miércoles, 3 de noviembre de 2010

RESTAURACIÓN DE LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS

Lucas 17:1-6 y Mateo 18:15 22

            Muchas veces se ha predicado dentro del pueblo Cristiano sobre la manera en que los hermanos deben reconciliarse y deben restaurar la comunión cuando esta se rompe, no solo en el aspecto de aquel que ha sido ofendido, sino en cuanto a la actitud que debe tomar el ofensor.

            Al parecer el Espíritu Santo no da a muchos que se llaman creyentes la convicción de pecado como para que desde que ofenden a alguien, con la misma pasión con que ofendió, ir de igual manera humillado a pedir perdón con la disposición de restaurar todo el daño que causó con su ofensa.

            Si estas personas de las cuales hablamos son verdaderos creyentes, sabemos que su problema no es falta de convicción de pecado por parte del Espíritu Santo sino que su problema es un problema de endurecimiento de corazón y orgullo frente al hermano.

            Hebreos 3:12, 13 y Proverbios 18:19 cuando dice:
            “El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte, y las contiendas de los hermanos son como cerrojo de alcázar”.

            El Señor nos conoce en lo más íntimo de nuestra naturaleza y por esta razón dejó establecido en su palabra todo cuanto debemos de conocer para que tengamos una relación sana con nuestros hermanos y por ende con él, como dice el apóstol Pablo en Romanos 12:18 - “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres”.

            En esta oportunidad, conoceremos todo cuanto el Señor nos recuerda con respecto a la actitud que debemos mostrar cuando hallamos ofendido a una persona o hallamos nosotros también sido los ofendidos, ya que la palabra misma nos enseña que el que no ama a su hermano PERMANECE EN MUERTE (1 Jn. 3:14).

            Sabemos que muchos de nosotros nunca quisiéramos ofender a otra persona ya que pensamos que con tener buena intención con nuestro actuar todo está bien pero, ciertamente está también la posibilidad muy común en el pueblo de Dios de ofender por la manera en que se dicen o se hacen las cosas, entonces ¿cuál debe ser la actitud del ofensor para que podamos RESTAURAR LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS?

Veamos el siguiente bosquejo:
I.   LA DEFINICIÓN DE TÉRMINOS
II.  LA RESPONSABILIDAD DEL OFENDIDO
III. LA RESPONSABILIDAD DEL OFENSOR

I. LA DEFINICIÓN DE TÉRMINOS

            Es interesante que en este momento definamos los términos que usaremos para que podamos comprender mejor nuestro estudio y sepamos lo que nos demanda el Señor.

          A.      OFENSA

                        1.         OFENDER es herir y maltratar a alguien, faltándole a su condición de persona, sea de palabra o de acción.

                        2.         La OFENSA es sinónima de: INJURIA, AFRENTA, AGRAVIO, HERIDA, ULTRAJE (es una injuria grave).

                        3.         La ofensa es una cualidad inherente del ser humano y Santiago 3:2 y 5:16 se ocupa de hacérnoslo saber. “PORQUE TODOS OFENDEMOS MUCHAS VECES, SI ALGUNO NO OFENDE EN PALABRA, ESTE ES VARÓN PERFECTO, CAPAZ TAMBIÉN DE REFRENAR TODO EL CUERPO”.

                                    Más el otro pasaje nos recomienda:
                                    “CONFESAOS VUESTRAS OFENSAS UNOS A OTROS, Y ORAD UNOS POR OTROS, PARA QUE SEÁIS SANADOS, LA ORACIÓN EFICAZ DEL JUSTO PUEDE MUCHO”.

          B.      PECADO

                        1.         PECADO es desviarse del camino (PARAPLOMA). Es deuda (OFEILEMA). Es violación (PARABASIS)

                        2.         PECADO es sinónimo de: FALTA, FALLO, DEUDA, TRANSGRESIÓN, ERRAR AL BLANCO.

                        3.         El PECADO se define en la Biblia como INFRACCIÓN DE LA LEY en 1 Juan 3:4b.
                                    Todos sabemos que el pecado entró al mundo por Adán y pasó a todos los hombres por cuanto todos PECARON (Rom. 5:12). Lo que significa que el PECADO es parte de la naturaleza caída del hombre, lo que nos indica que una y otra vez vamos a caer en el pecado pero también debemos saber el poder que tenemos en Cristo Jesús para poder RECONOCERLO y poder RECONCILIARNOS cuando pecamos contra otra persona.

