lunes, 25 de julio de 2011

28/52 RAZONES POR LA CUALES SUFRIÓ Y MURIÓ JESUCRISTO

Vigésima octava razón 
PARA PONER FIN A LOS SACRIFICIOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO Y PROVEERNOS UN SACRIFICIO ETERNO

“Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios”.
Hebreos 10:1-39

            Ya hemos visto en los estudios anteriores verdades concernientes a la obra de Nuestro Señor Jesucristo al morir en la cruz del calvario. En esta vigésima sexta razón hemos visto que Él sufrió y murió para poner fin al sacerdocio del antiguo testamento y convertirse en el sumo sacerdote eterno (He. 7). Asimismo analizamos el hecho de que él sufrió y murió para poner fin al santuario del antiguo testamento y ofrecernos un santuario eterno (He. 9).

            Ahora entramos en el capítulo 10 donde se nos enseña que Cristo sufrió y murió para poner fin a los sacrificios del antiguo testamento y proveernos un sacrificio eterno. Este capítulo 10 de Hebreos enfatiza el sacrificio perfecto de Jesucristo, en contraste con los sacrificios imperfectos que se ofrecieron bajo el Antiguo Pacto. Los sacrificios del antiguo pacto sólo cubrían los pecados de los creyentes, pero este único y sólo sacrificio hecho por Cristo Jesús, quita todos nuestros pecados.

            Se ha dicho entonces que, el sacerdocio superior de nuestro Señor Jesucristo pertenece a un orden superior, funciona sobre la base de un pacto superior y en un santuario superior. Es por tanto que, un sacrificio superior y es el tema que presenta el autor de Hebreos en este capítulo a través de tres beneficios que explican por qué el sacrificio de Jesucristo es superior a los sacrificios del Antiguo Pacto.

            Estos beneficios serán estudiados en el transcurso de este bosquejo, el cual nos dará una orientación clara de lo que Dios requiere de nosotros en cuanto a apreciar su obra sacrificial y expiatoria.

I.    EL SACRIFICIO DE CRISTO QUITA EL PECADO
II.  EL SACRIFICIO DE CRISTO NO NECESITA REPETIRSE
III. EL SACRIFICIO DE CRISTO ABRE EL CAMINO HACIA DIOS

I. EL SACRIFICIO DE CRISTO QUITA EL PECADO (He. 10:1-10)

A.      LA NECESIDAD DE UN SACRIFICIO MEJOR

1.         En los vv. 1-4 veremos que el pecado es el mayor problema del hombre y por esto necesitamos un sacrificio superior a todos. No importa qué clase de religión el hombre tenga, si la religión que practica no ofrece solución permanente al problema del pecado, entonces esta no tiene ningún valor.

2.         ¿Cuál fue el problema de los sacrificios antiguo-testamentarios, si fueron ordenados por Dios? Uno de los grandes problemas radicaba en que estos sacrificios llegaron a convertirse en rituales vacíos y sin sentido (Is. 1:11-15); aunque también sabemos que mucha gente sincera traía sacrificios y lo hacían de corazón, por tanto eran bendecidos por Dios.

3.         Pero la razón principal que hacía los sacrificios antiguo-testamentarios inferiores al de Cristo era la naturaleza misma de ellos. La ley era solo sombra de los bienes venideros, todo esto no era sino la imagen misma de las cosas que existen realmente en el cielo. Por esto, este sistema de sacrificios era tipo de la obra del Señor en la cruz.

B.      LA PROVISIÓN DEL MEJOR SACRIFICIO

1.         Fue Dios quien proveyó el sacrificio, y no el hombre como leemos en el texto: “Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, Como en el rollo del libro está escrito de mí” Hebreos 10:5-7. Es aquí donde el escritor a los Hebreos nos cita el Salmo 40:6-8 que anuncia la encarnación de Cristo para venir a dar cumplimiento de esta profecía.

2.         Este texto nos enseña que todo aquello que los israelitas habían ofrecido para Dios hasta aquel momento, no había sido del agrado de Él, porque todos estos sacrificios antiguo-testamentarios no llenaban la medida de justicia de Dios.

