sábado, 30 de abril de 2011

3/52 RAZONES POR LA CUALES SUFRIÓ Y MURIÓ JESUCRISTO

Tercera Razón

PARA APRENDER OBEDIENCIA
Y SER PERFECCIONADO
“Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia”.
Hebreos 5:8

“Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos”.
Hebreos 2:10

En el estudio anterior planteamos que para complacer al Padre nuestro Señor Jesucristo practicó la obediencia, ahora dice John Piper: «El mismo libro en la Biblia que dice que Cristo “aprendió la obediencia” a través del sufrimiento, y que fue “[perfeccionado] por aflicciones”, también dice que fue “sin pecado”. “[Cristo] fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (He. 4:15)».[[1]]

Piper continúa diciendo: Esta es la enseñanza consecuente de la Biblia. Cristo fue sin pecado. Aunque era el divino Hijo de Dios, era realmente humano, con todas nuestras tentaciones y apetitos y debilidades físicas.
·         Sintió hambre (Mt. 21:19).
·         Sintió enojo y aflicción (Mr. 3:5).
·         Sintió dolor (Mt. 17:12).

Pero su corazón amaba perfectamente a Dios y actuó de acuerdo a con ese amor: “no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca” (1 P. 2:22).

Por consiguiente, cuando la Biblia dice que Jesús “por lo que padeció aprendió la obediencia”, no quiere decir que aprendió a dejar de desobedecer. Quiere decir que con cada nueva experiencia aprendió en la práctica, y el dolor, lo que significa obedecer.

Cuando dice que fue “[perfeccionado] por aflicciones”, no quiere decir que fue gradualmente librándose de defectos. Quiere decir que fue gradualmente colmando la perfecta justicia que tenía que tener a fin de salvarnos.

Eso fue lo que dijo en su bautismo. Él no tenía que ser bautizado porque fuese un pecador. Más bien, según le explicó a Juan el Bautista, “así conviene que cumplamos toda justicia”. (Mt. 3:15).

El punto es este: “Si el Hijo de Dios habría ido desde la encarnación a la cruz sin una vida de tentación y dolor para probar su justicia y su amor, no habría sido un adecuado Salvador para el hombre caído”. Su sufrimiento no solo absorbió la ira de Dios. También realizó su verdadera humanidad y lo hizo capaz de llamarnos hermanos y hermanas (He. 2:17).

Veamos este propósito del sufrimiento y muerte de Jesucristo bajo el siguiente bosquejo de estudio.

I.     LA OBEDICIENCIA APRENDIDA
II.   LA PERFECCIÓN PRODUCTO DE LA OBEDICIENCIA
III.  LA CONVENIENCIA DE LA PERFECCIÓN DE CRISTO

Veamos entonces lo que se quiere dar a entender cuando hablamos de:

I. LA OBEDIENCIA APRENDIDA
(He. 5:8)

A.      EL PADECIMIENTO DE CRISTO

1.         El texto declara: “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia”. Dándonos a entender que no por ser Hijo de Dios sería librado de la consecuencia del pecado del hombre al cual Dios quería salvar.

2.         La justicia divina no puede ser quebrantada, los términos legales tenían que ser aplicados también en el Hijo de Dios y más cuando sabemos que en él se cumpliría toda justicia. Recordemos que el apóstol Pablo declaró en 2 Corintios 5:21 - “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”.

3.         En todos los textos donde se habla del Mesías tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, se indica de la necesidad del padecimiento vicario de Cristo. Aún el mismo Jesús declaró a los discípulos que iban a Emaús que recoge Lucas 24:46 - “y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día…”



B.      EL PROPÓSITO DE SU PADECIMIENTO

1.         Como podemos ver en el mismo texto citado en la introducción, el propósito del padecimiento de Cristo además de cumplir con los estamentos de la justicia divina era que él aprendiera la obediencia.

2.         Tenemos que considerar lo que aclara Piper y que citamos en la introducción acerca de la expresión que declara el texto cuando dice: “por lo que padeció aprendió la obediencia”, no quiere decir que aprendió a dejar de desobedecer. Quiere decir que con cada nueva experiencia aprendió en la práctica, y el dolor, lo que significa obedecer.

3.         Está claro que someterse a la voluntad de Dios trae conflicto y aún dolor a la carne del hombre. Estamos sometidos a pasiones vergonzosas y nuestra carne anhela y lucha por persistir en el pecado. Pablo declaró esto mismo en Romanos 7 y en Gálatas 5, mostrando esa lucha sin cuartel entre la carne y el Espíritu. Por tanto Jesús, que sometido a las debilidades de su carne, supo experimentar el dolor de lo que significaba obedecer.

C.      EL APRENDIZAJE A TRAVÉS DEL PADECIMIENTO

1.         Piper ha aclarado puntualmente lo que el texto quiere decir acerca de que Jesús aprendió lo que significa obedecer. Por tanto es netamente bíblico decir que Cristo “aprendió la obediencia” a través del sufrimiento.

2.         En el estudio anterior citamos lo que Dios le dijo al rey Saúl a través del profeta Samuel sobre lo que le agradaba cuando le declaró: “Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros” (1 S. 15:22).

