viernes, 26 de agosto de 2011

36/52 RAZONES POR LA CUALES SUFRIÓ Y MURIÓ JESUCRISTO

Trigésima sexta razón
 PARA QUE PODAMOS
VIVIR POR FE EN ÉL

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.
Gálatas 2:20

Viendo la trigésima cuarta razón por la cual nuestro Señor Jesucristo sufrió y murió completamos la idea sobre la manera en que los creyentes tenemos que vivir agradecidos y en servicio para aquel que dio su vida en rescate por nuestros pecados.

            Sobre este pasaje dice el pastor Piper: «Hay una paradoja explícita en este versículo. “Estoy crucificado”, pero “ahora vivo”. Uno podría decir: “Eso no es paradójico, es secuencial. Primero morimos con Cristo; luego fuimos resucitados con Él y ahora vivimos”. Cierto. Pero, ¿qué de estas aún más paradójicas palabras: “Ya no soy yo quien vive”, sin embargo “ahora vivo”? ¿Vivo o no vivo?
                                                       
            Las paradojas no son contradicciones. Solo suenan como tales. Lo que Pablo quiere decir es que había un “yo” que murió, y ahora hay un diferente “yo” que vive. Eso es lo que significa hacerse cristiano. Un viejo yo muere. Un nuevo yo es “creado” o “resucitado”. “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es” (2 Co. 5:17). “Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó” (Ef. 2:5-6).»[[1]]

            Estamos seguros que Dios sólo se complace con aquellos que se aferran a su Gracia y Misericordia para poder vivir una vida santa apartada del pecado, dando muerte a sus deseos y pasiones pecaminosas y sometiéndose cada día a su Espíritu para vivir por fe en Él.

            Este pasaje de las Sagradas Escrituras lo veremos bajo el siguiente bosquejo de estudio donde veremos los tres aspectos sobre la transformación espiritual del creyente:

I.   PONIENDO FIN AL VIEJO YO
II.  LA CREACIÓN DE UN NUEVO YO
III. VIVIR PARA AQUEL QUE LO HIZO POSIBLE

Consideremos
I. PONIENDO FIN AL VIEJO YO
(Gá. 2:20)

A.      MUERTE CON CRISTO
     
1.         En la introducción citamos los pasos secuenciales ejecutados en una persona para poder lograr el nuevo nacimiento y dedicar su vida a Cristo, quien le amó y se entregó a sí mismo por él”. Primero morimos con Cristo; luego fuimos resucitados con Él y ahora vivimos”. Sobre esta base debemos entender el pasaje que nos ocupa la atención en este mensaje.

2.         El texto declara: Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”. Debemos subrayar esta primera parte para identificar al incrédulo que luego de haber creído y de haber confiado en Cristo crucifica su carne con sus pasiones y deseos y se coloca con Cristo en la cruz del Calvario por fe, luego de haber confesado sus pecados.

3.         A este acto es que llamamos “la muerte con Cristo”, el cual es una realidad en todo aquel que de corazón ha entregado su vida a Cristo Jesús. Sobre esto podemos citar las palabras del Pr. Piper que dice ahora: «El objetivo de la muerte de Cristo fue tomar nuestro “viejo yo” con Él en la tumba y poner fin al mismo. “Nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido” (Ro. 6:6). Si confiamos en Cristo, estamos unidos a Él, y Dios considera nuestro viejo yo como muerto con Cristo. El propósito era la resurrección de un nuevo yo.»[[2]]

B.      LA MÚTUA CRUCIFICACIÓN

1.         En Gálatas 5:24 se nos enseña una verdad sin lugar a ser discutida para aquellos que han muerto con Cristo cuando dice: Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Se dice que este versículo debe traducirse de la siguiente manera: “Y los que son de Cristo Jesús crucificaron la carne con sus pasiones y sus deseos”.
  
2.         Esto implica que el creyente debe colocarse de espaldas a las actividades y apetitos del viejo hombre el cual fue condenado a muerte junto con Cristo en la cruz del Calvario. Esta declaración está relacionada a los versículos en los cuales se menciona las obras de la carne (Gá. 5:19-23).

