viernes, 29 de octubre de 2010

“SEPARACIÓN” EN LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS

            Entramos ahora en uno de los temas más difíciles de tratar por los pastores en una iglesia cristiana, sea esto por cobardía, por falta de fidelidad o tal vez por la simple razón de no ofender a muchos de aquellos que rechazan esta doctrina planteada en la Palabra de Dios y también hasta se da el caso de pastores que les da miedo usar de este derecho de la iglesia para que la misma no se quede vacía. Es como me dijo una persona en cierta ocasión, “PERO PASTOR, Y CON QUÉ POLÍTICA ES QUE USTED PRETENDE LLENAR LA IGLESIA PORQUE EXPULSANDO LOS MIEMBROS A USTED SE LE VACIARÁ LA IGLESIA”. Gloria a Dios, porque si la iglesia estará llena a base de personas que no están dispuestas a vivir en santidad, entonces para luego es tarde en tomar la decisión de cerrar la iglesia.

            La gran bendición que tenemos es que para Dios las cosas no son como las ven los incrédulos, sino como él las ve, es así que Dios bendice, cuando verdaderamente estamos dispuestos a mantener la santidad dentro del cuerpo de Cristo que es su iglesia.

            Son muchos los pasajes bíblicos donde Dios nos habla de SEPARACIÓN en búsqueda de la santidad y de la preservación de su pueblo, ya que al mismo tiempo advirtió que si no se aplicaba su consejo, los que formaban su pueblo estarían sujetos a la disciplina que él traería para la persona que estaba pecando dentro del pueblo, la cual no era perturbada por los que decían vivir en santidad.

            Para ejemplo tenemos el pecado de Acán (Jos. 7:1) cuando dice:

            “Pero los hijos de Israel cometieron una prevaricación en cuanto al anatema, porque Acán hijo de carmi, hijo de zabdi, hijo de zera, de la tribu de judá, tomo del anatema; y la ira de Jehová se encendió contra los hijos de israel”.

            Como vemos aquí, todo el pueblo fue castigado por el pecado de uno sólo, 3,000 personas murieron por causa de Acán y el pueblo fue avergonzado (Jos.7:4). Por lo tanto tratemos de disciplinar el pecado dentro de nosotros mismos, para que no sea Dios el que tenga que disciplinarnos.

            Veamos ahora lo que se le demanda a la iglesia:
I.    EL PECADO COMETIDO
II.   NUESTRA ACTITUD FRENTE AL PECADO
III. RECOMENDACIÓN BÍBLICA PARA LA IGLESIA

I. EL PECADO COMETIDO
(1 Co. 5:1-2)

            A.      SE OYE (5:1)

1.         Vemos aquí que el pecado cometido por este miembro de la iglesia era ya evidente dentro de la congregación, tan evidente que hasta fuera de los muros de la iglesia local de Corinto se conocía, permitiendo así que el mal testimonio llegara hasta el lugar en que ahora Pablo se encontraba, que era la ciudad de Efeso.

                        2.         Este pecado había trascendido fuera de la iglesia y se conocía en otras iglesias cristianas y lo más penoso era que se había dado a conocer también delante de los incrédulos, lo cual ensuciaba más el testimonio de Cristo y de la iglesia.

                        3.         Vemos que tarde o temprano como sucedió en el caso de Acán y también en este mismo caso, Dios hace evidente el pecado de los hombres, ya que él ha declarado en su palabra que no dejará impune el pecado oculto (1 Ti. 5:24, 25 y He. 4:13). No importa el tiempo, pero tarde o temprano, lo que daña la iglesia será puesto en evidencia.

            B.      EL PECADO DE FORNICACIÓN

                        1.      El pecado que se había cometido era un pecado de FORNICACIÓN (porneia), el cual se define como toda relación sexual ilícita y, en este caso, aún se agravaba más por el hecho de que el pecador se había relacionado nada más y nada menos que con la mujer de su padre, lo que convertía este pecado de fornicación en adulterio y también en incesto, ya que la mujer con la cual fornicaba era su madrastra.