          C.      PERDÓN

                        1.         Esta palabra viene del latín PER y DONARE, que significa: REMITIR UNA DEUDA, INJURIA O AGRAVIO.

                        2.     El PERDÓN es sinónimo de REMISIÓN, INDULGENCIA, MISERICORDIA, EXCUSA, LIBERAR, DESATAR.

                        3.         El PERDÓN en la Biblia va precedido de un acto consciente de ARREPENTIMIENTO hacia la persona que ha sido ofendida y que ha de conceder el perdón. Por lo que podemos decir que una persona obtiene el perdón cuando ésta, después de haber sido amonestada por el ofendido, experimenta una convicción de pecado genuina y, arrepentida, va a solicitar el PERDÓN de parte de aquel a quien ha ofendido.

DENTRO DE ESTA PRACTICA BÍBLICA, DEBEMOS PLANTEAR ENTONCES LAS RESPONSABILIDADES DE LOS QUE NECESITAN RECONCILIACIÓN.

II. LA RESPONSABILIDAD DEL OFENDIDO
(Mt. 18:15-22)

          A.      EL OFENDIDO TIENE LA RESPONSABILIDAD PRIMARIA

                        1.         Cuando una persona ofende o peca contra otra, generalmente cree que está haciendo algo correcto y, en la mayoría de los casos, no se da cuenta de que está ofendiendo o que está pecando contra esta otra.

                        2.         Por esto el Señor, conociendo la naturaleza humana, dijo bien claro en Mateo 18:15, “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tu y el solos; si te oyere, has ganado a tu hermano”.

                        3.         Aunque parezca extraño y poco practicado, está claro que es una RESPONSABILIDAD y una OBLIGACIÓN demandada por el Señor al que ha sido ofendido, de hacer saber al ofensor que ha pecado contra nosotros si es que no estamos dispuestos a soportar el agravio como dice (1 Co. 6:7) y nunca dolernos en orgullo y esperar que sea el ofensor que venga a donde nosotros a pedir primero el perdón.

          B.      EL OFENDIDO DEBE PROCURAR QUE HAYA UNA RESTAURACIÓN

                        1.         Es importante notar en el pasaje que no solamente el ofendido debe ir donde el ofensor sino que el ofendido debe tratar, por lo menos en tres intentos, de lograr la RECONCILIACIÓN con su hermano.

                        2.         Notemos la recomendación del pasaje:
                                    (v.15) “Ve y repréndele, estando tu y el solos”.
                                    (v.16) “Si no te oyere, toma aun contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra”.
                                    (v.17) “Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia”.
Y termina el pasaje diciendo: “Y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano”.

                        3.         Como vemos aquí, el propósito primordial que el Señor tiene al hacernos dar estos pasos siendo nosotros los ofendidos, es el de “GANAR AL HERMANO” y no odiarle o menospreciarle y desecharle por el fin de sus días.

                                    Es bueno aquí recordar Gálatas 6:1 cuando dice: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tu también seas tentado”.
                                    O, como dice Salomón en Eclesiastés 10:4, “Si el espíritu del príncipe se exaltare contra ti, no dejes tu lugar; porque la mansedumbre hará cesar grandes ofensas”.

          C.      EL OFENDIDO DEBE ESTAR DISPUESTO A PERDONAR

                        1.         El señor nos recuerda en el versículo 18 que todo lo que atemos en la tierra, será atado en el cielo y todo lo que desatemos en la tierra será desatado en el cielo.

                        2.         Es por tanto que nuestro problema no solo estará relacionado con los hombres, sino también con Dios y por esto cuando el ofendido de estos primeros pasos debe estar en la disposición de rescatar la comunión con su hermano.