3.         Si somos de Cristo y hemos muerto con Cristo a nuestras pasiones y deseos, entonces también estamos crucificados con él en cuanto a los deseos pecaminosos que batallan contra nuestra alma y que nos alejan de Dios.

C.      DANDO FIN AL VIEJO HOMBRE

1.         Esto es lo que implica poner fin al viejo “yo”. Cuando el creyente entiende por fe la salvación en Cristo, su único anhelo es dar fin a los apetitos del viejo hombre. Es por esta causa que el apóstol Pablo en el (v. 19) declara que él por la ley está muerto para la ley, a fin de vivir para Dios.

2.         Esto implica que cuando Cristo murió en la cruz del Calvario bajo la sentencia de la Ley, en el lugar de Pablo y de todos los creyentes, se considera y entiende que hemos muerto Pablo y nosotros también en Cristo como declaró el mismo Pablo en 2 Corintios 5:14 al decir: “Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron”.

3.         Esta es una doctrina cardinal de la soterología, la doctrina que trata la salvación del hombre. Sin muerte del “yo” no puede haber vida. No puede existir un “yo” pecaminoso junto a un nuevo “yo” creado según Cristo el cual ha de vivir en santidad y en la verdad.

II. LA CREACIÓN DE UN NUEVO YO
(Gá. 2:20)

A.      LA SUSTITUCIÓN DEL VIEJO YO

1.         El texto que estudiamos ahora declara que luego de haber sido crucificado juntamente con Cristo, lo único que se espera es que el viejo yo no viva junto al viejo yo, por tanto Pablo declara: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.

2.         Esta sustitución sólo es posible y efectiva en Cristo, por el poder del Espíritu Santo que vive en el creyente, de lo contrario este nunca podrá alcanzar la medida de justicia y santidad que Dios demanda de él. Por esto declaró el apóstol Pablo ante toda tribulación y tentación en Filipenses 4:13: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

3.         El énfasis aquí es hacer saber que luego de la salvación en Cristo, el viejo yo no vive a sus anchas en el creyente, aún cuando desea aflorar cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo, en el poder de Cristo y de su Espíritu, este queda desactivado.

B.      EL VIEJO YO TIENE QUE SER DESACTIVADO

 1.        Lo que estamos diciendo es que el viejo yo, la carne, ya no puede ser alimentado de la forma en que lo alimentábamos cuando estábamos sin Cristo. Aún esté en nosotros no podemos darle lugar ni espacio para que se desarrolle.
 
 2.        Sobre esto el apóstol Pablo dijo en Gálatas 5:16-17 lo siguiente: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”.

3.         La lucha interna del creyente es hacer morir ese yo para que en su lugar reine Cristo. Por esto la expresión del texto que estudiamos cuando dice: y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Sobre esto también dijo Pablo a los Romanos: “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia” Romanos 6:12-13.

C.      EL NUEVO YO TIENE QUE REINAR

1.         Cuando hablamos de hacer morir el “viejo yo”, estamos suponiendo de inmediato que el “nuevo yo” creado según Cristo ha de reinar en nosotros. Aquí se plantea una gran diferencia entre lo viejo y lo nuevo, entre la antigua creación y la nueva creación de lo cual debemos hacer conciencia.

2.         El pastor Piper dice al respecto: «Así, pues, ¿quién es el nuevo yo? ¿Cuál es la diferencia entre estos dos yo? ¿Soy yo todavía yo? El versículo al comienzo de este capítulo describe el nuevo yo en dos maneras: Una manera es casi inimaginable; la otra es obvia.
Primero, del nuevo yo en Cristo que vive en mí dice: “Y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Yo tomo esto como que quiere decir que el nuevo yo:
·         Está definido por la presencia y ayuda de Cristo en todo tiempo.
·         Él está siempre impartiéndome vida.
·         Él está siempre fortaleciéndome para lo que me manda a hacer.
Es por eso que la Biblia dice: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13). “Trabajo... según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en  mí” (Col. 1:29). De modo que al final el nuevo yo dice: “No osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí” (Ro. 15:18).
Esta es la primera forma en que Gálatas 2:20 habla del nuevo yo: un yo habitado por Cristo, sostenido por Cristo, fortalecido por Cristo. Eso es lo que la muerte de Cristo trajo. Eso es lo que un cristiano es.»[[3]]

3.         Habiendo visto lo que un cristiano es, hablaremos de la segunda manera como se describe el nuevo yo en el siguiente punto de estudio donde veremos lo que ciertamente es el objetivo primordial de uno que ha sido redimido por la fe en Cristo Jesús.