                        2.         Se sabe que este pecado era un pecado de incesto porque el llamado cristiano había violado la intimidad de su padre y había deshonrado su lecho, acción esta condenada siempre por Dios desde (Lv. 18:8) y era de adulterio porque esta mujer estaba siendo infiel a su marido.

                        3.         Este pecado no solo era considerado una depravación dentro de la iglesia, sino aún dentro de la sociedad depravada de los griegos y romanos esto era aceptado dentro de los cánones morales, como algo decente o moral. (Ejemplo: Edipo, el cual se enamoró de su madre). (5:1). Vemos que el apóstol Pablo dice: “ni aún se nombra entre los gentiles”.

            C.      LA ACTITUD CAUTERIZADA DE LA IGLESIA

                        1.         La iglesia de Corinto era una iglesia que se jactaba de poseer muchos dones espirituales pero no obstante, esta actitud reflejaba que esta era una iglesia inmadura e incapaz de disciplinar el pecado y de tomar actitudes maduras y ejemplarizante con respecto a la búsqueda de la santidad en el cuerpo de Cristo.

                        2.         “y vosotros estáis envanecidos”, esta fue la reacción del apóstol Pablo al recibir esta noticia, ya que él se había dado cuenta de que estos hermanos se habían hecho "los chivos locos" y en nada les importaba el mal testimonio que este creyente estaba dando en nombre de la iglesia frente a los incrédulos.

                        3.         Podemos pensar que la iglesia entendía que este pecado no era tan grave, o talvez pensaron que no era de su incumbencia el meterse en la vida privada del pecador o simplemente dijeron: "No queremos problemas con ese hombre". Pero el apóstol Pablo sabía que si no hacían la voluntad de Dios, entonces tendrían problemas con Él.

Veamos, por tanto, lo que se debe ser según la Biblia.
II. NUESTRA ACTITUD FRENTE AL PECADO
(1 Co. 5:2-5)

A.      LAMENTACIÓN - (5:2)

                        1.         La actitud que primeramente Dios espera de su pueblo frente al pecado es que su pueblo se lamente por el pecado cometido en su seno. Esta es la actitud propia de los santos que aman la santidad y la justicia de Dios y la que el apóstol Pablo reclama de esta Iglesia. “¿No debierais más bien haberos lamentado...?

                        2.         Un pecado dentro de la iglesia afecta todo el cuerpo y por tanto debe dolerle a todos los miembros del cuerpo. Esto ocurre cuando este cuerpo tiene celo y amor por las cosas del Señor y ama a sus hermanos como a sí mismo. Es triste ver personas que se llaman cristianos, que supuestamente pertenecen al cuerpo de Cristo y laceran su cuerpo de Cristo gratuitamente como si no fueran miembros de ese cuerpo. ¿Qué diríamos nosotros del masoquismo?

3.         Ejemplo de esta actitud la vemos en (Jos. 7:6) quien declara: “Entonces Josué rompió sus vestidos, y se postró en tierra sobre su rostro delante del arca de Jehová hasta caer la tarde, él y los ancianos de Israel; y echaron polvo sobre su s cabezas”        

o   ROMPIÓ SUS VESTIDOS.
o   ORÓ A DIOS PARA SACAR A LA LUZ EL PECADO.
o   DECLARÓ LUTO EN EL PUEBLO.

Asimismo vemos que ocurrió con el profeta Jeremías quien lamentó profundamente el pecado de su pueblo, así como lo hizo el apóstol Pablo por los creyentes de Mileto (Hch. 20:31).

                        3.         Es necesario que la iglesia de hoy no se cauterice frente a aquellos que cometen pecado y practican el pecado en su seno, como estábamos cauterizados cuando pertenecíamos a las religiones paganas que lo justificaban. La verdadera Iglesia de Cristo, se duele por el pecado y vive para glorificar el nombre de Dios, aunque en momentos tenga que separar del cuerpo a los que no glorifican a Dios.
                                   
            B.      SEPARACIÓN EN LA COMUNIÓN (5:3-5)

                        1.         En segundo lugar Dios espera de su iglesia que extirpe lo dañado en el cuerpo. Esta es la próxima actitud que debemos adoptar luego de haber hecho el esfuerzo porque este hermano abandone su pecado, habiéndolo amonestado con espíritu de mansedumbre. Lo que Pablo quiere decir aquí es que toda la iglesia debe enfrentar al pecador.

