miércoles, 4 de mayo de 2011

6/52 RAZONES POR LA CUALES SUFRIÓ Y MURIÓ JESUCRISTO

Sexta Razón
PARA MOSTRAR SU PROPIO AMOR
POR NOSOTROS

“Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó así mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante”.
Efesios 5:2

“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella”.
Efesios 5:25

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.
Gálatas 2:20

Para iniciar esta razón Piper declara: «La muerte de Cristo no solo es la demostración del amor de Dios (Jn. 3:16), sino también la suprema expresión del propio amor de Cristo por todos los que lo reciban ese amor como un tesoro. Los primeros testigos que sufrieron mucho por ser cristianos fueron cautivados por esta razón: Cristo “me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gá. 2:20). Tomaron el acto de la propia entrega del sacrificio de Cristo muy personalmente. Dijeron: “Él me amó a mí. Él se dio a sí mismo por ”».[[1]]

Seguramente éste es el modo en que debemos entender el sufrimiento y la muerte de Cristo. Ambas tienen que ver conmigo. Se tratan del amor de Cristo por mí personalmente.
*      Es mi pecado lo que me separó de Dios, no el pecado en general.
*      Es mi dureza de corazón y entumecimiento espiritual lo que degrada la dignidad de Cristo.
*      Estoy perdido y pereciendo.
*      Cuando se trata de salvación, he perdido todo alegato de justicia.
*      Todo lo que puedo hacer es suplicar misericordia.»

Ciertamente que cuando analizamos la muerte de Cristo, vemos su gran amor derramado por aquellos a quienes habría de salvar, vemos su deseo intenso de llegar a la victoria, de anular el acta de los decretos que era contra nosotros y clavarla en la cruz, despojando a todo principado y potestad, exhibiendo públicamente su triunfo, al obtener por ese sacrificio el perdón de nuestros pecados.

Veamos este propósito del sufrimiento y muerte de Jesucristo bajo el siguiente bosquejo de estudio.

I.   CRISTO MURIÓ POR NOSOTROS SUS AMIGOS
II.  CRISTO MURIÓ POR LA IGLESIA
III. CRISTO MURIÓ POR MÍ

I. CRISTO MURIÓ POR NOSOTROS
(Ef. 5:2)

A.      CRISTO NOS AMÓ

1.         El texto que nos ocupa declara: Cristo nos amó…” dándonos la autoridad, al haber creído en él para proclamarlo. Aquí podemos hacernos la misma pregunta que se hizo Piper en su devocional cuando dice: «Entonces veo a Cristo sufriendo y muriendo. ¿Por quién? Dice que:
*      “Cristo amó la iglesia y se entregó por ella” (Ef. 5:25).
*      “Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos” (Jn. 15:13).
*      “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos” (Mt. 20:28).» [[2]]

2.         Vemos aquí como Cristo derramó su amor por nosotros (La iglesia, sus amigos y muchos); esa expresión de amor es suficiente para dejarnos testimonio de su gran amor, ya que no sólo el Padre nos amó, sino que también el Hijo nos dio su amor y lo demostró de la forma más preciosa y patente, muriendo en sustitución de nosotros pecadores.

3.         Cuando decimos que Cristo nos amó estamos diciendo que derramó su amor por sus enemigos, por aquellos que para ese instante éramos pecadores y andábamos en nuestros delitos y pecados como dice el apóstol Pablo en (Ef. 2:1): “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,”

B.      CRISTO SE ENTREGÓ POR NOSOTROS

1.         El texto que nos ocupa nos dice ahora que Cristo no sólo nos amó, sino que: “…y se entregó por nosotros”. Cristo no actuó como algunos llamados cristianos que dicen “yo te amo” pero se quedan tan solamente en palabras y no actúan conforme al amor que dicen tener.

2.         Cristo por el contrario no amó y viendo la necesidad que teníamos, nosotros pecadores, sabiendo que íbamos al infierno eterno y que no teníamos oportunidad para salvarnos, “se entregó por nosotros”.

3.         Volvemos a destacar aquí el pasaje donde el apóstol Pablo nos dice: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Co. 5:21). Cuan grande amor el del Señor que entregó su vida por nosotros.

C.      FUE UNA OFRENDA Y SACRIFICIO FRAGANTE PARA DIOS

1.         Lo más hermoso es lo que agrega el apóstol Pablo en esta última parte del pasaje de Efesios 5:2 cuando declara: “Como ofrenda y sacrificio fragante para Dios”.

2.         Aquí notamos que el propósito de nuestro Señor Jesucristo no sólo fue amarnos y entregarse por nosotros, sino agradar al Padre como vimos en una de las primeras razones por la cuales él sufrió y se entregó por nosotros.

3.         Lo vemos cuando el texto testifica diciendo que ese acto fue: “…ofrenda y sacrificio fragante para Dios”. Esto nos recuerda lo que dijo Dios al Rey David por boca del profeta Samuel en 1 Samuel 15:22: “Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.” La ofrenda y el sacrificio de Cristo si fue de olor suave y delicioso para Dios, tan solamente por su obediencia hasta la muerte.

