sábado, 9 de julio de 2011

23/52 RAZONES POR LA CUALES SUFRIÓ Y MURIÓ JESUCRISTO

Vigésima tercera razón
  PARA QUE PODAMOS
PERTENECER A ÉL

“También vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos a fin de que llevemos fruto para Dios.”
Romanos 7:4

“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”.
1 Corintios 6:19-20

“Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre”.
Hechos 20:28
           
            Cuando leemos en la Palabra de Dios declaraciones como estas, donde el mismo Señor nos muestra su propósito acerca de nuestra salvación y de nuestra posición en él, no tenemos más que elevar acciones de gracias a Dios por tan grande gracia. 

            Estos pasajes que se han citado nos traen a la memoria tantas promesas donde el Señor nos asegura que está siempre al cuidado de nosotros porque somos de su pertenencia y Él cuida lo que es de Él dándole valor a lo que Él compró con su preciosa sangre asegurándonos de quienes somos.

            Sobre esto Piper declara en su devocional: «Lo más importante no es quiénes somos, sino de quién somos. Por supuesto, muchas personas creen que no son esclavas de nadie. Sueñan con la independencia total. Como una medusa llevada por las olas se siente libre porque no tiene las ataduras que tiene una barnacla.

Pero Jesús tenía un mensaje para las personas que pensaban de esa manera. Dijo: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Pero ellos respondieron: “Jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo es que dices tú: Seréis libres? Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado esclavo es del pecado” (Jn. 8:32-34).»[[1]]

            Esta es la triste realidad de aquellos que están sin Cristo, sin esperanza y sin salvación pero Cristo quiere que sepamos que somos de su pertenencia así lo dijo en Juan 10:27-30: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos”.

Veamos esta vigésima tercera razón por la cual Cristo sufrió y murió por medio de este bosquejo:

I.     PASAMOS A SER POTESTAD DE DIOS
II.    NO NOS PERTENECEMOS
III.   FUIMOS GANADOS POR CRISTO

I. PASAMOS A SER POTESTAD DE DIOS
(Ro. 7:4)

A.      ÉRAMOS DE LA POTESTAD DE SATANÁS

1.         “También vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos a fin de que llevemos fruto para Dios.”. La Palabra de Dios es enfática en sus declaraciones y nos enseña principios que no podemos discutir. Una y otra vez Dios nos revela que el pecador está en las manos de Satanás hasta que viene a Cristo.

2.         Es interesante que Dios nos dice eso claramente en su Palabra. La realidad es dura y en la mayoría de las veces, los hombres no aceptamos lo que Dios mismo dice en su Palabra acerca de nuestra paternidad, pero él ha dicho que no todos son sus hijos, sino aquellos que reciben a Cristo y creen en su nombre para salvación. Esto es lo que Jesús dice acerca del engendramiento espiritual en Juan 1:12: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”.

3.         La contraparte de esta verdad es la que también dijo a los fariseos en Juan 8:44 cuando le declaró: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira”.

B.      MORIMOS A LA LEY PARA SER DE OTRO

1.         El pasaje que nos ocupa declara que aquel que viene a Cristo y cree en Él muere a la ley mediante el cuerpo de Cristo, con el propósito de que sea de otro. “También vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro”…

2.         La frase “para que seáis de otro” indica propósito, haciéndonos ver que el objetivo por el cual un creyente es puesto a muerte es con el propósito de que pase a las manos de aquel que ahora tiene la potestad nuestra por haberse entregado a muerte previamente para que nosotros viviésemos.

3.         Esto nos deja dicho, que el creyente no se libera de las garras del diablo para hacer lo que quiere, sino para ser siervo de aquel que le salvó. Cristo Jesús espera que nosotros nos consagremos a Él y que llevemos fruto para glorificar su nombre como termina diciendo el texto.

C.      A FIN DE QUE LLEVEMOS FRUTO PARA DIOS

1.         El propósito final está expresado ahora en la frase que subrayamos al decir: “También vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos a fin de que llevemos fruto para Dios.”

