sábado, 20 de agosto de 2011

35/52 RAZONES POR LA CUALES SUFRIÓ Y MURIÓ JESUCRISTO

Trigésima quinta razón 
 PARA HACER DE SU CRUZ LA BASE
SOBRE LA CUAL NOS GLORIARNOS

“Lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo”.
Gálatas 6:14

Entramos en la trigésima tercera razón por lo cual Cristo Jesús sufrió y murió en la Cruz del Calvario tratando de explicar una vez más su obra sacrificial y el propósito de la misma. En este caso, sabemos que los hombres buscamos obtener gloria de los hombres más sin embargo el mismo Jesús declaró que no recibía gloria humana. Ahora el apóstol Pablo, fiel seguidor de los principios cristianos de igual manera apunta a la gloria de Cristo.

            El pastor piper dice: «Esto parece ir demasiado lejos. ¡Gloriarse sólo en la cruz! ¿Realmente? ¿Literalmente sólo en la cruz? Aun la Biblia habla sobre otras cosas en qué gloriarnos. Gloriarse en la gloria de Dios (Ro. 5:2). Gloriarse en nuestras tribulaciones (Ro. 5:3). Gloriarse en nuestras debilidades (2 Co. 12:9). Gloriarse en el pueblo de Cristo (1 Tes. 2:19). ¿Qué quiere decir “sino” aquí?

            Quiere decir que las demás formas de gloriarse deben ser un gloriarse en la cruz. Si nos gloriamos en la esperanza de gloria, ese gloriarnos debe ser gloriarnos en la cruz de Cristo. Si nos gloriamos en el pueblo de Cristo, ese mismo gloriarnos debe ser un gloriarnos en la cruz. Gloriarse “sino en la cruz” quiere decir que solo la cruz hace posible gloriarse uno legítimamente de otras cosas, y cada gloriarse legítimo debe, por consiguiente, honrar la cruz.

¿Por qué? Porque toda cosa buena, realmente, aun toda cosa mala que Dios encamina a lo bueno, la obtuvo para nosotros la cruz de Cristo. Aparte de la fe en Cristo, los pecadores obtienen solamente juicio. Sí, hay muchas cosas buenas que reciben los incrédulos.

Pero la Biblia enseña que aun esas bendiciones naturales de la vida solo incrementarán la severidad del juicio de Dios a la postre, si no las reciben con gratitud sobre la base de los sufrimientos de Cristo (Ro. 2:4-5).

Por lo tanto, todo lo que gozamos, como pueblo que confía en Cristo, se debe a su muerte. Su sufrimiento absorbió todo el juicio que los pecadores culpables merecieron y compró todo lo bueno que los pecadores perdonados gozan, Por consiguiente todo nuestro gloriarnos en estas cosas debe ser un gloriarnos en la cruz de Cristo. No somos tan cristo céntricos y estimadores de la cruz como deberíamos ser, porque no consideramos la verdad de que todo lo bueno, y también todo lo malo que Dios encamina para bien, fue comprado con el sufrimiento de Cristo.»[[1]]

            Este pasaje de las Sagradas Escrituras lo veremos bajo el siguiente bosquejo de estudio donde veremos los tres aspectos sobre la cruz:

I.   LA CRUZ DE CRISTO
II.  LA CRUZ DEL MUNDO CRUCIFICADO
III. LA CRUZ DEL MUNDO CRUCIFICADOR

Consideremos
I. LA CRUZ DE CRISTO
(Gá. 6:14)

A.      EL GLORIARSE EN SÍ MISMO
     
1.         Es importante aquí mencionar el verso que nos ocupa ahora la atención: Lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo”. Este pasaje nos muestra la manera en que el apóstol Pablo rechaza la idea de tomarse para sí una gloria que él sabe corresponde solo al Señor Jesucristo.

2.         En su tiempo como rabí y fariseo, Saulo de Tarso tenía mucho de que gloriarse, citando (Gá. 1:13-14 y Fil. 3:1-10) encontramos detalles al respecto cuando dicen: “Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba; y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres”.
“Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor. A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro.
Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo.
Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne.
Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible.
Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.
Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte”.

3.         El apóstol Pablo en 2 Co. 5:16 también expresa: “De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así”. Pablo sienta las bases para hacer entender que sus cualidades humanas le podrían haber proporcionado mucho por lo cual poderse gloriar en la carne, más sin embargo testifica, ahora que está en Cristo, que no es capaz de gloriarse en nada que no sea en la Cruz de Cristo.

B.      EL GLORIARSE EN LA CRUZ DE CRISTO

1.         Cuando se habla en este pasaje de Gálatas sobre gloriarse en la Cruz de Cristo, es por la razón de que la Epístola de Pablo a los Gálatas es una epístola en la cual el apóstol refuta las vanidosas pretensiones de algunos creyentes en Galacia que estaban predicando un evangelio diferente al que Pablo había predicado (Gá. 1:6-9) tratando de minimizar la obra de Cristo haciendo vanos intentos de conseguir una posición de privilegio mediante la circuncisión.

