viernes, 30 de septiembre de 2011

44/52 RAZONES POR LA CUALES SUFRIÓ Y MURIÓ JESUCRISTO

Cuadragésima cuarta razón
 PARA DESARMAR A LOS PRINCIPADOS
Y A LAS POTESTADES

“…anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.
Colosenses 2:14-15

“Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo”.
1 Juan 3:8

Para iniciar el estudio de esta Cuatrigésima segunda razón entendamos primero que todo ser humano está bajo el juicio de Dios y el diablo los tiene a su merced porque razón tiene para acusarnos y para proponernos como reos ante el trono de Dios por nuestro pecado y desobediencia al creador. El cuadro donde nos encontramos es tétrico y patético, pero los que creemos en Cristo tenemos una gran esperanza.

La Biblia dice que sobre todo hombre pesa una sentencia judicial, “Porque la paga del pecado es muerte” (Ro. 6:23). En este proceso judicial, como en todos los procesos, tenemos UN JUEZ, UN ABOGADO DEFENSOR, EL ACUSADOR Y EL ACUSADO. Cada uno de ellos hace su papel a la perfección, por cuanto es una realidad la situación en que nos encontramos dentro de la cual podemos asegurar que:
·         Dios es el Juez Justo, inmutable, y no hace acepción de personas. De acuerdo a su Palabra juzga justamente (Gn. 18:25; Sal. 7:11; Jer. 25:31; 2 Ti. 4:8).
·         Jesucristo es el abogado defensor que intercede ante el Padre, frente a las acusaciones de Satanás, sólo por aquellos que le han aceptado (1 Jn. 2:1; 1 Ti.2:5).
·         Satanás es el que funge ante el Padre como el acusador de los hermanos y fiscal de los hechos pecaminosos del hombre (Zac. 3:1 y Ap. 12:10).
·         Nosotros somos reos de muerte y estamos condenados al infierno eterno por causa de nuestro pecado (Ro. 3:22b y 23a; 6:23a).

Lamentablemente algunos piensan que en el día del juicio, Dios podrá ser sobornado por aquellas llamadas buenas obras que tratarán de poner los hombres en balanza con sus pecados para invalidar la paga de los mismos y afectar la justicia divina, pero nosotros, los que conocemos de la Palabra de Dios y conocemos al Dios de los cielos sabemos que sólo Jesucristo podrá darnos en aquel día liberación de esa sentencia por lo que hizo en la cruz del Calvario.


Con la obra de la Cruz del Calvario Jesús ejecutó 4 acciones fundamentales a favor de aquellos que le confiesan como Señor y Salvador:           

I.     ANULÓ EL ACTA DE LOS DECRETOS
II.   LA QUITÓ DE EN MEDIO
III.  LA CLAVÓ EN LA CRUZ
IV. LA EXHIBIÓ PÚBLICAMENTE

I. ANULÓ EL ACTA DE LOS DECRETOS
(Col. 2:13-14)
       
A.      EL ACTA DE LOS DECRETOS

1.         En el texto que nos ocupa el apóstol Pablo declara que nuestro Señor Jesucristo nos salvó: “…anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.” Jesús hace esto con el objetivo de destacar el paquete de beneficios que trae al creyente vivificado que ha confiado en él para ser salvo y no en sus buenas obras.

2.         Dios, como Juez Justo hace una declaración fenomenal, impactante e inesperada en esta porción de la Palabra, declaración que llena de gozo al reo acusado y en estado de muerte y separación, pero al mismo tiempo define lo que es esta “acta de los decretos” (cheirógraphon tois dógmasin) como “la obligación legal promulgada como decreto en la que se hace una declaración escrita reconociendo la existencia de una deuda, firmada personalmente por el deudor”.

                        3.         Para por si no lo sabíamos, está claro que todos estamos condenados por nuestro pecado. Ya hemos dicho lo que se ha planteado desde tiempos inmemoriales cuando ya los profetas habían declarado esa verdad diciendo: “He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá” (Ez. 18:4).

