lunes, 2 de mayo de 2011

5/52 RAZONES POR LA CUALES SUFRIÓ Y MURIÓ JESUCRISTO

Quinta Razón

PARA MOSTRAR LA RIQUEZA
DEL AMOR Y LA GRACIA DE DIOS
POR LOS PECADORES

“Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”.
Romanos 5:7-8

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Juan 3:16

“En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”.
 Efesios 1:7

Piper inicia esta sección diciendo: «La medida del amor de Dios por nosotros se muestra en dos cosas. Una es el grado de su sacrificio en salvarnos de la penalidad de nuestro pecado. La otra es, el grado de falta de mérito que tengamos cuando él nos salvó».[[1]]

Sobre esta base debemos comenzar el desarrollo del mensaje de hoy, el cual muestra la 5ta. Razón por la cual sufrió y murió Nuestro Señor Jesucristo. Durante el mismo estaremos analizando como Cristo tiene como objetivo mostrar la riqueza del amor y la gracia de Dios por los pecadores.

La realidad es que mientras más entendamos el amor y la gracia de Dios manifestada en nosotros y derramada en nuestros corazones, más deseo tendremos de glorificar su nombre y de entregar también nuestras vidas al servicio incondicional de su obra.

De lo contrario, estaremos manifestando esa actitud irracional y egoísta al pensar que por lo que somos merecemos el cielo eterno, menospreciando así el incompresible amor Divino y su gracia redentora.

La Palabra de Dios está ahí y en cada uno de los pasajes donde nos habla de la redención de Dios, tiene el objetivo de abrir nuestro entendimiento al plan preparado por él para que alcancemos su gracia infinita y su amor inconmensurable.

Dediquemos ahora todo nuestro tiempo y atención a conocer el por qué el amor y la gracia de Dios han sido revelado en la búsqueda de que sea propicio al corazón del pecador arrepentido.

Veamos este propósito del sufrimiento y muerte de Jesucristo bajo el siguiente bosquejo de estudio.

I.     LA DEMOSTRACIÓN DEL AMOR DE DIOS
II.   LA MEDIDA DEL AMOR DE DIOS
III.  LA RIQUEZA DE LA GRACIA DE DIOS

Veamos entonces lo que se quiere dar a entender cuando hablamos de:

I. LA DEMOSTRACIÓN DEL AMOR DE DIOS
(Ro. 5:7-8)

A.      EL SACRIFICIO POR ALGO BUENO

1.         Desde tiempos inmemoriales el hombre siempre ha apreciado la diferencia entre lo bueno y lo malo, de hecho la Biblia misma nos enseña que ese conocimiento vino al hombre por haber tomado del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal en el huerto del Edén.

2.         Es por esta razón que sea digno para algunos hombres en la historia de la humanidad haberse dispuesto a dar su vida por causas nobles y por amor a lo que ellos llaman “buenos hombres” o aún por alguien a quien han amado por sus virtudes.

3.         Dios mismo declara que esto es fácil y común, sabiendo que esa es una reacción natural del hombre por el mismo amor que él ha puesto en su corazón. La Biblia de las Américas traduce el (v. 7) de esta manera: “A duras penas habrá uno que muera por un justo, aunque tal vez alguien se atreva a morir por uno bueno”.

B.       EL DESEO EXPRESO DE DIOS

1.         Ahora bien, el texto que nos ocupa nos declara el deseo expreso de Dios acerca de mostrar su amor y su gracia cuando dice: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. Romanos 5:7-8. Lo cual va por encima del parámetro que el hombre tiene en su corazón de lo que es bueno y digno.

2.         Es maravilloso pensar en lo que dice Piper en la introducción de esta razón: «La medida de su amor por nosotros aumenta aun mas cuando consideramos nuestra falta de meritos. “Tal vez haya quien se atreva a morir por una persona buena. Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros” Romanos 5:7-8. Merecemos el Castigo divino, no el sacrificio divino».[[2]]

3.         La mente del hombre pecador está entenebrecida por el pecado (Ro. 1:21-22) y por esta causa se considera asimismo sabio delante de la Divinidad. Profesa ser sabio y en su sabiduría se hace necio en su razonamiento, el cual le lleva a pensar que aún siendo pecador y enemigo de Dios por su pecado todavía merece el cielo.

