jueves, 22 de septiembre de 2011

42/52 RAZONES POR LA CUALES SUFRIÓ Y MURIÓ JESUCRISTO

Cuadragésima segunda razón
PARA QUE ESTUVIÉSEMOS CON ÉL
INMEDIATAMENTE DESPUÉS
DE LA MUERTE

“(Cristo) murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él”.
1 Tesalonicenses 5:10

“Para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor”.
Filipenses 1:21, 23

“Más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor”.
2 Corintios 5:8

            Son tantas las personas, aún creyentes, que se preguntan ¿Qué pasará con los que mueren en Cristo? ¿Sus almas se quedan durmiendo con el cuerpo o estará en un estado de inconciencia? ¿Inmediatamente muere el creyente está con el Señor o tendrá que esperar el momento de la resurrección del cuerpo para estar con Él?

            Hoy daremos respuesta a estas inquietudes por la Palabra de Dios en esta cuatrigésima razón por lo cual Nuestro Señor Jesucristo sufrió y murió en la Cruz del Calvario.  Al respecto dice el pastor Piper: «La Biblia no ve nuestros cuerpos como algo malo. El cristianismo no es como algunas antiguas religiones griegas que trataban el cuerpo como una carga que con gusto soltamos. No, la muerte es un enemigo. Cuando nuestros cuerpos mueren, perdemos algo precioso. Cristo no está contra el cuerpo, sino a favor del cuerpo. La Biblia es clara en cuanto a esto: “El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo” (1 Co. 6:13). Esta es una maravillosa declaración: ¡El Señor es para el cuerpo!

            Pero no debemos ir tan lejos como para decir que sin el cuerpo no podemos tener vida y conciencia. La Biblia no enseña esto. Cristo murió no solo para redimir el cuerpo, sino también para atar el alma tan estrechamente a sí mismo que, aun sin el cuerpo, estamos con Él. Este es un profundo consuelo en la vida y en la muerte, y Cristo murió para que pudiésemos gozar esta esperanza.»[[1]]
           
            Incursionemos en esta enseñanza bíblica con el bosquejo siguiente:

I.   EL CREYENTE VIVIRÁ JUNTO A CRISTO SIEMPRE
II.  EL CREYENTE GANA CUANDO MUERE
III. EL CREYENTE ANHELA ESTAR EN LA PRESENCIA DEL SEÑOR

I. EL CREYENTE VIVIRÁ JUNTO A CRISTO SIEMPRE
(1 Tes. 5:10)

A.      CRISTO MURIÓ POR NOSOTROS

1.         “(Cristo) murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él” 1 Tesalonicenses 5:10. Cuando miramos hacia la obra de Cristo frente al temor de la muerte que todos los seres humanos experimentamos, nos trae un singular y poderoso aliento espiritual.

2.         La muerte sustitutiva de Cristo es una sin igual garantía para entender el por qué dio su vida por nosotros. El apóstol Pablo nos muestra en este pasaje la forma en que su muerte hace evidente el deseo expreso de estar con nosotros siempre.

3.         El pasaje que estudiamos aquí es tremendamente claro con respecto al deseo del Señor de hacernos saber lo que Él pensaba al decidir morir por nosotros de preservarnos protegidos y a su lado.

B.      CRISTO NOS DIO UNA ESPERANZA INCONDICIONAL

1.         Este primer texto dice: “(Cristo) murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él”. Esto nos muestra la manera incondicional como Cristo nos da esta gran esperanza a través del apóstol Pablo.

2.         En esta epístola el apóstol Pablo nos está profetizando los detalles de los acontecimientos del fin. En el (v. 9) declara: “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él”.

3.         Esta es una tremenda esperanza, de hecho el verso siguiente continúa diciendo: “Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis”. La realidad es que no importa lo que pase al creyente estaremos unidos al Señor siempre.

C.      CRISTO NOS ASEGURA UNA RELACIÓN PERMANENTE CON ÉL

1.         Al respecto de esta cuatrigésima razón por la que Cristo sufrió y murió dice el pastor Piper: «Esta es una de las grandes razones por las que Cristo sufrió. “(Él) murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él” (1 Tes. 5:10). Como dormido, el cuerpo yace allí en la tumba. Pero nosotros vivimos con Cristo en el cielo. Esta no es nuestra esperanza final. Algún día el cuerpo resucitará. Pero aún así, estar con Cristo es algo inexpresablemente precioso.»[[2]]

2.         Esta enseñanza nos ayuda a comprender que desde el mismo instante que nosotros nos desvistamos de esta morada terrenal, esa cobertura quedará inerte, pero nuestra alma estará en la presencia de Cristo.

3.         No hay que vacilar ante tan maravillosa promesa, más bien, cada creyente debe fortalecer su esperanza en las palabras que ahora se nos puntualizan en esta porción de las Escrituras. Por tanto, no hay por qué temer, no hay por qué pensar en que la muerte no es un momento de gloria y de liberación que nos asegura el paso a la eternidad en su presencia.

II. EL CREYENTE GANA CUANDO MUERE
(Fil. 1:21, 23)

A.      EL VIVIR ES CRISTO

1.         El creyente comprometido con la causa de Cristo sabe perfectamente que su vida en esta tierra consiste en vivir para Cristo. Al igual que el apóstol Pablo puede decir: “Para mí el vivir es Cristo…” Filipenses 1:21a.