II. CRISTO MURIÓ POR LA IGLESIA
(Ef. 5:25)

A.      CRISTO AMÓ A LA IGLESIA

1.         El texto que analizamos ahora nos declara: “Cristo amó a la iglesia”. Cuando dice que amó a la iglesia está indicando aquellos que han venido a formar parte de su cuerpo. Quienes obedecen sus demandas y se someten a sus mandamientos.

2.         Por esto se pregunta al respecto Piper: «Y me pregunto: ¿Estoy yo entre los “muchos”? ¿Puedo yo ser uno de sus “amigos”? ¿Puedo yo pertenecer a la “iglesia”? Y oigo la respuesta:
*      “Cree en el Señor Jesús, y serás salvo” (Hch. 16:31).
*      “Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Ro. 10:13).
*      “Todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre” (Hch. 10:43).
*      “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Jn. 1:12).
*      “Todo aquel que en él cree no se pierd(e), más (tiene) vida eterna” (Jn. 3:16).»[[3]]

3.         Muchas personas se pasan la vida queriendo saber su futuro, investigando que será de su eternidad, pero no quieren hacer la voluntad del Señor para tener la seguridad con respecto al futuro de sus almas. Tú puedes ser parte de su Iglesia, pero tienes que hacer lo que él ha demandado para ser parte de ella. 

B.      CRISTO SE ENTREGÓ POR ELLA

1.         La oración inicial del texto está acompañada por la expresión: y se entregó por ella”. Lo que nos indica de igual manera que Jesús no sólo amó a la iglesia, sino que también se entregó asimismo por ella.

2.         El término Iglesia es una representación de “nosotros” en el verso estudiado en el punto anterior. Cuando Pablo dice “nosotros” se está refiriendo a la iglesia, lo cual ahora ratifica en (5:25). Por tanto “nosotros”  podemos decir que somos la “iglesia”.

3.         Esta, su iglesia, es por la que él se entregó y dio su vida para salvarla, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha (Ef. 5:25-27).

III. CRISTO MURIÓ POR MÍ
(Gá. 2:20)

A.      CRISTO ME AMÓ A MÍ

1.         Piper también utiliza otro texto citado por el apóstol Pablo en (Gá. 2:20) y que dice: “(Él) me amó y dio su vida por mí.” Ahora esa promesa que antes vimos aplicada a “nosotros” y que luego vimos aplicada a la “Iglesia” ahora la vemos aplicada a “mí”.

2.         Al respecto dice Piper: «Mi corazón queda persuadido, y abrazo la belleza y la generosidad de Cristo como mi tesoro. Y fluye dentro de mi corazón esta gran realidad: el amor de Cristo por mí. De modo que digo con aquellos primeros testigos: “Él me amó y se entregó a sí mismo por mí”.

3.         ¿Y qué quiero decir? Quiero decir que Él pagó el más alto precio posible por darme el más grande regalo posible. ¿Y qué es eso? Es el regalo por el que oró al fin de su vida: “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy ellos también estén conmigo, para que vean mi gloria” (Jn. 17:34). En su sufrimiento y su muerte “vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y verdad” (Jn. 1:14). Hemos visto suficiente para estar cautivados con su causa. Pero lo mejor está aún por venir. Él murió para asegurarnos esto. Ese es el amor de Cristo.»[[4]]

B.      CRISTO DIO SU VIDA POR MÍ
1.         Entonces no hay lugar a dudas en el corazón de un creyente al respecto del hecho glorioso de que alguien me amó y dio su vida por mí.

2.         Una y otra vez oímos a las personas decir que Cristo murió por nosotros, pero nos preguntamos:
*      ¿Su vida refleja esa verdad?
*      ¿Su testimonio declara que son parte de esos muchos pecadores arrepentidos y perdonados?
*      ¿Su andar refleja una muerte al pecado?

3.         Es bueno recordar lo que dijo el apóstol Pablo en Romanos 8:1 cuando expresa: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”.

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:

*      ¿Podemos decir que Cristo nos ha limpiado y nos ha salvado de nuestros pecados?
*      ¿Podemos declarar con toda convicción que nuestra vida ha sido comprada por Cristo con la seguridad de que no servimos más al pecado sino que servimos a la justicia divina?
*      ¿Estamos convencidos por la Palabra de Dios que su amor ha sido derramado en nuestros corazones y que verdaderamente hemos hecho valer esa promesa en nuestras vidas y no nos equivocamos al decir “Él me amó y se entregó a sí mismo por mí”?

No hay aplicación más certera que aquella que ponemos en práctica, aquella que aplicamos a nuestras vidas seguros de que vivimos y viviremos por ella para Gloria de Dios y su Hijo Jesucristo.                                                                                                                                                                                                                                                                                                             


[1]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 30.
[2]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 31.
[3]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 31.
[4]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 31.


No hay comentarios:

Publicar un comentario