viernes, 29 de abril de 2011

2/52 RAZONES POR LA CUALES SUFRIÓ Y MURIÓ JESUCRISTO

Segunda Razón

PARA COMPLACER A SU PADRE CELESTIAL
 “Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento”.
Isaías 53:10 
“Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante”.
Efesios 5:2

Para introducir esta razón en su libro “LA PASIÓN DE JESUCRISTO” dice John Piper - «Jesús no forcejeó con su airado Padre y lo echó al suelo del cielo para sacarle la fusta de la mano. No lo forzó a ser misericordioso con la humanidad. Su muerte no fue el consentimiento de mala gana de Dios de ser indulgente con los pecadores. No, lo que Jesús hizo cuando sufrió y murió fue idea del Padre. Fue una estrategia asombrosa, concebida aun antes de la creación, a la vez que Dios concebía y planeaba la historia del mundo. Por esto es que la Biblia habla del “Propósito… y de la gracia [de Dios] que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos” (2 Ti. 1:9).»[[1]]

La realidad expuesta en las Sagradas Escrituras acerca del deseo de nuestro Señor y Salvador Jesucristo de complacer a su Padre Celestial es innegable. Todo el tiempo Jesús testificó:
·         Cuando enseñó a orar dijo: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. (Mt. 6:10b)
·         Durante su ministerio declaró: “No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre”. (Jn. 5:30)
·         En Getsemaní dijo: “Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad”. (Mt. 26:42)
·         Al hablar de la voluntad de Dios dejó claro: “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”. (Jn. 6:38-40)

Veamos este propósito del sufrimiento y muerte de Jesucristo bajo el siguiente bosquejo de estudio.
I.     LA PREDICCIÓN DE SUS SUFRIMIENTOS
II.   LA SUSTITUCIÓN DE CRISTO POR LOS PECADORES
III.  LA SUMISIÓN Y OBEDIENCIA A LA VOLUNTAD DEL PADRE

Veamos entonces lo que se quiere dar a entender cuando hablamos de:

I. LA PREDICCIÓN DE SUS SUFRIMIENTOS
(Is. 53:4-6)

A.      LA PREDICCIÓN DEL PROFETA ISAÍAS

1.         Dice Piper: «Ya en las Escrituras judías el plan se desarrollaba. El profeta Isaías predijo los sufrimientos del Mesías, quien iba a tomar el lugar de los pecadores. Dijo que el Cristo sería “herido de Dios” en nuestro lugar.»[[2]] “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros”. (Is. 53:4-6)

2.         Dios quiso que a través de los profetas todos estuviésemos al tanto y edificados del propósito del sacrificio de su Hijo en sustitución por los pecadores. El profeta Isaías es uno de los profetas claves en cuanto a esta revelación ya que en su capítulo 53 nos revela extensamente el pensamiento de Dios.

3.         Isaías declara en esta porción algunos aspectos que debemos considerar con mucho cuidado:
·         (v. 4) “Llevó él nuestras enfermedades”.
·         (v. 4) “Sufrió nuestros dolores”.
·         (v. 4) “Le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido”.
·         (v. 5) “Herido fue por nuestras rebeliones”.
·         (v. 5) “Molido por nuestros pecados”.
·         (v. 5) “El castigo de nuestra paz fue sobre él”.
·         (v. 5) “Por su llaga fuimos nosotros curados”.
·         (v. 6) “Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros”. 

B.      LA PREDICCIÓN DEL SALMISTA DAVID

1.         Con estas palabras inicia el Rey David el Salmo 22: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?” Un salmo que nos habla del sufrimiento del Hijo de Dios y de la manera en que él en su pasión da “Un grito de angustia y un canto de alabanza”.

2.         En este salmo el Rey David dice algunas verdades escalofriantes acerca de lo que sufrió nuestro Señor y Salvador Jesucristo, ahí se muestra su angustia al sentir la separación del Padre por causa de nuestros pecados.

3.         Si leemos algunos pasajes vemos algunas verdades que calan en nuestro corazón y sensibilizan nuestra alma.
·         (v. 1) “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
·         (v. 1) “¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?”
·         (v. 1) “Dios mío, clamo de día, y no respondes; y de noche, y no hay para mí reposo”.
·         (v. 6) “Mas yo soy gusano, y no hombre; oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo”.
·         (v. 7-8) “Todos los que me ven me escarnecen; estiran la boca, menean la cabeza, diciendo: Se encomendó a Jehová; líbrele él; sálvele, puesto que en él se complacía”.
·         (v. 11) “No te alejes de mí, porque la angustia está cerca; porque no hay quien ayude.
·         (v. 12) “Me han rodeado muchos toros; Fuertes toros de Basán me han cercado”.
·         (v. 13) “Abrieron sobre mí su boca como león rapaz y rugiente.
·         (v. 14) “He sido derramado como aguas, y todos mis huesos se descoyuntaron; mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de mis entrañas”.
·         (v. 15) “Como un tiesto se secó mi vigor, y mi lengua se pegó a mi paladar, y me has puesto en el polvo de la muerte”.
·         (v. 16) “Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malignos; horadaron mis manos y mis pies”.
·         (v. 17) “Contar puedo todos mis huesos; entre tanto, ellos me miran y me observan.
·         (v. 18) “Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes”.