2.         Muchas personas que dicen ser creyentes lo expresan pero sus vidas no reflejan la realidad del propósito divino. El apóstol Pablo nos enseña el propósito de Dios para aquellos que hemos sido libertados del pecado al expresar lo que sigue en Romanos 6:17-18: “Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia”.

3.         Sobre esta verdad dice Piper: «La Biblia no da categoría real a los pecadores que se consideran con determinación propia. No existe autonomía en el mundo caído. Estamos gobernados por el pecado o gobernados por Dios. “Sois esclavos de aquel a quien obedecéis... Cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. Mas ahora... habéis sido libertados del pecado y hecho siervos de Dios” (Romanos 6:16, 20, 22).»[[2]]

3.         Un cristiano que dice ser hijo de Dios y no vive para Dios está muy lejos de los propósitos que Él en su soberana potestad ha establecido. Cuando el mismo Señor Jesucristo habla de su deseo para aquellos que son sus discípulos declara en Juan 15:8: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos”. Y en (15:16) agrega: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé”.


II. NO NOS PERTENECEMOS
(1 Co. 6:19-20)
              

A.      SOMOS TEMPLO DEL ESPÍRITU SANTO 

1.         Ahora nos dice 1 Corintios 6:19-20 acerca de nuestra posición en Cristo: "¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios". 

2.         Aquel que es dueño de algo es celoso de sus posesiones, desea que sus posesiones sean para su beneficio y para su gloria, así se declara esta verdad acerca de nosotros en relación con Cristo. Piper agrega aquí algo particular diciendo: «La mayor parte del tiempo somos libres de hacer lo que deseamos. Pero no somos libres para desear lo que debemos desear. Para eso necesitamos un nuevo poder basado en una compra divina.  El poder es de Dios. Por eso es que la Biblia dice: “Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón” (Ro. 6:17). Dios es el único que puede concederles que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él (2 Ti. 2:25-26.»[[3]]

3.         El creyente que ha sido comprado por Cristo debe vivir para la Gloria de Cristo. Aquí se nos llama a no vivir de espalda como ignorantes de esta verdad. La realidad es que somos templo del Espíritu Santo y prueba de ello es que el Espíritu Santo mora en nosotros porque ha sido una concesión de Dios para los que hemos creído, dejando claro que no somos dueños de nosotros mismos. 

B.      HEMOS SIDO COMPRADOS POR PRECIO 

1.         La realidad de esta doctrina se sostiene en el hecho de que Dios ha pagado por nosotros. Ya vimos en el texto desarrollado en el punto anterior que Dios pagó por nuestra vida con la muerte de Cristo. 

2.         El texto que nos ocupa declara de forma clara y enfática: Porque habéis sido comprados por precio. Es como diciendo “hermano, no te pierdas, no seas ignorante, tu no te perteneces, no te has comprado a ti mismo, no tienes forma de pagar por tu alma, sólo Cristo ha podido pagar por ti y darte un propósito a tu vida. 

3.         Demos gracias a Dios porque nos ha dado vida en Cristo y por Él fuimos comprados de la esclavitud del pecado y de la muerte, pero principalmente de la esclavitud que teníamos al servicio de Satanás dándonos la oportunidad de como siervos libres servirle para que Él sea glorificado. 

C.      GLORIFIQUEMOS A DIOS CON NUESTRO CUERPO Y ESPÍRITU 

1.         Esto es lo que declara el final de la porción bíblica que estudiamos cuando dice: “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.”

2.         Mi querido hermano, no tenemos otra alternativa, otra razón de vida que no sea vivir para la Gloria de Dios. Dios en su Gracia nos ha salvado para que vivamos para su gloria. No hay otro propósito en su corazón para nuestras vidas que no sea el que la usemos para invertirla en su obra.

3.         El apóstol Pablo entendió esto en demasía y con claridad, por esto llegó a declarar al respecto en Filipenses 3:7-14: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.

III. FUIMOS GANADOS POR CRISTO
(Hch. 20:28) 

A.      LA RESPONSABILIDAD PASTORAL 

1.         Los pastores tenemos una gran carga puesta por Dios hacia sus ovejas. Cuando el apóstol Pablo se dirige a los ancianos de la Iglesia en Mileto, les dice al respecto de su responsabilidad pastoral: Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre”. 