B.      ACTA QUE HABÍA CONTRA NOSOTROS

1.         En este pasaje se habla con respecto al acta de los decretos que nos acusaba y nos condenaba en el tiempo pretérito imperfecto diciendo: “…que había contra nosotros”. Declarando que esta acción ocurrió en el pasado pero queda activa operando en el tiempo para todo aquel que desee que esta acta no exista para su condenación, esta acta todavía puede ser eliminada, sacada de los archivos condenatorios del tribunal de Dios para aquel que lo acepte.

2.         El pastor Piper declara en su devocional al respecto: «En la muerte de Jesús, Dios estaba “anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz” (Col. 2:14).»[[1]]. Es por esta razón que podemos hablar en pasado de esta acción ejecutada por Dios en el momento de la crucifixión de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

3.         Cuando estamos diciendo que el pasaje habla en pretérito imperfecto estamos considerando que es una acción que ya ocurrió, que ya se hizo realidad, que ya no afecta a ninguno de nosotros los que hemos creído en Cristo, pero como hemos dicho todavía está activa y puede afectar los que todavía aceptan a Cristo como su Señor y Salvador. Por esta causa el texto utiliza la aclaración: “…que había contra nosotros”.

C.      ACTA QUE NOS ERA CONTRARIA

1.         Esa acta, no sólo nos condenaba y era contra nosotros para alcanzar el cielo y la vida eterna, sino que ahora se agrega la expresión: “…que nos era contraria”. Por supuesto que nos era contraria, porque nos condenaba, nos desarmaba en cualquiera de los argumentos que pudiésemos presentar a favor nuestro en el juicio final del gran trono blanco.

2.         Esa acta está activa para los que no han confiado en Cristo, está contenida en los libros que serán abiertos en el día del juicio final donde Satanás estará acusando a los escogidos de Dios. Aquí recordamos las palabras del apóstol Juan en Apocalipsis 20:12 cuando dice al respecto: “Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras”.

3.         La gran bendición del cristiano es que ya esta acta ha sido deshabilitada para los propósitos de Satanás. Sobre esto citamos nuevamente al pastor Piper que dice: «Acusar al pueblo de Dios era la gran tarea del diablo antes de Cristo. La misma palabra “Satanás” quiere decir “adversario o acusador”. Pero vean lo que sucedió cuando Cristo murió. Estas son palabras del apóstol Juan: “Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos(Ap. 12:10). Esta es la derrota y el desarme de los principados y las potestades.

            Ahora en Cristo no puede prevalecer ninguna acusación contra el pueblo de Dios. “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica” (Ro. 8:33). Ni el hombre ni Satanás pueden hacer una acusación permanente. El caso legal está cerrado. Cristo es nuestra justicia. Nuestro acusador está desarmado. Si trata de hablar en la corte del cielo, la vergüenza cubrirá su rostro. ¡Oh, cuán osados y libres seríamos en este mundo si buscáramos servir a Cristo y amar a las personas! No hay condenación para los que están en Cristo. Vamos a apartarnos de la tentación del diablo. Sus promesas son mentiras y su poder está desmantelado.»[[2]]

II. LA QUITÓ DE EN MEDIO
(Col. 2:13-14)
       
A.      HA QUITADO

1.         En el pasaje se explica: «Cristo, mediante su muerte, “ha quitado” (herisen) de en medio dicha “acta”. El verbo “ha quitado” es el perfecto de indicativo, voz activa de (airo) que significa “quitar”, “levantar”. El tiempo perfecto contempla una acción terminada cuyos resultados permanecen. El modo indicativo sugiere la realidad de la acción. La muerte de Cristo ha abolido la deuda del pecado.