3.         De que “aprendió la obediencia” a través de las condiciones extremas de angustia y dolor, también dice Ernesto Trenchard  «…frase que nos asombra como manifestación de la gracia de nuestro Señor Jesucristo, quien como hombre llevó una vida de dependencia y fe, y aun de obediencia, en el cumplimiento de su gran misión de salvación, dejándonos ejemplo y, a la vez, preparándose en todo para ser sumo sacerdote compasivo, lleno de simpatía por los suyos que aún atraviesan el valle de lágrimas». [[2]]

II. LA PERFECCIÓN PRODUCTO DE LA OBEDIENCIA (He. 5:8 y 2:10)

A.      LA PERFECCIÓN A TRAVÉS DE LA OBEDIENCIA

1.         No existe perfección espiritual en el hombre si no es a través de la obediencia a la voluntad perfecta y soberana de Dios. Ya hemos dicho que la clave del crecimiento espiritual es el obedecer y es lo único que agrada a Dios.

2.         Desde el huerto del Edén Dios quiso tener una relación especial de amor con el hombre y creó al hombre libre de pecado y por tanto perfecto. Mientras Adán y Eva obedecieran al mandato de Dios y se sometieran a su voluntad, serían perfectos y la imagen de Dios estaría reflejada en ellos.

3.         Cuando el hombre cae en la desobediencia, esa imagen divina legada al hombre en la creación cayó y vinimos a ser seres imperfectos por causa del pecado. Pero Gloria a Dios que por medio de Cristo, tenemos poder para ir hacia la perfección y recuperar esa imagen perdida (Ro. 5:18).

B.      LA PERFECCIÓN A TRAVÉS DE JESUCRISTO

1.         A través de la obediencia aprendida por Cristo por medio de los sufrimientos y aflicciones, Dios quiso perfeccionarlo para que fuera el autor de la salvación de aquellos que habiendo sido afectados por el pecado, ahora podemos ir hacia la perfección.

2.         Experimentar el dolor de lo que significaba obedecer es el objetivo primario de Dios al someterlo al padecimiento físico, pero su perfeccionamiento es el objetivo de Dios para que el Hijo fuese autor de la salvación de todos los creyentes.

3.         La obediencia de Cristo a los sufrimientos, aflicciones y padecimientos humanos logró en él la perfección que Dios requería para que él fuese el Cordero Perfecto que habría de ser inmolado en la Cruz del Calvario y del cual su sangre calmaría su ira contra el hombre pecador.

III. LA CONVENIENCIA DE LA PERFECCIÓN DE CRISTO (He. 2:10)
       
A.      LA CONVENIENCIA DE DIOS

1.         El texto citado declara: “Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos”.

2.         Este texto tiene un alto contenido doctrinal que debe ser tomado en cuenta. Sobre este texto declara nuevamente Ernesto Trenchard: «La idea de la encarnación, y más aún la de una muerte expiatoria, habría repugnado a los filósofos griegos, pero aquí el autor nos hace ver que tal participación en el ser y las aflicciones de quienes habían de ser santificados fue algo que convenía a Dios, o sea, que era una expresión adecuada de su pensamiento y de su corazón».[[3]]

                        3.         Todo lo que Dios planificó era conveniente para salvaguardar el honor de la divinidad. Nadie, absolutamente nadie podrá decir que Dios violó algún estamento divino por salvar al creyente o para evitar el sufrimiento de su Unigénito Hijo ante la realidad de su obra salvífica.

B.      EL OBJETIVO DE ESA CONVENIENCIA

1.         La gran verdad de esta conveniencia viene dada por lo que dice el texto en su parte final: “…que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos”.

2.         Dios tenía un único objetivo en sus planes, que el hombre caído pudiese tener la oportunidad de volver a la perfección, el mismo Dios anhela esto y lo demanda a todo creyente cuando dice en Mateo 5:48 - “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”.

3.         El que venía a hacer perfectos a los imperfectos tenía que ser perfeccionado y no había otro medio más eficaz que hacerlo a través de la obediencia que trae el ser sometido a aflicciones. Por ende Dios hizo todo de forma perfecta para perfeccionar a aquel que nos haría perfectos.

C.      EL PRODUCTO DE ESA CONVENIENCIA

1.         El producto es JESUCRISTO, un hombre perfecto encarnación del Dios perfecto, quien transmite y da oportunidad de perfección a todos aquellos que han creído en él, a quienes sustenta y a quienes fortalece también por medio de aflicciones.

2.         Ya el apóstol Pablo declaró en Romanos 8:17-18 la bendición de ser hijos de Dios por medio de la fe, pero también aclaró que las aflicciones del creyente son parte de su gloria y perfección cuando dice: “Y si hijos, también herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venideras que en nosotros ha de manifestarse”.

3.         El texto citado nos da consuelo en medio de la aflicción que nos perfecciona. Nos alienta y nos presenta una gran promesa la cual vemos de lejos pero que es veraz y eterna. Nos motiva y nos regocija para vivir caminando hacia la perfección a que nos llama Dios. 

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:

            Que maravilloso es pensar que todo aquello que muchas veces vemos como negativo y perjudicial para nuestras vidas, Dios lo convierte a bien.
            Que precioso es entender textos como Romanos 8:28 que nos dice: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a sus propósitos son llamados”.
            Es hora de la aplicación, es hora de valorar todo cuanto nuestro Señor Jesucristo ha hecho para darnos, no sólo la salvación de nuestras almas, sino la oportunidad de ser perfeccionados por aflicciones.
            Desde hoy en adelante, mi hermano en Cristo, no te resistas a la obra de Dios en ti y da gracias a Dios por todo lo que te ocurra.                                                                                                                                              


[1]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 24-25.
[2]Epístola a los Hebreos, Ernesto Trenchard  - Página 89-90.
[3]Epístola a los Hebreos, Ernesto Trenchard  - Página 56.



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