2.         Ernesto Trenchard en su comentario a los Gálatas dice al respecto: «La espada de la Cruz corta mucho más profundamente que el cuchillo de la circuncisión, ya que hace morir todo lo que es carnal, poniendo fin al pecado delante de Dios  por medio de la consumación de la muerte.»[[2]] Pablo sabía que la circuncisión no tenía poder para acabar con el pecado ya que él mismo había sido un experimento fehaciente del poder de la Cruz de Cristo en la cual ahora se gloriaba.

3.         Queda establecido entonces que no hay ni habrá absolutamente ningún motivo por el cual un creyente pueda gloriarse en nada de lo que haga u obtenga en este mundo, pues todo lo que es, todo lo que hace y todo lo que pretende hacer sólo lo podrá obtener por el poder que da la obra de la Cruz.

C.      LA OBRA DE CRISTO EN LA CRUZ

1.         La obra de la Cruz es sin lugar a dudas desconocida por el apóstol Pablo antes de su conversión, se entiende que para este entonces Pablo no estuviese en la ciudad de Jerusalén para ser testigo presencial de los acontecimientos donde los judíos pretendieron en sus necias jactancias acallar el poder que emanaba de la Cruz de Cristo, a diferencia de su vivencia en los días de Esteban (Hch. 7:58).

2.         El mismo Pablo declara en (2 Co. 5:16) en un sí condicional, que es posible haber tenido referencia de tal acontecimiento, pero también es probable que conociera de la cruz de Cristo a través de la boca de sus compañeros de la secta de los fariseos residentes en Jerusalén y que luego le encomiendan perseguir a los seguidores de Cristo (Hch. 26: 9-10).

3.         Ahora bien, la obra de la Cruz toma un significado supremo en la vida de Saulo de Tarso al momento en que el mismo Cristo se le aparece camino a Damasco (Hch. 26:12-20). Es allí donde Saulo de Tarso es transformado en el apóstol Pablo al recibir la gran comisión del Señor para ser ministro del evangelio y desde ahí Pablo solo se gloría en la Cruz de Cristo y llama a todos a hacer lo mismo.

II. LA CRUZ DEL MUNDO CRUCIFICADO
(Gá. 6:14)

A.      EL KOSMOS

1.         Citando las palabras de Ernesto Trenchard podemos decir que: «El kosmos al cual se refiere el apóstol Pablo aquí y al cual él ha crucificado, no es más que todo sistema que Satanás ha organizado entre los hombres en oposición a Dios, incluyendo desde luego, y sobre todo en este contexto, la religión que tuvo sus orígenes en una palabra de Dios, pero que había sido falseada por los manejos del diablo. ¡El mundo que se había manchado por la sangre del Dios-Hombre! »[[3]]

2.         Pablo, al igual que todo creyente sabía que el mundo no podía ofrecerle nada más que lo que hasta ahora le había ofrecido, esclavitud, sufrimiento, destrucción, podredumbre, vacío espiritual, desesperanza y muerte. Por esta causa, luego de nuestra conversión, sabemos que en el mundo no tenemos nada que buscar.

3.         Por esto citamos ahora una pregunta que quedó en el aire sobre el devocional del pastor Piper: «¿Y cómo llegamos a ese enfoque radical de la cruz? Debemos despertar a la verdad de que cuando Cristo murió en la cruz, morimos (véase el capítulo 31). Cuando esto le ocurrió al apóstol Pablo, dijo: “El mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo” (Gá. 6:14). Esta es la clave para gloriarnos cristo-céntricamente en la cruz.

Cuando ponemos nuestra confianza en Cristo, la todopoderosa atracción del mundo se rompe. Somos un cadáver para el mundo, y el mundo es un cadáver para nosotros. O poniéndolo positivamente, somos “una nueva criatura” (Gá. 6:15). El viejo yo está muerto. Un nuevo yo está vivo: el yo en la fe en Cristo. Y lo que marca esta fe es que valoramos a Cristo sobre todas las cosas en el mundo. El poder del mundo para conquistar nuestro amor ha muerto.

Estar muerto al mundo significa que todo placer legítimo en el mundo llega a ser una prueba comprada con sangre del amor de Cristo y una ocasión para gloriarse en la cruz. Cuando nuestros corazones se remontan en los rayos de la bendición a su fuente en la cruz, la mundanalidad de la bendición está muerta. Y Cristo crucificado lo es todo.»[[4]]

B.      EL MUNDO CRUCIFICADO POR PABLO

 1.        Ahora el apóstol Pablo pasa a dejar claro que luego de haber conocido la cruz de Cristo y haber entendido que fuera de ella no hay remisión de pecado, este mundo (kosmos) que antes le era fastuoso y codiciable, queda crucificado a sus ojos y a sus deseos de gloria, por esto dice: “Lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo”.   

 2.        Es una realidad que todo aquel que ha conocido a Cristo y que conoce el valor y el poder de su Cruz, abandona de inmediato todo dejo de gloria de hombre y marcha hacia ¡Jesús de Nazaret quien es el Señor de Gloria! El que antes había sido vergüenza e ignominia se convierte en plenitud de la gloria.