2.         Lo que se está diciendo aquí es que dicha deuda fue clavada en la cruz y cancelada para siempre. Ahora el hombre pecador puede venir a la cruz y recibir el perdón de sus pecados y el regalo de la vida eterna sobre la base del sacrificio realizado por Cristo una vez y para siempre en beneficio del pecador.»[[3]]

                        3.         La realidad es que Dios, al haber quitado de en medio esa acta que nos era contraria, que era contra nosotros nos imputa los méritos de Cristo obtenidos por obediencia en la Cruz del Calvario. Aquí podemos recordar lo que nos dice el apóstol Pablo en 2 Corintios 5:21 al declarar: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”. 

B.      QUITÁNDOLA DE EN MEDIO

1.         El texto agrega diciendo: “…quitándola de en medio”. La realidad es que las cosas que están en el medio entorpecen todo. Aquí nos podemos hacer una pregunta ¿En medio de que? ¿Entorpeciendo que?

2.         El acta de los decretos estaba en medio de Dios y nosotros, Dios aún cuando nos amaba y deseaba proveer salvación para nosotros, hombres pecadores, no podía hacer nada a menos que alguien quitase esa acta de los decretos que se lo impedía. La posibilidad de salvación para nosotros era nula porque esa acta declaraba que “la paga del pecado es muerte”.

3.         Pero Cristo, en aquel acto de amor, ejecutado en la Cruz del calvario tomó esa acta de los decretos que nos era contraria y la quitó de en medio. La quitó del lugar donde estaba porque estorbaba para poder imputar su justicia a la causa de nosotros pecadores permitiendo así que Dios perdonara el castigo que merecía todo el que es de la fe de Jesús.

III. LA CLAVÓ EN LA CRUZ
(Col. 2:13-14)
       
A.      EL ACTA ESTÁ CLAVADA EN LA CRUZ

1.         Como una evidencia de lo que él mismo ha hecho a favor del hombre pecador, junto con su crucifixión, Jesús clavó en la Cruz del Calvario esa acta de los decretos. No la dejó a merced de aquellos que hubiesen querido destruir esa acta con sus propias manos, sino que la dejó ahí, clavada en la Cruz.

2.         Esta expresión apunta hacia los clavos que traspasaron las manos y sus pies de Jesús para llevarlo a la muerte. Cada vez que el diablo acusa a los creyentes de sus pecados, los que confiamos en Cristo y nos hemos convertido a Él, sólo tenemos que apuntar hacia la realidad de la Cruz del Calvario, hacia ese hecho ignominioso que allí ocurrió y donde Jesús dejó el acta que nos era contraria.

                        3.         Todavía hoy a 2000 años de ese acontecimiento sin igual, los pecadores arrepentidos tenemos un lugar a donde ir, un decreto a nuestro favor que levantar ante las acusaciones que el diablo desea traer a nuestras mentes y a nuestras conciencias y señalarle la Cruz del Calvario para apagar toda acusación y todo castigo que se desee imputarnos. 

IV. DESPOJÓ A TODO PRINCIPADO Y POTESTAD
(Col. 2:13-14)
       
A.      EL DESPOJÓ A TODO PRINCIPADO Y POTESTAD

1.         El pasaje continúa diciendo: “…anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz Colosenses 2:14-15. El apóstol Juan también declara en 1 Juan 3:8 lo que destacamos a continuación cuando dice: “Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo”.

2.         Sobre esto dice el pastor Piper: «En la Biblia, “principados y potestades” pueden referirse a gobiernos humanos. Pero cuando leemos que sobre la cruz de Cristo despojó a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente y “triunfó sobre ellas”, tiene que referirse a los poderes demoníacos que afligen al mundo. Una de las más explícitas declaraciones sobre estos poderes diabólicos está en Efesios 6:12. Allí se dice que los cristianos no luchan “contra carne ni sangre sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”.
Tres veces a Satanás se le llama “gobernador de este mundo”. Cuando Jesús se acercaba ya a la última hora de su vida dijo: “Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera” (Jn. 12:31). La muerte de Jesús fue la derrota decisiva del “príncipe de este mundo”, el diablo. Y como Satanás se va, con él se van todos sus ángeles caídos. Todos ellos sufrieron un golpe decisivo o derrota cuando Cristo murió.
No que dejaran de existir. Nosotros luchamos contra ellos aún ahora. Pero son un enemigo derrotado. Nosotros sabemos que tenemos la victoria final. Es como si a un gran dragón le hubieran cortado la cabeza y estuviera revolviéndose y desangrándose antes de morir. La batalla está ganada. Pero debemos tener cuidado del daño que puede hacer.
Así es como Jesús desarmó los principados y potestades y los exhibió públicamente. En otras palabras, si la Ley de Dios ya no nos condena, porque Cristo canceló nuestra deuda, Satanás no tiene fundamento para acusarnos.»[[4]]