                        2.         Esta actitud debe ser inquebrantable para la protección del testimonio de la iglesia, para preservar del pecado a los demás miembros del cuerpo y para llevar al pecador a un arrepentimiento genuino como ocurrió en 2 Corintios 2:5-11. Además de que cuando el cuerpo tiene un miembro dañado lo que hacemos es EXTIRPARLO. Así los demás también temerán (1 Ti. 5:20-22).

                        3.         La autoridad para hacer tal cosa está dada por el Señor a la iglesia por medio de esta epístola escrita por Pablo y por sus mismas palabras en (Mt.18:17). Pablo ordena:

a)  En el nombre de nuestro señor Jesucristo.
b)  Reuníos vosotros (la iglesia).
c)  Con el poder de nuestro señor Jesucristo. El mismo poder con que fue llevado a Cristo Jesús para salvación de su alma, debe ser usado para separarlo de la comunión.
d)  El tal sea entregado a Satanás. (Excomulgado) (1 Ti. 1:20 y Hch. 5:1-11). Con esta expresión se quiere decir que el pecador no arrepentido debe ser expulsado de la iglesia y que nadie, absolutamente nadie, debe mantener comunión con él, de tal manera que el tal quede expuesto a la influencia de Satanás y entienda lo que demanda estar en comunión. (5:11).
      Con esta actitud nuestra, esta persona juzgada, si es creyente, recordará lo que es vivir en comunión y recapacitará volviendo a ella arrepentido (2 Co. 2:5-11) y si no lo es, se quedará en el mundo, pero no dañará la iglesia.

NOTA ACLARATORIA:
Ciertamente que hay pecados en los cuales el remedio para el pecador es solo aplicar la exhortación y la amonestación, pero hay otros que no basta esto, sino que debemos agotar todos los pasos recomendados por el Señor en (Mt. 18:15-22) para que el pecado desaparezca y el pecador se arrepienta.

            C.      AMONESTACIÓN FRENTE A TODOS

                        1.         En tercer lugar Dios nos demanda que como iglesia, amonestemos al pecador delante de todos para que los demás también teman. Es una responsabilidad de todos pero es mayormente la responsabilidad de los líderes de la iglesia hacer esta amonestación pública (1 Ti. 5:20 y 2 Ti. 2:24-26 y 4:1-2)

                        2.         Cada miembro de la Iglesia debe ser solidario con la iglesia y sus pastores, y debe procurar amonestar a aquellos que persisten en el pecado (Mt. 18:17). Ya que esta es una responsabilidad de todos y a todos se nos pedirá cuenta de lo que hemos hecho con el cuerpo de Cristo, mientras estuvimos en él. Es por esto muy triste ver a hermanos que se complacen con los que acaban a la iglesia y no se duelen del cuerpo de Cristo.

3.         De igual forma, cada hermano, de manera individual, con actitud de mansedumbre debe corregir y amonestar al hermano pecador y a aquellos que se complacen con él. (Ro.15:14; 1 Co. 6:4-5; Gá. 6:1). Por lo tanto hermanos, cuando alguno vea a otro hermano en pecado no trate de venir donde el pastor, sino repréndalo con mansedumbre y si no lo oye busque a otro hermano (que puede ser el pastor) y si no los oye, entonces díganlo a la iglesia.

III. RECOMENDACIÓN BÍBLICA PARA LA IGLESIA
(1 Co. 5:6-8)

            A.      CUIDEMOS QUE NUESTRA COMUNIÓN SEA SANTA

1.         La recomendación de Pablo a la iglesia tiene razones y propósitos. Es por tanto importante despertar de la jactancia en la que muchas veces caemos como iglesia, al pensar que estamos muy bien delante de Dios y en realidad, estamos podridos en pecado. Recordemos que somos nación santa y como santos debemos de vivir para la gloria de Dios.