3.         Esto es lo que manifiesta la transformación del apóstol Pablo quien como dice el texto ha hecho crucificar al mundo que antes le fascinaba y le atrapaba en su fastuosidad y gloria efímera. Esta experiencia  vivida por el apóstol pablo muestra la profundidad de sus enseñanzas sobre la Cruz, la que desde su conversión ocupó el primer lugar, el centro de su vida, de sus pensamientos y de su voluntad.

C.      EL MUNDO DESECHADO Y CRUCIFICADO POR EL CREYENTE

1.         Aquí debemos recordar las palabras del apóstol Juan en (2 P. 2:20-22) cuando dice acerca de los que vuelven atrás menospreciando la grandeza de la Cruz de Cristo: Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero. 
Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. 
Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno”.

2.         El ver personas que se llaman creyentes volviendo atrás es algo tremendamente depresivo, el mismo apóstol Pablo escribiéndole a Timoteo sobre Demás, dijo: Procura venir pronto a verme, porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica”. Una persona que hace esto, es porque no ha gustado de la Gracia del Señor y del poder de la Cruz de Cristo la cual es suficientemente poderosa para nosotros crucificar el mundo.

3.         Hermano en Cristo, ten presente que todo el sistema del pecado, de la carne y del mundo finalizó a los ojos de Dios cuando Cristo consumó la muerte después de haberse cargado todas las consecuencias morales del mal en la Cruz del Calvario. Hermano, el mundo fue condenado y crucificado.

III. LA CRUZ DEL MUNDO CRUCIFICADOR
(Gá. 6:14)

A.      CRUCIFICADO AL MUNDO

1.         El texto que nos ocupa no sólo nos dice que para un creyente el mundo ha sido crucificado, sino que él por ende es crucificado por el mundo. Notemos lo que dice el texto en su parte final: “Lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo”.

2.         En física, toda acción tiene una reacción igual y contraria que explica lo que también se dice en el mundo con respecto al trato personal “Si alguien te cae mal, de seguro que tú le caes mal a ese alguien”. Por tanto, aplicando esta verdad, vemos que cuando un creyente crucifica el mundo, este inmediatamente siente un rechazo del mundo hacía él, no por su persona, sino por su pensamiento y por su fe.

3.         Esto lo notamos en las sagradas Escrituras en la vida de los siervos de Dios que fueron usados para la predicación del evangelio y con sus vidas pagaron el rechazo del mundo judaizante de aquellos tiempos que se gloriaba en el número de adeptos que podían circuncidar  en provecho de su partido y al mismo tiempo rechazaban la obra de la cruz, ej. Esteban, Pedro, Juan, Pablo y otros más.

B.      LA REACCIÓN DEL MUNDO

1.         El apóstol Pablo nos quiere dejar dicho que Cristo Jesús fue a la Cruz del Calvario para que nosotros la tomásemos como la base sobre la cual nos gloriemos, si es que hay de que gloriarse, no importando que el mundo tome reacción adversa en contra de nosotros.

2.         Ya el mismo Señor Jesucristo advirtió esto en Juan 15:18-20 cuando dice: “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros.
Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.
Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra”.

3.         Está clarísimo que ningún creyente ha de sorprenderse por la manera en que él pueda ser rechazado por el mundo si predica la Palabra de la Cruz y se gloría en la Cruz de Cristo. El mismo Juan agrega al pasaje anterior las palabras de Jesús cuando dice en el (v. 21): “Mas todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado”.

C.      LA GLORIA DEL CRISTIANO

1.         Ahora bien, lo más importante de todo lo que hemos visto en este pasaje es el hecho de que siendo perseguidos confirmamos que nuestra gloria es sin lugar a dudas la Cruz de Cristo y que como consecuencia, nos queda por recibir esa herencia incontaminada e inmarcesible que nos espera en los cielos en el día de Jesucristo.

2.         Ya el apóstol Pablo en Romanos 8:16-19 declara sobre esto: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
“Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios”.

3.         ¡GLORIA A DIOS! No hay otra expresión más precisa en estos momentos para terminar esta exposición. Alentando a todo creyente a gloriarse en la Cruz de Cristo y a recordar que en aquel día seremos bendecidos en la posesión de la Patria Celestial.

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:
Hermanos, cuando podamos decir con Pablo: «Lejos esté de mí que YO me gloríe, sino en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo”, habremos solucionado muchos de los problemas de conducta y de servicio que vuelven a surgir constantemente por la razón de que aún guardamos otros objetos en que quisiéramos gloriarnos y otros deseos que quisiéramos satisfacer.»[[5]]
Mantengamos el mundo crucificado a nosotros, mirando la Cruz de Cristo.


[1]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 84-85.
[2]Una exposición de la epístola a los Gálatas, Ernesto Trenchard - Página 207.
[3]Una exposición de la epístola a los Gálatas, Ernesto Trenchard - Página 208.
[4]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 85.
[5]Una exposición de la epístola a los Gálatas, Ernesto Trenchard - Página 210.


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