lunes, 7 de marzo de 2011

QUIERO SERTE FIEL II

La insistencia en la fidelidad
Basado en el folleto “El principio de la pureza” de Randy Alcorn 
 ¿Han oído decir aquello de que “todos los pecados son iguales para Dios”?

El apóstol Pablo no está de acuerdo con esto. Así les habló a los que vivían en Corinto, una ciudad tan saturada de inmoralidad sexual: “Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca” - 1 Corintios 6:18.

Desde el principio mismo, hay algo en el pecado sexual que es cualitativamente distinto. ¿Por qué? Porque el acto sexual no es solo algo que uno hace, sino que es alguien que uno es. Cuando una persona tiene relaciones sexuales, está poniendo su vida en juego. Está entregando algo que tal vez nunca recupere.

Esta cuestión de pureza o impureza va más allá de las cuestiones exteriores de conducta, cultura y práctica. Es algo que penetra hasta el alma. Corta hasta el centro vivo mismo de lo que somos, y lo que vamos a llegar a ser.

No fue Hollywood, ni la cantante Madonna, ni algún pervertido en un cuarto de charlas de la Internet quien inventó el acto sexual. Fue el Dios infinitamente santo, envuelto en una luz y una gloria deslumbrantes, rodeado de ángeles radiantes y santos quien creó la relación sexual. La bondad de la relación sexual se mantiene o cae, según la bondad de su Creador.

“Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” - Génesis 1:31. La relación sexual formaba parte de ese “todo” que era tan bueno. Aun después de la caída, la Palabra de Dios habla abiertamente del placer sexual dentro del matrimonio - Proverbios 5:18-19; Cantar de los Cantares 4:5; 7:1, 6-9.

Las relaciones sexuales son el medio por el cual se conciben los hijos y se expresa la intimidad matrimonial. Ambas cosas son muy importantes para Dios. Cuando las relaciones sexuales se producen dentro de su contexto adecuado, y con un espíritu de entrega, Dios sonríe ante ellas.

Analicemos lo que Dios dice al respecto:
I.     EL PODER DE LA RELACION SEXUAL
II.    LA PUREZA Y LA VOLUNTAD DE DIOS
III.   LAS CONVICCIONES QUE DEBEMOS AFIANZAR

I. EL PODER DE LA RELACION SEXUAL

A.      LA IMPORTANCIA DEL PRINCIPIO DE LA PUREZA

1.                  Tenemos que entender que: La relación sexual es increíblemente poderosa; es capaz de hacer un bien inmenso… O un daño también inmenso. El fuego es un don de Dios. ¿Qué haríamos sin él? ¿Hemos contemplado alguna vez una fogata en una noche clara y fría, bien metidos en el corazón de una región salvaje alumbrada por las estrellas? Sin embargo, cuando esas mismas llamas mágicas se salen de sus límites, ¿qué sucede? Una horrible devastación, dolor y muerte.

2.                  Es una demanda de Dios para todo ser humano el saber ser responsable de cada relación sexual. Debemos entender que la sexualidad es como un arma de gran calibre que en manos de irresponsables puede causar caos, muerte y destrucción.

3.                  En Hebreos 13:4 hemos visto cómo Dios enseña que toda relación sexual dentro del contexto de la fidelidad a Él y a nuestro cónyuge es honroso ante su presencia, pero en ese mismo texto también vemos que a los irresponsables, Él se ocupará de juzgar y condenar.

B.      LA BENDICIÓN DEL DON DE LA PUREZA

1.                  Los dones más maravillosos de Dios, tomados fuera de los límites dispuestos por Él, se convierten en totalmente destructores. Eso es lo que sucede con la relación sexual. Su potencial para un gran bien tiene otra cara: el potencial para un gran mal.

2.                  Mientras el fuego esté contenido en la chimenea, nos da calor. Pero si se “libera”, se quema la casa. Hemos sido testigos caminando a través de las humeantes ruinas de la vida de personas destrozadas por la inmoralidad. Hemos compartido su desespero mientras se preguntaban si se podrían volver a edificar alguna vez. (Pueden, pero creer que pueden es otro asunto.) No podemos olvidar estas escenas, impresas para siempre en nuestra alma.

3.                  En cambio, abrazar la pureza es reclamar para sí un magnífico regalo. Como la fragancia de una rosa después de una lluvia de verano. La pureza es incomparablemente hermosa… y es una belleza que nunca terminará, porque todos los que vivan en el cielo serán puros - Apocalipsis 21:14-15.