II. LA SUSTITUCIÓN DE LOS PECADORES POR CRISTO
(Is. 53:10)

A.      FUE UN ACTO DE LA JUSTICIA DIVINA ORDENADO POR DIOS

1.         Dice Piper: «Lo que es más asombroso acerca de esta sustitución de Cristo por los pecadores es que ésta fue idea de Dios. Cristo no interfirió en el plan de Dios de castigar a los pecadores. Dios planeó que Él estuviera allí.  Un profeta del Antiguo Testamento dice: “Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada” (Is. 53:10).»[[3]]

2.         Es por esto que la labor primordial del Espíritu Santo en el hombre pecador es convencerlo de pecado, justicia y juicio como dice el Señor en Juan 16:4-11 - “Mas os he dicho estas cosas, para que cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho. Esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con vosotros. Pero ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas? Antes, porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón. Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado”.

3.         Estamos llamados, no solamente a aceptar nuestro pecado ante Dios, sino a entender y convencernos que no sólo somos pecadores, sino que somos merecedores del infierno eterno por causa de la Ira de Dios.

B.      FUE UN ACTO DE LA JUSTICIA DIVINA PERMITIDO POR CRISTO

1.         Nuestro Señor Jesucristo nos da ejemplo de obediencia y humildad. Por esto se le ha llamado el mártir del Gólgota, porque permitió toda clase de vejámenes cuando tenía el poder para impedirlo.

2.         Al ser apresado en Getsemaní, el apóstol Pedro quiso impedir que lo prendieran y cortó la oreja al centurión llamado Marco, pero Jesús allí mismo le dijo: “…Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? ¿Pero cómo entonces se cumplirán las Escrituras, de que es necesario que así se haga? Mateo 26:52-54

                        3.         Ante Pilatos también declaró: “Mi reino no es de este mundo:; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de este mundo”. Juan 18:36

III. LA SUMISIÓN Y OBEDIENCIA A LA VOLUNTAD DEL PADRE
(Jn. 4:34)
       
A.      LA SUMISIÓN Y OBEDIENCIA DE JESUCRISTO FUE ACTO VOLUNTARIO

1.         Jesús fue obediente y manso al aceptar los designios del Padre. Las Escrituras nos dan un ejemplo perfecto del significado de la obediencia y del deseo del Hijo de complacer y obedecer al Padre para rescatar a nosotros pecadores.

2.         Si nuestro Señor Jesucristo hubiese querido se hubiera interpuesto frente a los deseos justos del Padre, pero por el contrario, las Escrituras declaran que lo que más le agradó al Hijo fue hacer la voluntad de su Padre. Es más, en un momento dijo a sus discípulos: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra”. (Jn. 4:34)

                        3.         Es maravilloso y precioso ver la manera en que Dios planificó en su justicia la sustitución de cada uno de nosotros pecadores por la persona de Jesucristo en el pago de nuestros pecados, lo que debe llevarnos a adorar y a servir de todo corazón a Dios cada día de nuestra vida. 

B.      LA SUMISIÓN DE JESUCRISTO FUE PRECIOSA ANTE LOS OJOS DE DIOS

1.         Piper sigue diciendo: «Esto explica la paradoja del Nuevo Testamento. Por una parte, el sufrimiento de Cristo es una efusión de la ira de Dios a causa del pecado. Pero por otro lado, el sufrimiento de Cristo es un acto hermoso de sumisión y obediencia a la voluntad del Padre. Por eso Cristo gritó desde la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado?” (Mt. 27:46)».[[4]]
           
2.         Mateo está recogiendo las palabras de Jesús en la cruz del Calvario al momento de cargar con nuestro pecado, pero al mismo tiempo, Jesucristo está dando cumplimiento a lo dicho por el Rey David en Salmo 22:1 donde el Mesías de manera obediente acepta la separación de la unión hipostática que se conjugó en el Dios encarnado.

3.         Dice Piper acerca de esta sumisión: «La Biblia dice que el sufrimiento de Cristo fue una fragancia para Dios: “Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” (Ef. 5:2)».[[5]] 

C.      LA OBEDIENCIA DE JESUCRISTO CONVIRTIÓ ESTE ACTO DE JUSTICIA EN UN ACTO DESGARRADOR PARA DIOS

1.         Castigar a los culpables por su desobediencia es algo que duele pero no desgarra el corazón del que aplica la disciplina. Ya Dios había hablado a Saúl ante su desobediencia a través del profeta Samuel y le declaró lo que Él pensaba de la obediencia. “Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros”. (1 S. 15:22)

2.         Por el contrario, la obediencia de Jesucristo ante el castigo que Dios le aplica por causa del pecado del hombre desgarra el corazón de Dios. La Palabra dice que Jesucristo fue obediente en todo momento hasta llegar a la Cruz del Calvario. Filipenses 2:8 así lo describe cuando el apóstol Pablo dice: “…y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”.

3.         En Hebreos 5:8-9 también se nos hace referencia de la obediencia de Jesucristo como algo aprendido por él y en lo cual fue perfeccionado. Lo cual llevó a la práctica para ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen: “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen”.

4.         Recordamos por último las palabras del apóstol Pablo en Romanos 5:19 cuando haciendo una comparación entre Adán y Cristo dijo: “Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos”.  

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:

            John Piper termina su devocional diciendo: «¡Oh, que podamos adorar la terrible maravilla del amor de Dios! Esto no es sentimental. Esto no es sencillo. Por nosotros Dios hizo lo imposible: vertió su ira sobre su propio Hijo, cuya sumisión lo hizo infinitamente desmerecedor de recibirlo. Sin embargo, la misma disposición del Hijo por recibirla fue preciosa a los ojos de Dios. El portador de la ira era amado infinitamente». [[6]]
            Apliquemos estas enseñanzas a nuestras vidas, aprendamos como lo hizo Cristo a vivir en santidad y a agradar y complacer a nuestro Padre Celestial a través de la obediencia.

                                                                                                                                    

[1]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 22.
[2]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 22.
[3]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 23.
[4]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 23.
[5]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 23.
[6]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 23.



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