2.         Es una realidad que para un creyente no hay razón de vivir en esta tierra que no sea servir al Señor y vivir para Él. Todos quisiéramos estar permanentemente en esta tierra y no tener que pasar por el momento de la muerte y ser de beneficio para el Señor aquí en la obra del Señor.

3.         De hecho en el (v. 22) Pablo declara: Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger”. Cuando vemos la obra de Dios prosperando y las almas convirtiéndose deseamos seguir siendo partícipes de esa Gracia de Dios, pero aún cuando sabemos que todo esto es ganancia, hay un sentimiento que nos pone en estrecho ante desear irnos al cielo.

B.      TODO CREYENTE DESEA ESTAR EN ESTA TIERRA PARA NO VER MUERTE

1.         Es por esto que el pastor Piper declara ahora: «De una parte la Biblia habla sobre perder el cuerpo en la muerte como un tipo de desnudez para el alma: “Los que estamos en este tabernáculo (=el cuerpo) gemimos... porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos” (2 Co. 5:4). En otras palabras, nosotros más bien preferiríamos pasar directamente de aquí a la resurrección del cuerpo sin tiempo intermedio en la tumba. Eso es lo que experimentarán los que estén vivos cuando Cristo regrese del cielo.»[[3]]

2.         Lamentablemente pasar de esta tierra a la eternidad sin ver muerte es el anhelo por excelencia de todos los cristianos, pero a menos que no estemos vivos al momento de la venida del Señor es imposible que podamos liberarnos de la realidad del paso de la muerte.

3.         De hecho este paso es en la mayoría de los casos algo tremendamente traumático por el hecho del desconocimiento de lo que nos espera y la separación de lo que dejamos aquí. El mismo apóstol Pablo en 1 Tesalonicenses 4:13 nos dice: “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza”.  Con la esperanza de que los cristianos no actuemos como incrédulos ante la muerte.

C.      EL CREYENTE SABE QUE EL MORIR ES GANANCIA

1.         Esta es la conclusión del pastor Piper cuando dice: «Pero por otra parte, la Biblia celebra el tiempo intermedio, en el que nuestras almas están en el cielo y nuestros cuerpos en la tumba. Esta no es la gloria final, aunque es gloriosa. Leemos, “El vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (Fil. 1:21). “¡Ganancia!” Sí, pérdida del cuerpo por una temporada. En un sentido “desnudados”. Pero más que ninguna otra cosa, “¡ganancia!” ¿Por qué? Porque la muerte para el cristiano significa ir para la casa con Cristo. Como dice el apóstol Pablo, “(Tengo) deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es mucho mejor” (Fil. 1:23).»[[4]]

2.         La verdad es que es maravilloso y grandioso saberse ya en el cielo eterno al lado de nuestro creador, coronados de gloria y heredando las promesas gloriosas que el Señor mismo nos profetizó que recibiríamos al llegar al cielo.

3.         Ciertamente que esto es muchísimo mejor como nos apunta el apóstol Pablo al decir: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor”. 

III. EL CREYENTE ANHELA ESTAR EN LA PRESENCIA DEL SEÑOR
(2 Co. 5:8)

A.      EL DESEO ANHELANTE DE PABLO

1.         “Más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor” 2 Corintios 5:8. Este pasaje es otra prueba más de que el apóstol Pablo no contemplaba la posibilidad de un cuerpo o estado intermedio entre la muerte y la resurrección con respecto al alma del creyente.
2.         Como vemos en el texto, decir que estamos “ausentes del cuerpo”, significa que inmediatamente estaremos en “la presencia del Señor”. No hay dudas sobre esta real transición, sin escala, del creyente al pasar de esta vida a la eternidad.

3.         Todas esas doctrinas, la del alma durmiendo, la del purgatorio, la de un estado transitorio hasta la venida del Señor, son puras especulaciones de los hombres que en su ignorancia no han aprendido a ver y a esperar en las promesas de Dios.

B.      EL ANHELO DE LA CREACIÓN

1.         Romanos 8:19 nos enseña Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo”.

2.         Observando esta enseñanza del apóstol Pablo entendemos claramente lo que sentimos los creyentes acerca de ese deseo de partir y estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. Si la misma creación siente este deseo de liberación, que no será aquellos que queriendo vivir en el Espíritu, estamos rodeados de tanta esclavitud de corrupción.

3.         No hay creyente en esta tierra que viva crucificando la carne con sus pasiones y deseos que no anhele que el día del Señor llegue y sea libertado de esta mundanalidad que nos rodea. Para finalizar dice el pastor Piper hablando del la realidad de que es mucho mejor estar presente al Señor: «“¡Mucho mejor!” Todavía no es en todo sentido lo mejor. Eso vendrá cuando el cuerpo sea resucitado en salud y gloria. Pero todavía “mucho mejor”. Estaremos con Cristo en una forma que es más íntima, más “en casa”. Por eso los primitivos cristianos decían: “Más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor” (2 Co. 5:8). Los que creemos en Cristo no nos salimos de la existencia cuando  morimos. No vamos a una clase de sueño del alma”: Vamos a estar con Cristo. Estaremos “en casa”. Esto es “mucho mejor”. Esto es “ganancia”.»[[5]]

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:
Dios desea que todos sus hijos tengan ese anhelo, vivamos gozosos y esperanzados de que ese día llegue y que sepamos que cuando vayamos a su presencia, estaremos mucho mejor y todo será ganancia sobre ganancia.



[1]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 98-99.
[2]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 99.
[3]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 99.
[4]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 99.
[5]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 99.


No hay comentarios:

Publicar un comentario