C.      LO QUE DIOS SABÍA DE ANTEMANO

1.         En el texto se muestra lo que Dios conocía de antemano al hecho real de entregar a su Unigénito Hijo con el propósito de que muriera por los que él sabía que eran sus enemigos. El texto dice en su conclusión: “…en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro. 5:8).

2.         Esto nos muestra que Dios no hizo esto en ignorancia de nuestra condición, él mismo declara que sabía lo que éramos, de hecho en Romanos 3:10-18 muestra una figura cruda y drástica de la condición del ser humano caído y pecador cuando dice: 10.-       “Como está escrito:
No hay justo, ni aun uno;
            11.-     No hay quien entienda,
No hay quien busque a Dios.
            12.-     Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles;
No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.
            13.-     Sepulcro abierto es su garganta;
Con su lengua engañan.
Veneno de áspides hay debajo de sus labios;
            14.-     Su boca está llena de maldición y de amargura.
            15.-     Sus pies se apresuran para derramar sangre;
            16.-     Quebranto y desventura hay en sus caminos;
            17.-     Y no conocieron camino de paz.
            18.-     No hay temor de Dios delante de sus ojos”.

3.         Ahí está lo grandioso de la obra de Dios que sabiendo esto, siguió su plan en pos de nuestra salvación y redención. 

II. LA MEDIDA DEL AMOR DE DIOS
(Jn. 3:16)

A.      LA MEDIDA DE SU SACRIFICIO

1.         El amor de Dios se mide a través de su sacrificio. Esto se destaca en el hecho de que Dios entregó a su Hijo por salvar a hombres pecadores, así lo declara Juan 3:16 cuando dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.  Destacando la grandeza de su obra a favor del hombre pecador.

2.         Dice Piper al respecto: «Podemos oír la medida de su sacrificio en las palabras: “Dio a su Hijo único” Juan 3:16. También oímos esto en la palabra Cristo. Este "es un nombre basado en el titulo griego Christos, o “El Ungido”, o “Mesías”. Es un término de gran dignidad. El Mesías iba a ser el Rey de Israel. Él conquistaría a los romanos y traería la paz y seguridad a Israel. Así que la persona a quien Dios envió para salvar a los pecadores fue su propio divino Hijo, su Hijo único, el Ungido Rey de Israel… y en efecto el rey del mundo (Is. 9:6-7)».[[3]]

3.         Viendo estas enseñanzas debemos caer de rodillas para adorar al Hijo de Dios, al Ungido Rey de Israel, el único que merece toda honra y toda gloria porque así fue coronado por Dios al ser obediente en cumplir sus demandas de justicia a favor del pecador, el cual debe constituirlo su propio REY.

B.      LA MEDIDA DE SU SACRIFICIO ANTE LO QUE SOMOS

1.         Piper sigue diciendo: «Cuando agregamos a estas consideraciones la horrible muerte por crucifixión que Cristo soporto, se hace claro que el sacrificio del Padre y del Hijo fue indescriptiblemente grande, aun infinito, cuando se considera la distancia entre lo divino y lo humano. Pero Dios escogió hacer este sacrificio para salvarnos». [[4]]

2.         Aquí se nos deja ver en un grado más alto, el costo de nuestra salvación, el valor de nuestra liberación y redención, con el objetivo de que valoremos aún más al Señor y su obra redentora.

3.         Dios quiere que seamos agradecidos y que propugnemos por ser mejores, más perfectos, más santos y más semejantes a su Hijo Jesús. Él desea que vayamos creciendo a su estatura porque él desea una familia donde Cristo sea el primogénito entre muchos hermanos como dice su Palabra en (Ro. 8:29): “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos”. 