3.         Por esto el Salmo señala a la obra mesiánica, al momento en que Dios prepara cuerpo o como indica el mismo Salmo en el (v. 6b) “Has abierto mis oídos”. Dando a entender cómo el Mesías vendría a hacer la voluntad de Dios. Esto nos recuerda al siervo que decidía por su propia voluntad quedar en la casa y aceptar que sus orejas fuesen horadadas (Éx. 21:1-6) o, por otro lado, la idea puede significar la disposición de oír y obedecer la voluntad de Dios (Is. 50:4-6).

C.      LA EFICACIA DEL MEJOR SACRIFICIO

1.         Los creyentes han sido apartados, “SANTIFICADOS” por medio de esa ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez y para siempre. En este versículo notamos cómo se presenta la purificación del creyente a través de la obra expiatoria de JESÚS, EL CRISTO.

2.         Además podemos ver que esa ofrenda tuvo una eficacia total, ya que ningún sacrificio del Antiguo Pacto pudo hacer algo semejante. Solo este sacrificio pudo santificar a todos al mismo tiempo, recordando que todo adorador antiguo testamentario tenía que purificarse continuamente de contaminaciones ceremoniales.

3.         Es maravilloso saber que un solo sacrificio, hecho por el Hijo de Dios, nos ha apartado del pecado y de la muerte, y nos ha provisto una santificación completa y final. Nuestro texto concluye esta sección diciendo: “En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez y para siempre”.

II. EL SACRIFICIO DE CRISTO NO NECESITA REPETIRSE (He. 10:11-18)

A.      LA OBRA DE CRISTO FUE CONCLUIDA

1.         El escritor a los Hebreos nos atestigua nuevamente en los (vv. 11-13) sobre la obra concluida por Jesús, testificando que esta ofrenda ha sido hecha con un solo sacrificio por los pecados, al tiempo que se ha sentado a la diestra de Dios.

2.         Este mismo hecho nos asegura que su obra no sólo le dio el triunfo, sino que le aseguró la victoria sobre el pecado a todos los que hemos confiado en él. Mientras que todavía los sacerdotes ministraban y ofrecían muchas veces sacrificios que no podían quitar los pecados.

3.         Este triunfo, como nos asegura el texto, es sobre todo principado y potestad. El pasaje declara: “…de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies”. Este triunfo es la garantía de nuestra salvación, es la base del cumplimiento de todas las promesas que hemos recibido del mismo Jesús de Nazaret.

B.      LA OBRA DE CRISTO FUE UNA OBRA DETERMINANTE

1.         Esta obra provocó la perfección de los santos.
            Notemos lo que nos dice el (v. 14): “…porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados”. Esto es algo que debemos nosotros apreciar de manera extrema.

2.         Además de ser un pacto perfecto e incondicional, también Dios nos añadió la gracia de derramar su Santo Espíritu sobre nosotros para recordarnos continuamente su Ley. “Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos. Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré, añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones” (vv. 15-17).

3.         Está claro que no basta el pensar que no tenemos pecados, sino que es necesario que sepamos que judicialmente la culpa por nuestro pecado ha sido cubierta de manera definitiva y total.

C.      LA OBRA DE CRISTO ES UNA OBRA DE REMISIÓN COMPLETA

1.         El (v. 18) dice: “Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado”. La remisión significa transferir una deuda y ponerla en la cuenta de otro.

2.         Por esta causa, todos los que estamos en Cristo no necesitamos de más ofrenda por el pecado, porque la que Cristo hizo por nosotros en la cruz del calvario fue una obra de remisión completa y eterna.

3.         Por esto podemos decir que en Cristo estamos completos, porque Él nos redimió de todo pecado y de toda maldad, y por un solo sacrificio purificó a los santificados.


III. EL SACRIFICIO DE CRISTO ABRE EL CAMINO HACIA DIOS (He. 10:19-25)

A.      MANDATOS BONDADOSOS DE DIOS HACIA SU PUEBLO

1.         Como podemos ver en los (vv. 19-25), el escritor a los Hebreos nos enseña tres imperativos, con actitud bondadosa, por medio de los cuales podemos alentar nuestra confianza para entrar en el Lugar Santísimo.

