martes, 8 de marzo de 2011

QUIERO SERTE FIEL III

Estrategias sabias para la batalla
            Lo cierto es que el pecado sexual y/o la infidelidad conyugal nunca surgen de la nada. Es el resultado predecible de unos procesos naturales. Se descuidan las relaciones y se le concede a la mene el contacto con la impureza.

Los pensamientos de hoy son el material del que estará hecho el carácter de mañana. La tentación podrá aparecer de repente, pero el pecado no. Tampoco aparece de repente la fibra moral y espiritual. Ambas cosas son resultado de un proceso sobre el cual nosotros si tenemos control.

Somos lo que pensamos. Forjamos nuestra moralidad sexual por medio de una serie continua de decisiones y acciones. Los ojos se detienen aquí… la mente vaga por allá. Como una placa fotográfica que acumula luz para formar una imagen, nuestra mente acumula la luz con la cual la ponemos en contracto, sea santa o no lo sea.

“La batalla se produce en nuestra mente”.
“La mente es nuestro campo de batalla”.

Tenemos que saber que, cuando Cristo satisface mi sed de gozo, el pecado pierde su atractivo. Me niego a aceptar los placeres pasajeros de la inmoralidad y al placer que produce en mi mente los pensamientos lascivos, no porque no quiera placer, sino porque quiero el placer verdadero; un placer mayor y perdurable que solo se puede hallar en Cristo.

John Piper dice: “El fuego de los placeres lujuriosos hay que combatirlo con el fuego de los placeres de Dios.
Si tratamos de combatir el fuego de la lujuria basándonos sólo en prohibiciones y amenazas -incluso las terribles advertencias de Jesús-, vamos a fracasar.
Debemos combatirlo con una gigantesca promesa de una felicidad superior.
Debemos hacer que desaparezca la pequeña llama del placer de la lujuria en la configuración de una satisfacción santa”.

Los que viven en inmoralidad nunca se sienten satisfechos - Juan 4:13. Los que viven para Jesús quedan plenamente saciados - Juan 6:35. Podemos escoger entre dejar que Jesús sacie nuestra sed, y lanzarnos más profundamente al pecado en búsqueda de lo que no hay en él. El resto de nuestra vida va a estar determinado en gran parte por la forma en que respondamos a esta pregunta: ¿A quién vamos a confiar nuestra mente?

Vayamos a la conclusión de esta conferencia a través de este bosquejo:
I.     CUÍDESE DE LA LUJURIA
II.    FIJE LÍMITES A SUS PASIONES
III.   LLENESE LA MENTE DE PENSAMIENTOS PUROS
IV. EVITE LAS CONSECUENSIAS DE LA LUJURIA
V.    HAGA UN PACTO CON SUS OJOS
VI.  ELIMINE EL VENENO DE LA LUJURIA

I. CUÍDESE DE LA LUJURIA

·         Es corriente que alguien que caiga sea tomado por sorpresa. Tal vez pregunte: “¿De dónde vino eso?” La Biblia da una clara respuesta: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones…” - Mateo 15:19-20. Entendemos que es responsabilidad del cristiano velar y disciplinar su carne para lograr este objetivo.

·         Jesús lo resume de esta forma: “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer par codiciarla, ya adultero con ella en su corazón” - Mateo 5:27-28. Aquí se nos da una clara indicación de la responsabilidad que tenemos de cuidar nuestro corazón.

·         Los fariseos insistían en lo externo. Jesús puso unas exigencias morales más altas, diciendo que la lujuria no solo es la fuente del pecado sexual, sino que en si misma también es pecado. Cerró la puerta a la noción farisaica de que un hombre puede desnudar a una mujer en su mente y seguir siendo puro.

·         La lujuria se alimenta con todo aquello que hayamos depositado en nuestro cerebro, y que ella pueda aprovechar. Lo que hay en nuestro cerebro es lo que nosotros hemos permito que entre por medio de nuestros sentidos. Las imágenes y las palabras de nuestra mente deben venir de cosas concretas que han visto nuestros ojos y escuchado nuestros oídos, o de un conglomerado imaginativo de todas estas cosas.

·         La clase de persona en la que nos estamos convirtiendo se halla determinada por lo que estamos dejando entrar en nuestro cerebro.

Cuando leemos las Escrituras o buenos libros, participamos en conversaciones centradas en Cristo o cuidamos de los necesitados, nos inclina hacia la justicia.

·         Alguien dijo: “Siembra un pensamiento y cosecharas una acción; siembra una acción y cosecharas un habito; siembra un habito y cosecharas un carácter; siembra un carácter y cosecharas un destino”.