III. VIVIR PARA AQUEL QUE LO HIZO POSIBLE
(Gá. 2:20)

A.      LO QUE VIVO EN LA CARNE

1.         El texto estudiado ahora nos declara: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”. Aquí se hace referencia a lo que está pasando en nuestra vida aún cuando quedamos aquí en la tierra.

2.         Es una realidad que la carne queda en el creyente, las pasiones y las tentaciones son algo con lo cual tendremos que luchar hasta el día de nuestro encuentro con el Señor.  Sobre esto declaró el apóstol Pablo su lucha interior al escribir Romanos 7:14-24 donde dice: “Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado.
Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.
Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.
De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.
Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.
Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.
Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.
Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.
Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.
¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?”

3.         Ahora citamos lo que dice el Pr. Piper acerca de la victoria del nuevo yo diciendo: «La otra forma en que habla del nuevo yo es ésta:
·         Vive confiando en Cristo momento tras momento. “La vida que ahora vivo en la carne la vivo por fe en el Hijo de Dios, quien me amó y se dio a sí mismo por mí”.»[[4]]

B.      VIVIR EN LA FE DEL HIJO DE DIOS

1.         Hablando sobre esto dice Piper en su conclusión: «Sin esta segunda descripción del nuevo yo, podríamos preguntarnos cuál es nuestra parte en experimentar la ayuda diaria de Cristo. Ahora tenemos la respuesta: la fe.
Del lado divino, Cristo está viviendo en nosotros y capacitándonos para vivir del modo que Él nos enseña a vivir. Esta es su tarea. Pero desde el lado nuestro se experimenta confiando en Él, momento tras momento en que está con nosotros y nos ayuda. La prueba de que Él estará con nosotros y nos ayudará a hacer esto es el hecho de que sufrió y murió para que sucediera.»[[5]]

2.         La fe que proviene de Dios y lo que agrada a Dios es lo que nos mueve a vivir la vida cristiana sometidos a Cristo Jesús en el poder de su Espíritu. Para concluir dice Pablo: y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.

3.         Lo que queda claro que la fe nos mueve a vivir en la fe del Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo. Esto es lo que llamamos vivir a Cristo. Lo que se entiende que la nueva vida en Cristo es enteramente de Cristo, pero se manifiesta por medio del cuerpo gracias a la fe del creyente que depende en todo y por todo de su Salvador.

C.      EL MOVIL DE LA NUEVA VIDA  

1.         La expresión el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”. Es una expresión que apunta hacía la doctrina de la justificación por la fe y de la santificación posicional, haciéndonos ver que no es sólo un dogma que Dios ha revelado, sino algo que aconteció en la vida de Pablo y de todos los creyentes cuando rinden sus vidas ante la gloriosa Persona del Salvador.

2.         Esta es una frase que se puede interpretar como un acto de adoración y de gratitud del apóstol Pablo, como diciendo, si Él hizo todo esto por mí, como no voy yo a vivir por la fe lo que ahora vivo en la carne.

3.         Grandiosa declaración para demostrar lo que somos capaces de hacer por nuestro salvador. Ya que todo fruto del Espíritu brota de nuestra comprensión de que el viejo “yo” murió con Cristo para que su vida de resurrección se manifieste a través del “yo” del nuevo hombre creado según Dios.

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:
Mis amados, que nos queda decir después de todo lo que se ha dicho. Si hemos entendido todo lo que Cristo hizo por nosotros, nuestra vida no tiene otro sentido, sino es para vivirla en Él y para Él.                                                              


[1]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 86.
[2]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 86.
[3]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 87.
[4]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 87.
[5]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 87.


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