3.         Hemos de recordar que los principados y las potestades malignas que habían luchado contra Cristo tan poderosamente a través de su ministerio para que él abandonara el camino de la Cruz ahora quedaban en derrota, ahora quedaban expuestas como lo que eran, seres malignos.

B.      LOS EXHIBIÓ PÚBLICAMENTE

1.         Aquí comenzó la bendición y victoria del creyente por la obra de Cristo, sobre esto dice el Dr. Carballosa: «El verbo “exhibió” (edeigmátisen) es un aoristo indicativo, voz activa de deigmatidso. El aoristo fija la atención en el hecho ocurrido y el modo indicativo destaca la realidad del hecho. Este vocablo usado con referencia a la exhibición de trofeos o esclavos ganados en batalla por un conquistador.

2.         El cuadro que el apóstol Pablo destaca aquí apunta al hecho de que, en la cruz, el Señor Jesucristo públicamente triunfó sobre las huestes del mal. En la cruz, Cristo cargó con el pecado de la raza humana y, por medio de la muerte, venció decisivamente al que tenía el poder de la muerte.»[[5]]

C.      SU TRIUNFO EN LA CRUZ

1.         El pasaje a apunta al hecho real de cómo Cristo luego de este hecho se declara triunfante sobre todo principado y potestad en la misma Cruz del Calvario. La figura que presenta aquí el apóstol Pablo es la de un victorioso líder militar, el emperador romano, a la cabeza de la procesión triunfal de sus cautivos de guerra.

2.         Según explica el Dr. Carballosa: «Ese era uno de los honores más altos que un general romano podía alcanzar. Antes de hacer la procesión tenía que reunir ciertas condiciones. Tenía que ser él, el comandante en jefe en el campo de batalla. Además, la campaña tenía que haber sido completada victoriosamente. Un número considerable de enemigos tenía que haber caído en batalla y una extensión considerable de territorio haber sido conquistada. Esa figura es particularmente aplicable a Cristo cuando venció a los poderes del mal en la cruz.»[[6]]

3.         Carballosa continúa diciendo: «Cristo era el comandante en jefe en el campo de batalla cuando se consiguió la victoria. Las fuerzas enemigas más poderosas cayeron, las del reino satánico, y una positiva y extensa bendición fue asegurada: la salvación espiritual.»[[7]]

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:

            Cuando leemos y estudiamos el alcance de la obra de la Cruz y la manera en que Jesús se ofreció a sí mismo para lograr tal vindicación para el creyente que hoy goza de la salvación y de la vida eterna, no nos queda otra cosa que hacer que no sea dar la Gloria y la Honra a aquel que lo merece todo, al Dios de los Cielos y a Jesucristo su Unigénito Hijo.

            Gracias Señor por tan grande don derramado sobre nosotros por Gracia.


[1]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 103.
[2]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 103.
[3]Epístola a los Colosenses, Dr. Luís Evis Carballosa - Página 69.
[4]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 103-104.
[5]Epístola a los Colosenses, Dr. Luís Evis Carballosa - Página 69.
[6]Epístola a los Colosenses, Dr. Luís Evis Carballosa - Página 69.
[7]Epístola a los Colosenses, Dr. Luís Evis Carballosa - Página 69.


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