2.         Los pastores tenemos que entender que no estamos tratando con cualquiera, cuando la Biblia se refiere al rebaño. Porque el rebaño al cual se refiere el Señor aquí es la Iglesia de Dios. La que Él por Cristo ganó por su propia sangre. Un verdadero pastor tiene que estar dispuesto a dar su vida por el rebaño de Dios, velando primeramente por nosotros mismos y luego por las ovejas. 

3.         Si es el Espíritu Santo de Dios el que ha puesto a un pastor sobre su Iglesia, este se preocupará de que este rebaño sea atendido, sea sostenido y sea suplido de todo alimento espiritual bien balanceado, de forma tal que esté apto para cumplir con el propósito divino de expandir su Palabra y de discipular a los santos. 

B.      EL VALOR DE LA PETICIÓN   

1.         La petición hecha por el Señor a los pastores es de gran valor y de gran responsabilidad, por el simple hecho de que Él nos ha puesto en nuestras manos algo muy preciado para Él, una prenda de gran valor, por la cual Él pagó con su propia vida derramando hasta su última gota de sangre por ese rebaño. 

2.         Por esto Dios envió a Cristo, ya en el Antiguo Testamento Dios se había airado con los falsos pastores. Es el profeta Ezequiel en el capítulo 34 que nos dice fuertes palabras al respecto de la infidelidad pastoral. 

3.         Dentro de este capítulo dice Dios: “Porque así ha dicho Jehová el Señor: “He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré. Como reconoce su rebaño el pastor el día que está en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las libraré de todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la oscuridad. Y yo las sacaré de los pueblos, y las juntaré de las tierras; las traeré a su propia tierra, y las apacentaré en los montes de Israel, por las riberas, y en todos los lugares habitados del país. En buenos pastos las apacentaré, y en los altos montes de Israel estará su aprisco; allí dormirán en buen redil, y en pastos suculentos serán apacentadas sobre los montes de Israel. Yo apacentaré mis ovejas, y yo les daré aprisco, dice Jehová el Señor. Yo buscaré la perdida, y haré volver al redil la descarriada; vendaré la perniquebrada, y fortaleceré la débil; mas a la engordada y a la fuerte destruiré; las apacentaré con justicia”. 

C.      GANADOS POR SU PROPIA SANGRE 

1.         El juicio de Dios viene porque él no juega con aquellos que maltratan sus posesiones, ellos fueron comprados con su propia sangre dice el texto: “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre”.

2.         Mi querido hermano, no tenemos otra alternativa, otra razón de vida que no sea vivir para la Gloria de Dios. Dios en su Gracia nos ha salvado para que vivamos para su gloria. No hay otro propósito en su corazón para nuestras vidas que no sea el que la usemos para invertirla en su obra.

3.         Piper dice al respecto de esto: «Y la compra que  desata ese poder es la muerte de Cristo. “No sois vuestros, porque habéis sido comprados por precio” (1 Co. 6:19-20) ¿Y qué precio pagó Cristo por los que confían en Él? “Los ganó con su propia sangre” (Hch. 20:28).
            Ahora sí somos libres. No para ser autónomos, sino para desear lo que es bueno. Un nuevo método de vida se abre ante nosotros cuando la muerte de Cristo llega a ser la muerte de nuestro viejo yo. La relación con el Cristo vivo reemplaza las reglas. Y la libertad de producir frutos reemplaza la esclavitud de la ley. “Vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis  de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios” (Ro. 7:4).»[[4]]


CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:

Concluyendo tenemos que dar un grito de victoria, tenemos que sentirnos protegidos y seguros en los brazos de aquel que derramó su sangre por nosotros para que nosotros le perteneciéramos a Él. 

Piper dijo: «Cristo sufrió y murió para que pudiéramos estar libres de la ley y el pecado, y pertenecer a Él. Aquí es donde la obediencia deja de ser una carga y se convierte en la libertad de llevar fruto. Recuerde, no nos pertenecemos. ¿De quién es usted? Si es de Cristo, acérquese entonces y sea de Él.»[[5]]

                           

[1]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 64.
[2]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 64-65.
[3]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 65.
[4]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 65.
[5]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 65.


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