C.      LOS LÍMITES PARA PERMANECER EN LA PUREZA

1.                  Según la Biblia, los límites de la relación sexual son los del matrimonio. Las relaciones sexuales y el matrimonio van de la mano. La unión sexual tiene el propósito de ser expresión de un compromiso para toda la vida. Fuera del matrimonio, ese compromiso perdurable se halla ausente. De esta forma, el acto sexual se convierte en una mentira.

2.                  La relación sexual es un privilegio inseparable de las responsabilidades del sagrado pacto matrimonial. Reclamar para sí el privilegio sin la responsabilidad que le corresponde es pervertir las intenciones de Dios. Todo acto sexual realizado fuera del matrimonio los rebaja a ambos.

3.                  La relación sexual ha sido pensada para ser la unión de dos personas; de dos espíritus, y no solo de dos cuerpos. Debe consistir en darle a alguien con quien sabemos que estamos comprometidos al ciento por ciento (como lo señala el matrimonio legal, LO QUE LLAMAMOS FIDELIDAD); no tomar de alguien con quien no estamos comprometidos.

4.                  La persona inteligente cuando viaja no maldice las barandas de la carretera. No se queja diciendo: “¡Esa baranda me raspó el guarda lodo!” Mira al precipicio, ve los autos destrozados y le da gracias a Dios por las barandas. Las barandas de Dios son sus leyes morales. Nos separan de la destrucción. No existen para castigarnos o privarnos de algo, sino para protegernos.

II. LA PUREZA Y LA VOLUNTAD DE DIOS

A.      LA INSENSATEZ DE LA DESOBEDIENCIA

1.                  Pablo escribió un párrafo muy fuerte sobre la pureza moral, y en él resuena el tema del inteligente contra el insensato: “…pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios; que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado. Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación. Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo” 1 Tesalonicenses 4:3-8.

2.                  ¿Cuántas veces ha oído usted a la gente hablar acerca de “hallar la voluntad de Dios”? Hablamos de la voluntad divina como si se hubiera perdido, o como si fuera una especie de rompecabezas que hace falta largos años y el cerebro de un Einstein para resolverlo.

3.                  Pero no hay por qué preguntarse cuál es la posición de Dios acerca de las relaciones sexuales fuera del matrimonio. “Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación (que estéis apartados, hechos santos); que os apartéis de fornicación”.

B.      BUSCANDO LA VOLUNTAD DE DIOS

1.                  Mucha gente dice que está “buscando la voluntad de Dios”, pero muchos de ellos no se molestan en vivir de acuerdo con lo que dicen las Escrituras que es la voluntad de Dios. ¿Qué sentido tiene buscar la voluntad de Dios en cosas menos importantes, si pasamos por alto lo que Él ya nos ha dicho: Que seamos puros?

2.                  Los discípulos de Cristo no vivían para la lujuria, lo cual realmente los separaba de la cultura pagana que los rodeaba. La Iglesia de hoy necesita redescubrir este aspecto tan crítico de nuestra identidad como esposa suya sin mancha.

3.                  El problema no es la pasión, sino la lujuria. Servimos a un Dios apasionado. Lo debemos amar y servir con pasión. Pero necesitamos cultivar nuestras pasiones con el objetivo correcto, y no con los erróneos. Debe ser una pasión para el cristiano vivir bajo su voluntad expresa y soberana.

C.      PROCURANDO VIVIR EN FIDELIDAD

1.                  Debemos aprender a controlar nuestro propio cuerpo, porque ese control no se produce de forma natural; de lo contrario, no habría que aprenderlo. Hacen falta adiestramiento y disciplina.

2.                  Resistirse a las tentaciones es negarse de manera firme, valiente y obstinada a violar la ley de Dios. Es invocar repetidamente a Cristo para que nos de la fortaleza necesaria a fin de decirles que “no” al mundo, la carne y el diablo, y en cambio, decirles que “si” a Dios. Hacemos esto porque buscamos el gozo máximo, que solo se puede hallar en el conocimiento de Dios.

3.                  ¿Recuerda aquel canto de los Beatles, en el que Ringo Starr cantaba: “Todo lo que tengo que hacer es actuar con naturalidad”? Lo cierto es que si usted actúa con naturalidad, va a terminar achicharrado. En cambio, si actúa con sobrenaturalidad, apoyándose en el poder del Cristo que habita en usted, va a disfrutar de grandes beneficios personales, ahora y después.