2.         El primer imperativo es “ACERQUÉMONOS con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados nuestros corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura”. Es natural el sentimiento de temor que estaría en el corazón de los pecadores que sabían que no debían entrar en el Lugar Santísimo, pero que ahora podían prepararse espiritualmente para disfrutar de la comunión con Dios.

3.         El siguiente imperativo es “MANTENGAMOS FIRME, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió”. Esto nos muestra la intención que tenían muchos hebreos de abandonar su profesión en Jesucristo para volver a la adoración bajo el Antiguo Pacto. Se les invita aquí a confiar plenamente en Cristo Jesús y su obra incondicional.

4.         El tercer y último mandato es “CONSIDERÉMONOS unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuando veis que aquel día se acerca”. Este último mandato nos lleva a entender que la comunión con Dios no puede ser egoísta, sino que tenemos que buscar el compañerismo dentro de la iglesia local, para estimularnos al amor y a las buenas obras; (1 Jn. 4:20).
            Aquí se denotan tres grandes virtudes cristianas:
·         FE (10:22)
·         ESPERANZA (10:23)
·         AMOR (10:24)
Las cuales son el fruto de nuestra comunión con Dios en el Santuario Celestial.

B.      UNA EXHORTACIÓN SOLEMNE PARA EL QUE PEQUE DELIBERADAMENTE

1.         Esta es la cuarta de las cinco grandes exhortaciones que contiene esta epístola; las tres anteriores son:
·         El creyente que comienza a deslizarse de la Palabra dudará de la Palabra (2:1-4).
·         El creyente que no escucha la Palabra llegará a ser negligente en su vida espiritual (5:11-6:20).
·         El creyente que desprecia la Palabra, tendrá el juicio de Dios sobre él (10:26-31).

2.         Todos sabemos que en el Antiguo Pacto, todo aquel que violaba la ley de Moisés era castigado con la muerte, (Dt. 17:1-7). Por tanto tenemos que considerar que todo aquel que menosprecie la enseñanza de la Palabra es reo de un juicio inevitable de parte de Dios.

3.         Lo que estamos diciendo se aplica irremisiblemente a aquellos que siguen pecando voluntariamente luego de haber tenido conocimiento de la verdad. No estamos hablando de un hecho aislado de pecado, sino de la actitud que conduce a la desobediencia constante. A éstos Dios traerá un juicio total. Por esto concluye esta porción de los (vv. 26-31) con esta expresión: “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!”

C.      UNA CONFIRMACIÓN ALENTADORA PARA LOS VERDADEROS CREYENTES

1.         El escritor a los Hebreos ha dicho cosas duras, pero no deseaba que se mal interpretara su exhortación, por esto termina la sección con los (vv. 32-39) dándonos una voz de aliento y ánimo que confirmará a los lectores que habían dado evidencia de que eran verdaderos creyentes.

2.         Es bueno notar el cambio de los pronombres. Ahora el escritor no usa el pronombre para hablar de ELLOS, sino que ahora habla de NOSOTROS, dando a entender que a quienes quiere llegar ahora era a hermanos genuinos que estuvieron dispuestos a sufrir afrenta y persecución, y aún despojo de sus bienes por causa de Cristo.

3.         El secreto de la victoria se hallaba en su FE y PACIENCIA. Andar por fe significa obedecer la Palabra de Dios y vivir para Cristo. Es así como terminamos esta porción: “Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma”.

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:
Debemos estar claros, todo aquel que está confiado en Cristo andará por fe, y éste, nuestro Gran Sumo Sacerdote lo guiará y lo perfeccionará, dándole la esperanza gloriosa que sustenta a cada uno de sus hijos para aguardar aquel día en que él se manifestará al mundo para Gloria de Dios.
Ahora bien, oremos al Señor, de todo corazón, para que en el poder de Su Espíritu mantengamos firmes, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza; porque como dice en 10:23 “fiel es el que prometió”.

                                                                                 

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