograr unir a ambos pueblos.

IV. CRISTO CREÓ DE AMBOS UN NUEVO HOMBRE
(Ef. 2:15)      

A.      CRISTO ES EL PODER DE LA UNIÓN
·        El texto que nos ocupa declara: “2:14 Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, 2:15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, 2:16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. 2:17 Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; 2:18 porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre”.

·        Pablo Ahora habla de propósito y dice que Cristo sufrió y murió en la Cruz del Calvario: “para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre”. El apóstol Pablo sabe lo que está diciendo ahora, él está hablando de una nueva clase de hombre, el cristiano. El judío sigue siendo judío y el gentil, gentil, pero ambos se unen en Cristo como un nuevo hombre.

·        Este hecho es algo nuevo, desconocido hasta entonces, donde las distinciones judías y gentiles se pierden en este nuevo orden. Nuevo, no en tiempo, sino en cualidad. “Hombre”, no masculino (ανήρ), sino (άνθρωπος), hombre racial, genérico, individual”; compuesto de hombres y mujeres nuevos en el cuerpo de Cristo. Esta nueva creación y unión tienen su cimiento y principio en Cristo. Pablo enseñó esto en otras epístolas (Col. 3:9-11; 1 Co. 12:12, 13).

V. CRISTO RECONCILIÓ A AMBOS CON DIOS POR MEDIO DE SU CRUZ (Ef. 2:15)  

A.      CRISTO ES EL PODER DE LA RECONCILIACIÓN

·        El texto que nos ocupa declara: “2:14 Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, 2:15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, 2:16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. 2:17 Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; 2:18 porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre”.

·        La reconciliación no es solo entre judío y griego, sino entre el hombre y Dios, y favorece la idea de restauración a una condición que existía previamente. “Apo = από”, de nuevo; “catallasö = καταλλάσω”, reconciliar a aquellos que diferían (hombre y Dios) por causa del pecado. En Cristo el pecador es reconciliado con Dios voluntariamente (2 Co. 5:18, 19), judío y gentil, en un cuerpo a Dios. (1 Co. 10:17; Ef. 4:4; Col. 3:15).


·        Cuando Cristo va a la Cruz del Calvario, no sólo reconcilia a judíos y gentiles, al hombre con Dios, sino que también nos entrega y comisiona a ejercer el ministerio de la reconciliación. El apóstol Pablo en 2 Corintios 5:17-19 nos expresa esta encomienda diciendo: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación”.

VI. CRISTO MATÓ LA ENEMISTAD
(Ef. 2:16)      

A.      CRISTO ES EL ANIQUILADOR DE LAS ENEMISTADES

·        El texto que nos ocupa declara: “2:14 Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, 2:15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, 2:16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. 2:17 Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; 2:18 porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre”. Es por esto que decimos que Cristo mató la enemistad entre el pecador y Dios.

·        La enemistad aquí se refiere a la del pecador con Dios (2:16). En (2:15) se refiere a judío y gentil. No así en (2:16), pues el objeto aquí es mostrarnos la reconciliación entre Dios y el hombre (“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” Ro. 5:1 y “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” Ro. 8:1).

VII. CRISTO TRAJO LA PAZ
(Ef. 2:17)      

A.      CRISTO SE CONSTITUYE EN EL PACIFICADOR POR EXCELENCIA

·        El texto que nos ocupa declara: “2:14 Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, 2:15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, 2:16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. 2:17 Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; 2:18 porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre”.

·        Una vez que las enemistades son matadas, no queda más que hacer la paz. Esto lo vemos a continuación en (2:17), “y habiendo venido” (en su primera venida) “ercomai = ευηγγελίσατο”, anunció buenas nuevas (Lc. 4:18). Cada vez que el evangelio es anunciado son buenas nuevas para todos los gentiles que estaban lejos y a los judíos que estaban cerca. No hay diferencia (Hch. 15:9, 11; Ro. 3:22, 23; 10:9-13).

·        Cristo en Su poder, después de la resurrección, anunció las buenas nuevas a los apóstoles y mandó que las anunciaran por todo el mundo. ¿Por qué esta paz? Porque la maldición de la ley ha sido quitada junto con la culpa del pecado y la salvación ha sido lograda. Ahora todos son llamados al arrepentimiento y a obtener la salvación, sin distinción de nacionalidad o raza (Mt. 28:18-20; Jn. 1:29; 3:16). Judíos y gentiles, todos son llamados.

VIII. CRISTO ABRIÓ UNA VÍA DE ACCESO AL PADRE
(Ef. 2:18)
           
A.      CRISTO ES EL ÚNICO CAMINO SEGURO PARA LLEGAR AL PADRE

·        El texto que nos ocupa declara: “2:14 Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, 2:15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, 2:16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. 2:17 Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; 2:18 porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre”.
  
·        La palabra entrada en griego “Prosagögë = προσάγω” Es utilizada cuando uno procuraba una audiencia con un soberano. Los santos de Dios tenemos la audiencia con el Padre asegurada por medio del Espíritu Santo (Jn. 14:6; 1 P. 3:18; Ef. 3:12). Notemos la Trinidad en este versículo: Dios Hijo provee el camino a la presencia del Padre por medio del Espíritu Santo.

·        Dios Espíritu Santo conduce al santo dentro y lo presenta. Dios Padre es aquel ante cuya presencia el creyente es traído. El velo ha sido rasgado (He. 10:14-25). La única manera de llegar al Padre; ya no importan las religiones ni las opiniones de nadie. Es por medio del derramamiento de Su sangre (2:13), por medio del sacrificio de Su carne (2:15), y la maldición que Él soportó sobre esa cruz (2:16).

·        No hay otro camino (Jn. 3:16-18; 10:9; 14:6; Hch. 4:12; etc.) Esta entrada al Padre es más que una oración, es una condición del alma, al saber que descansamos en las manos del Señor.

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:

            Está más que claro que Cristo Jesús vino para que nosotros entendiéramos que no debe haber ningún tipo de hostilidad entre las razas y mucho menos cuando se refiere a predicarles el evangelio.
            Dios en su Gracia no ha tenido ningún tipo de acepción de personas cuando se refiere a la salvación, por lo tanto Él ha escogido para salvar de todas las naciones, tribus y razas. Aquí podemos citar para concluir lo que se dice en Apocalipsis “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero”.
                                                                                                                                               

[1]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 106-107


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