4.                  ¿Quiere la voluntad de Dios? ¿De veras? Entonces abrace la pureza. Aprenda a controlar su cuerpo. Niéguese a aprovecharse sexualmente de nadie. Al hacerlo, va a evitar el castigo de Dios y va a probar el gozo de una vida agradable para Jesús.
  
III.  LAS CONVICCIONES QUE DEBEMOS AFIANZAR

A.      SEPAMOS QUE SOMOS BLANCO DEL MALIGNO

1.                  Si usted es cristiano, lo tienen en la mirilla; es una persona marcada. Las fuerzas del mal han recibido la orden de destruirlo. Satanás quiere acabar con usted. Si no se lo puede llevar al infierno, va a hacer cuanto pueda para que su vida sea un infierno en la tierra.

2.                  Si sabemos que el Diablo anda buscándonos entonces no sólo debemos saberlo sino también estar preparados para enfrentarlo. Por la gracia de Dios, nunca he tenido relaciones sexuales con otra persona más que con mi esposa. Pero esto se debe en gran parte a que abrí los ojos. Me tuve que enfrentar a una aterradora verdad: “En realidad, a mí también me puede suceder”. Y habría sido un tonto de haber pensado lo contrario. El apóstol Pablo dijo en 1 Corintios 10:12 - “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”.

3.                  Si estamos seguros de que nunca van a entrar en nuestra casa para robar, dejamos abiertas las ventanas, y el dinero sobre la cómoda. Si pensamos que nunca vamos a tener una caída mortal, vamos a vivir despreocupados, sin tomar precauciones. No nos engañemos a nosotros mismos, pensando que nunca vamos a caer; si que podemos. Y si no pensamos que podemos caer, es casi seguro que caeremos.

B.      SEPAMOS QUE TODO SALDRA A LA LUZ

1.                  Violar las normas morales de Dios es como violar la ley de la gravedad. No hay manera de librarse de ellas: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado; pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segara. Porque el que siembra para su carne, de la carne segara corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segara vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” - Gálatas 6:7-9.

2.                  Tarde o temprano, el pecado sexual y la infidelidad queda al descubierto. “Sabed que vuestro pecado os alcanzara” nos dice Números 32:23. El Rey Salomón dijo: “El que camina en integridad anda confiado; mas el que pervierte sus caminos será quebrantado” - Proverbios 10:9. He aquí un pensamiento que debería causar una pausa en la vida de todos nosotros: “No hay ningún momento que sea privado, Dios lo ve todo”.

3.                  Jesús les advirtió a sus discípulos: “Nada hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse. Por tanto, todo lo que habéis dicho en tinieblas, a la luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamara en las azoteas” - Lucas 12:2-3. Una de las tácticas más viejas de Satanás es la de tejer una falsa telaraña de secretos, lanzando una ilusión de intimidad sobre nuestras decisiones pecaminosas. Nos dice: “Nadie te está mirando. Nadie lo va a saber” Pero está mintiendo. Si hay alguien mirando: Alguien ya lo sabe. Uno solo, Dios. Y con el tiempo, lo sabrán muchos. Nunca nos salimos con la nuestra en nada.

C.      SEPAMOS QUE DIOS VA A HUMILLAR A LOS SOBERBIOS

1.                  “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espírituProverbios 16:18. Dios nos da a escoger: o nos humillamos nosotros mismos, o nos humilla Él.

2.                  1 Pedro 5:5-6 nos dice: “Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo”.

3.                  Este pasaje nos muestra que con Dios no podemos jugar, Él es omnisciente y no se le escapa nada ni nadie, por tanto un día Él sabrá cómo pagar a cada uno según sus obras y según hayamos actuado en esta tierra.

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:
Los antibióticos evitan o curan algunas enfermedades venéreas. Los anticonceptivos reducen la posibilidad de un embarazo. Pero no hay anticonceptivo para la conciencia.

La ciencia médica podrá eliminar algunas de las consecuencias de nuestro pecado. Sin embargo, no puede hacer desaparecer el que le tenemos que rendir cuentas a Dios.

Dios dice: “El que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominable” - Proverbios 28:9.

El pecado sexual bloquea la comunión con Dios. Si estamos atrapados en la inmoralidad, solo hay una oración que Él quiere oír de nosotros: la oración de confesión y arrepentimiento.

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