·         Las acciones, los hábitos, el carácter y el destino comienzan todos con un pensamiento, y los pensamientos son fomentados por lo que nosotros decidimos meter en nuestra mente. Por eso, su órgano sexual más importante es su cerebro.

·         ¿Estás alimentando la lujuria… o matándola de hambre?

·         ¿Estás alimentando tu pasión por Cristo… o matándola de hambre?

·         ¿Cuáles son los deseos más fuertes? Los que uno alimenta más.

II. FIJE LÍMITES A SUS PASIONES

  • Para proteger nuestra pureza, necesitamos fijarnos unos límites mentales.

  • En una escala de uno a diez, el adulterio y la adicción a la pornografía podrían ocupar un diez, en la parte superior de la escala. Ahora bien, la pregunta es esta: ¿Cuáles fueron los escalones inferiores de esa escala, los del uno, el dos y el tres? Cuando los identificamos, podemos evitar los desastres. 
  • Durante años, no me permití entrar a una página web de contenido erótico. Más tarde, mi disciplina mental fue lo suficientemente fuerte para mantenerme apartada la vista de tales imágenes. Pero hasta ese momento, respeté mis límites. Era algo incómodo, pero era poco precio a pagar por guardar mi pureza. 
  • Tenemos televisión, pero no tenemos cable. No porque nos parezca que es malo, sino porque no queremos más tentaciones en nuestro hogar. 
  • No le estoy diciendo lo que tiene que hacer. Los límites varían de una persona a otra. Un límite podría ser no hacer fila en una contadora de un establecimiento donde haya en exhibición ciertas revistas. O no ir en auto por cierta zona de la ciudad. O nunca salir solo en viaje de negocios. O no ver a un actor en particular, o escuchar a un músico determinado. 
  • Los límites impiden que la tentación pueda poner un pie en nosotros. Se basan en la premisa de que no podemos fortalecer nuestra pureza sexual si seguimos haciendo lo que siempre hemos hecho. Tenemos que cambiar nuestros hábitos. Somos centinelas encargados de proteger algo de un valor inmensamente estratégico. Nuestro Comandante nos dice: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de el mana la vida” - Proverbios 4:23. 
  • “Sobre toda cosa” significa que eso se debe hallar en primer lugar en nuestra lista diaria de cosas por hacer. Tiene importancia suma que protejamos nuestro ser interior contra nuevas fuentes de tentación. No le debemos proporcionar municiones a nuestro enemigo para que las use en contra nuestra. Debemos obligar a nuestra naturaleza de pecado a alejarse de la información vieja (que se va desvaneciendo con el paso del tiempo). Mientras tanto, nos debemos asegurar que nuestra información nueva sea pura y honre a Cristo. 
  • Por supuesto, su carne le exigirá que le proporcione nuevo combustible. “Aliméntame”, le gritara. Niéguese mientras hace esta oración: “Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; avívame en tu camino” - Salmo 119:37. Usted mismo se convierte en parte de la respuesta a esa oración suya al apartar los ojos. (Le sugiero que escriba este versículo y lo ponga en su televisor). 
  • No nos debemos conformar al mundo, sino que debemos ser transformados por medio de la “renovación de nuestro entendimiento” - Romanos 12:2. Debemos negarnos a la lujuria y matarla cuando trate de apoderarse de nosotros - Colosenses 3:5. Debemos proclamar que somos nuevas criaturas en Cristo, revestidos de su justicia - 2 Corintios 5:17-21. 
  • Su mente santificada, alimentada por la Palabra de Dios, sustentada por su Espíritu, vigila sus pensamientos. Acepta lo que le agrada a Cristo, y rechaza lo que no. 
III. LLENESE LA MENTE DE PENSAMIENTOS PUROS