III. LA RIQUEZA DE LA GRACIA DE DIOS
(Ef. 1:7)
       
A.      LA REDENCIÓN POR SU SANGRE

1.         El último texto analizado en esta porción es Efesios 1:7 el cual declara: “…en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia…” Texto que nos enseña sobre la redención por medio de la sangre de Cristo con el propósito de manifestar su gracia al darnos el perdón de nuestros pecados.

2.         Piper dice en su introducción: «He oído decir: “Dios no murió por las ranas. Así que estaba respondiendo a nuestro valor como humanos”. Esto altera el significado de la gracia. Nosotros somos peores que las ranas. Las ranas no han pecado. No se han rebelado ni han tratado a Dios con desprecio ni han sido inconsecuentes en sus vidas. Dios no tuvo que morir por las ranas. No son lo suficiente malas. Nosotros sí lo somos. Nuestra deuda es tan grande que sólo un sacrificio divino podía pagarla». [[5]]

                        3.         Somos nosotros los únicos que hemos pecado, por tanto, somos los únicos que necesitamos de un redentor, de uno que sin pecado muriese por nosotros pagando por nuestra redención. Lejos de lo que las ranas hacen cumpliendo las leyes naturales que Dios estableció, son más obedientes que los seres humanos que cada día, en su necedad, transgredimos la ley divina.

B.      EL OBJETIVO DE ESA REDENCIÓN

1.         Hay una sola explicación para explicar el objetivo de su redención. Manifestar “las riquezas de su gracia” lo que dice (Ef. 1:7). También expresa Piper al respecto: «Es todo gratis. No responde a nuestro mérito. Es el desborde de su infinito merito. De hecho, esto es lo que el divino amor es al fin y al cabo: una pasión por cautivar a pecadores que no lo merecían, a gran costo, con algo que los hará supremamente felices para siempre: su infinita belleza». [[6]]

2.         Dios quiso no solamente que entendiéramos su amor al entregar su Hijo Unigénito para redimirnos de la maldición del pecado, sino que entendiéramos que esa entrega no tenía un costo subyacente para el pecador, sino que se entendiera que su salvación es completamente gratis, por el simple hecho de que Cristo todo lo pagó por el pecador.

3.         Hemos entendido que cuando la Biblia habla de Gracia, declara que es un don inmerecido dado por Dios al hombre pecador que se ha arrepentido. El pecador no se merece nada, pero por los méritos de Cristo es redimido de la consecuencia de su pecado que es el infierno eterno para recibir por gracia la gloria eterna.


C.      EL PRODUCTO DE ESA REDENCIÓN

1.         Que maravilloso es no solamente sentirnos, sino ser perdonados de todos nuestros pecados. Ya el apóstol Pablo declara esto en el texto que analizamos donde dice que según las riquezas de su gracia tenemos “…el perdón de pecados…”

2.         Cuando el apóstol Pedro predicó en su mensaje frente al pórtico de Salomón declaró: “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado…” (Hch. 3:19-20).

3.         Pero el más glorioso pasaje sobre el gozo que produce el perdón de pecados se haya en el Salmos 32:1-5 que dice: “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño. Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de verano. Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado”.

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:

            Cuando leemos pasajes como estos y podemos aquilatar el favor de Dios y el deseo que él tuvo al hacernos conocedores de Su amor y de Su gracia, entonces llegamos a la conclusión de que nuestro corazón tiene necesariamente que rendirse al Señor.
            Si aplicamos estas verdades a nuestras vidas, los pecadores caerían arrepentidos ante su creador y los que han confesado a Cristo se rendirían a su servicio y consumirían su vida en el ministerio.
            Sepa Dios darnos luz cada día para que alumbremos la senda que nos lleva a la vida eterna y que ahí sepamos ser luz para los que están en tinieblas y conozcan de las riquezas de Su gracia, el perdón de sus pecados.

                                                                                                                                              

[1]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 28.
[2]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 28.
[3]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 28.
[4]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 29.
[5]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 29.
[6]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 29.



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