                        2.         El apóstol Pablo nos recuerda aquí (1 Co. 5:6-8) que un poco de levadura (pecado) leuda toda la masa y que debemos limpiarnos de esa vieja levadura de malicia y maldad. Pues el propósito del Señor es que su iglesia sea santa y participe de una comunión sana y santa, de tal manera que debemos entender que es nuestro deber luchar por esto.

                        3.         Está claro también, que la única manera en que el cuerpo queda sano es cuando quitamos la levadura (el pecado) de entre nosotros para que seamos nueva masa sin levadura, de sinceridad y de verdad (5:7, 8 y 11:23-32). Porque de lo contrario, si el cuerpo no se ayuda a sí mismo a quitar aquellas partes dañinas, todo el cuerpo será contaminado y perecerá. Debe estar claro que dejando esta iglesia y yéndose a otra no es que usted va a resolver el problema, pues la iglesia de Cristo no es un club social al cual usted puede desechar.

B.      PROTEJAMOS EL TESTIMONIO DE CRISTO Y SU IGLESIA

1.         Lo más importante en una iglesia cristiana es la sana doctrina, porque de esto se deriva la práctica de la misma y la manera en que esta obedecerá al Dios de los cielos, de donde se desprende el testimonio, el cual, será para la gloria de Dios si está acorde con la sana doctrina (Ro. 16:17; 1 Ti.1:3-4).

2.         Otra manera de preservar el testimonio de Cristo y su iglesia es manteniendo el orden reverente que Dios demanda en todo lo que se haga en su iglesia. El mantener orden en el cuerpo, que es la iglesia de Cristo, manifiesta un testimonio de un Dios de orden, por esto debemos cuidar del orden en que todos andemos (Mt.18:15-17; 2 Ts. 3:6-12; 1 Ti. 5:20).

3.         Otro elemento que debemos considerar para mantener un buen testimonio de Cristo y su iglesia es la pronta separación en la comunión de aquellos que andan haciendo lo que desean y no la voluntad de Dios, pues la asociación de estos, con los creyentes, confunde a los incrédulos en cuanto a su visión de Cristo (1 Co. 5:3-5, 11; 2 Ts. 3:6; 1 Ti. 1:20; Tito 3:10).

            C.      HONREMOS A LAS AUTORIDADES DEL CUERPO

                        1.         Una última recomendación que debemos hacer es la de proteger la comunión del cuerpo dando reconocimiento a los líderes de la iglesia (1 Ts. 5:12-13; 2 Ts. 3:14, 15) no permitiendo acusación contra ellos a menos que no sea delante de ellos y con dos o tres testigos entre los cuales conste toda palabra (1 Ti. 5:19). Obedeciendo y estando sujetos a estos líderes por causa de la obra Del Señor, pues haciendo lo contrario, sabemos que no es de provechoso para la iglesia (He.13:17).

                        2.         Por otro lado, cuando tengamos algo que juzgar de ellos, hagámoslo sin parcialidad, pues es muy triste y dañino hacer un juicio afectado por nuestros intereses. En (Hch. 5:11; 1 Ti. 5:20-21) vemos que cuando se juzga con imparcialidad, logramos de esta manera un correcto sometimiento del cuerpo a la autoridad puesta por Dios en la iglesia y la comunión de los santos será una comunión sana en beneficio de la obra de Dios.

3.         Para finalizar, debemos dejar claro la manera en los miembros Del cuerpo deben alentar a las autoridades y no por el contrario cortarles las alas. En (Gá. 6:6) se aconseja que debemos hacer saber a los pastores, de las bendiciones que el cuerpo recibe a través de la enseñanza de la palabra de Dios, de tal manera que estos puedan ser alentados y trabajen con entusiasmo en su ministerio de la enseñanza de la iglesia. “El que es enseñado en la palabra, haga participe de toda cosa buena al que lo instruye”. De esta manera evitaremos la destrucción y el desaliento en el cuerpo.

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:
            Dios requiere santidad en su cuerpo y nosotros, como iglesia, debemos procurar que esta demanda no solo caracterice a cada cristiano individualmente, sino que caracterice la comunión de los santos. Es por tanto que con toda mansedumbre y madurez espiritual debemos amonestar y tratar de recuperar al hermano que rompe por el pecado, la comunión con el Señor y con la iglesia.
                                                                                                                                                

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