  • Por un instante, hubiera deseado que siguieras con cuidado mis indicaciones. ¿Listo? 
  • Muy bien… No piense en las serpientes. NO –se lo repito, NO- piense en grandes serpientes resbalosas que salen deslizándose del desagüe de su bañera por la noche y se arrastran hasta metérsele en la cama. 
  • Ya me oyó. No piense en las serpientes. 
  • ¿He impedido que usted piense en las serpientes? No; lo he estimulado a pensar en ellas. 
  • Ahora quiero que se imagine su postre favorito. Tal vez sea el pie de coco de la pastelería de la casa, o las galletas de la hermana Jacqueline, o el rico tiramisú Mar Caribe que hace Scarlett. Piense en esas cosas tan deliciosas que le hace la boca agua. 
  • ¿Qué le sucedió ahora? Que olvido por completo las resbalosas serpientes de antes… hasta que yo se las volví a mencionar. 
  • Nuestra mente no es un espacio vacío. Siempre se llena de algo. Los pensamientos puros echan fuera a los impuros: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad - Filipenses 4:8. 
  • Es difícil borrar los archivos malos en el disco duro de nuestro cerebro, pero si podemos restringir el número de archivos malos nuevos. Entonces, podemos abrir muchos buenos. Esto es lo que se llama causa y efecto. Mientras más nos llenemos la mente con cosas puras y menos con cosas impuras, mayores serán nuestra pureza y nuestra resistencia ante las tentaciones. 
  • El apóstol Pablo nos dice: “Llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” - 2 Corintios 10:5. Cuando nos vienen malos pensamientos, los corregimos, reemplazándolos con la verdad de Dios. Con el tiempo, esos malos pensamientos ya no están tan bien acomodados en nosotros, y se hacen más fáciles de echar fuera. 
  • Martin Lutero decía: “Uno no puede impedir que las aves vuelen sobre su cabeza, pero si puede impedir que le hagan un nido en el cabello”. No; no podeos impedir que el mundo nos lance imágenes, pero si podemos impedir que se aposenten en nuestra mente. 
  • La masturbación es alimentada por unos ojos errantes y una mente indisciplinada. Cuando recurrimos a ella, estamos medicando un dolor; tal vez sea la soledad, el desaliento, el rechazo o el temor. Hay algo más profundo que el deseo evidente. 
  • Necesitamos enfrentarnos a la raíz de todo, para ayudar a Dios a satisfacer esas necesidades que nos hacen vulnerables ante las tentaciones. Ayuda que nos digamos a nosotros mismos algo así: “En realidad, mirar esta revista no me va a resolver ninguno de mis problemas, sino que va a crear más problemas, heridas y soledad en mi corazón”. 
  • Aunque se trate de una buena resolución, debemos hacer algo más que contentarnos con decir: “No me voy a masturbar”. Las buenas intenciones no destruyen la lujuria. Si no guardamos nuestros ojos y mente, volveremos a los viejos hábitos. 
  • Decididamente, la victoria es posible. Hoy mismo hable con un antiguo adicto sexual que no se ha masturbado en dos años. Pero esa victoria no se puede producir si permitimos que nuestra mente consuma lo que alimenta la lujuria que impulsa a esta acción. La clave de la victoria de este hermano es que ha guardado su mente. 
  • Aunque otros instintos existen para nuestro mantenimiento físico, la relación sexual no es así - 1 Corintios 6:12-13. Sin comida y agua, nos morimos. Sin relación sexual no nos vamos a morir. Por fuerte que sea el deseo, la relación sexual nunca es una emergencia; nunca es una necesidad. Un amigo me dijo: “Nadie ha explotado jamás a causa de una acumulación de semen toxico”. 
  • A medida que aprendemos a dejar de alimentar la lujuria y negarnos a sus exigencias, comenzamos a dominarla. Con el tiempo, sus exigencias se van volviendo menos fuertes y más posibles de controlar. 
IV.  HUYA DE LA LUJURIA

  • La lujuria es la promiscuidad mental. Por eso el matrimonio no resuelve el problema de lujuria. El hombre acostumbrado a mirar a otras mujeres, lo seguirá haciendo. El que se masturba, también lo seguirá haciendo. 
  • La persona lujuriosa se mueve continuamente de una imagen a otra, de compañera en compañera. Los hombres casados con mujeres hermosas tienen unas posibilidades igualmente altas de convertirse en adictos a la pornografía. Es una enfermedad del alma. Lo único que hace es empeorar, mientras no haya arrepentimiento y cambio. (Añado “cambio”, porque muchos se arrepientes una y otras vez, pero vuelven directamente a su esclavitud). 
  • El hombre lujurioso camina con una soga al cuello. Es un adúltero que solo está esperando a que aparezca una adultera. Sera una fantasía o una realidad, pero va a aparecer. 
  • Algunos racionalizan su lujuria porque su conyugue no satisface sus necesidades espirituales. ¿De dónde les viene la idea de lo que necesitan? De los medio de comunicación, donde unos hombres súper-sexuales y una mujeres con sus atributos resaltados quirúrgicamente y metidas en dietas de hambre se lanzan los unos a los otros. Nada de esto es real, pero aunque lo fuera, ¿Qué infelicidad traería a nuestra vida el ser personas así? Dios prescribe que busquemos unas cualidades diferentes y mucho mejores - 1 Pedro 3:3-4. 
V.   HAGA UN PACTO CON SUS OJOS

  • Job dice: “Hice pacto con mis ojos; ¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?” - Job 31:1. Se había comprometido a guardar su corazón a base de guardar sus ojos. Los versículos que siguen explican las terribles consecuencias que caerían sobre él si no cumplía con este pacto de pureza - Job 31:2-12. 
  • Un pacto es un acuerdo entre Dios y el hombre. En ese caso, hacemos un compromiso sagrado ante Dios –y ante nuestras familias y amigos- de que vamos a establecer un determinado acuerdo con nuestros ojos. El acuerdo es que no vamos a mirar a aquello que nos arrastre a la lujuria, y vamos a apartarnos inmediatamente de ello. 
  • ¿Has hecho con tus ojos el contrato de que no van a mirar donde no debes? ¿De qué te vas a apartar inmediatamente de todo lo que te arrastre a la lujuria? 
  • ¿Estás practicando este pacto de pureza cada vez que caminas por la calle? ¿Cuándo haces ejercicios? ¿Cuándo conduces? ¿Cuándo escoges los programas de televisión? ¿Cuándo estás en el templo? 
  • ¿Les has anunciado a los demás que has hecho este pacto? ¿Les has pedido que oren por ti y le pidas cuentas por esto? 
VI.  ELIMINE EL VENENO DE LA LUJURIA

  • El arsénico tiene un efecto acumulativo. Mata, pero no de una vez. No es necesario ingerir una gran cantidad de una vez. Un poco aquí, otro poco allí, y por ultimo… usted muere. 
  • La inmoralidad sexual asesina la vida de los cristianos y su matrimonio. Nos envenenamos todos los días, poco a poco. Esta novela, aquel programa, esta película, esa revista, este calendario, aquella mirada, aquel comentario para coquetear, aquel quedarse callado ante un cuento indecente. 
  • Este arsénico del alma nos envenena de forma gradual, de manera que hoy no nos sentimos muy diferentes a ayer, pero nos hemos vuelto muy distintos a lo que éramos hace cinco años. 
  • ¿Crees esto? Si lo crees, dile a Dios: “Se que estas imágenes sexuales me están envenenando. Dame sabiduría y firmeza para alejarme de ellas. En su lugar, llévame a aquello que te agrada”. 
  • Con el tiempo, a base de comer y beber lo que debe, usted puede ir sacando el arsénico de su cuerpo. Sin embargo, nunca se va a recuperar si no se las arregla para que no le entre más arsénico. 
  • Si usted cree realmente que algo es veneno, y se abstiene de ese veneno por el tiempo suficiente, comienza a producirse algo maravilloso. Su apetito por él disminuye. Vuelve a estar saludable. Romanos 7 habla con dolorosa claridad acerca del dominio que los apetitos erróneos pueden tener sobre nosotros. Pero son muchos los cristianos que han hallado la victoria después de largos y agotadores años de lujuria y adicción a la pornografía. 
  • Durante décadas he creído que las imágenes eróticas que se ven en la televisión y las películas son venenosas. Si, sigo teniendo ganas de verlas, pero esas ganas son dominadas por el instinto de alejarme de ellas. Llámelo como quiera, pero apartarme de esas cosas se ha convertido en un hábito profundamente enraizado en mí. Algunas veces fallo todavía, pero no es ni por asomo lo que sucedía hace años. Somos criaturas de hábitos, y el Espíritu de Dios nos puede dar el poder necesario para formarnos nuevos hábitos. 
  • Al decidir apartarme de las tentaciones sexuales a base de hacer un pacto con mis ojos –y porque la gracia de Dios me capacita para hacerlo-, he escogido la senda de la vida, y las bendiciones que la acompañan. Cuando le digo que no a la tentación, le estoy diciendo que si a Dios. Él se complace, y es glorificado. 
  • Y nadie se beneficia más de todo esto, que yo mismo. 
CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:
Para triunfar sobre las tentaciones necesitamos metas claras y estrategias sólidas, y las debemos llevar a cabo con diligencia. ¿Cuál es nuestra primera línea de defensa contra la impureza? “Huid de la fornicación” - 1 Corintios 6:18.

Cuando se trata de tentaciones sexuales, vale la pena ser cobarde. El que vacila (y racionaliza) está perdido. El que sale huyendo, salva la vida.


Las Escrituras ponen mucho énfasis en esto: “No entres por la vereda de los impíos, ni vayas por el camino de los malos. Déjala, no pases por ella; apártate de ella, pasa” - Proverbios 4:14-15.

1 comentario:

  1. Asi mismo TioJo, yo aunque no estoy en esta categoria... Siempre he pensado eso mismo y como usted dice! Hacer un pacto con los ojos es un punto muy importante, ya las mujeres de hoy dia no se sabe ni para quien es que visten...

    Un abrazo!

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