                        3.         Además el Señor nos da una última recomendación con respecto a este punto y es la que vemos en los versículos 21-22.
                                    “Señor ¿cuantas veces perdonare a mi hermano que peque contra mí? ¿hasta siete? Jesús le dijo: no te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete”.
                                    Y no se refiere solo a 490 veces sino a la plenitud del perdón.

4.         Ahora bien, es bueno que veamos la otra cara de la moneda, pues hay muchos creyentes que ofenden y además demandan que se les perdone sin que tengan la menor intención de venir arrepentidos a pedir perdón. Veamos que dice la biblia sobre esto.

III. LA RESPONSABILIDAD DEL OFENSOR
(Lc. 17:1-6)

          A.      EL OFENSOR TIENE QUE RECONOCER SU PECADO

                        1.         Es interesante ver que la responsabilidad es una contienda entre hermanos no recae solamente sobre el ofendido, sino que también recae en el ofensor. La responsabilidad que recae sobre el ofensor es la de reconocer su pecado y venir ARREPENTIDO a donde el hermano ofendido por él.

                        2.         Lucas en este punto es más específico que Mateo pues en la demanda del Señor recoge el detalle de la responsabilidad del OFENSOR cuando dice: “Mirad por vosotros mismos, si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si (condicionante) se arrepintiere, perdónale”.

                        3.         Vemos entonces que la demanda de ARREPENTIMIENTO es una condicionante que Dios exige para que podamos conceder el perdón al ofensor. Esto, por supuesto, no quiere decir que si este hermano no quiere pedir perdón debemos odiarlo, maltratarlo o guardarle rencor, sino que debemos dejarle este problema a Dios porque ya no depende de nosotros la reconciliación.
                                    RECORDEMOS QUE DIOS NO PERDONA A NINGÚN HOMBRE QUE NO VENGA A EL ARREPENTIDO (Hch. 3:19).

            Es por tanto que:
          B.      EL OFENSOR TIENE QUE PEDIR PERDÓN

                        1.         Es increíble la dificultad que tenemos los hombres para humillarnos y pedir perdón. Y si es para nosotros difícil pronunciar la palabra PERDÓN, cuanto más difícil es actuar de acuerdo a ella.

                        2.         Ya definimos la palabra PERDÓN, lo cual significa SOLICITAR LA REMISIÓN DE LA DEUDA CONTRAIDA, LA INJURIA O EL AGRAVIO, que hayamos contraído con la persona contra la cual hemos pecado.
                       
                        3.         La palabra PERDÓN debe estar acompañada con una actitud correcta de parte del ofensor, ya que sin dolor por el pecado cometido el haber pedido perdón no significa absolutamente nada para Dios.

                                    Es importante recordar la parábola del HIJO PRÓDIGO en estos momentos (Lc. 15:17) “y volviendo en si, dijo: ¡cuantos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo: hazme como uno de tus jornaleros”. Vemos luego, en los (vv. 20 y 21) que él actuó conforme a sus palabras.

            Por último, hermanos queridos y amados, veamos como:
          C.      EL OFENSOR TIENE QUE RESTAURAR LO QUE DAÑO CON SU PECADO

                        1.         Esta demanda es otra que está clara en la Palabra de Dios y es dada para el momento en que reconocemos nuestro pecado. Es en este instante que el mismo arrepentimiento trae el deseo de reponer y restaurar el daño que hicimos al que hemos ofendido.

                        2.         Un pasaje típico que nos ilustra la doctrina de la restauración es el pasaje de Zaqueo, el publicano, de Lucas 19:8 cuando dijo: “He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado”.

                        3.         Para muchos es fácil PECAR contra algún hermano y aún destruir su testimonio o causarle algún daño físico o material y luego venir y decirle “Yo te amo” y no decir “me arrepiento por lo que te hice, perdóname y dime que debo hacer para restaurar el daño que te ocasione con mi pecado”. Aunque también sabemos que muchas acciones son más evidentes y son más importantes que las mismas palabras.

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:
            Sabemos, hermanos, que si no sentimos convicción del Espíritu Santo para tomar las decisiones que Dios demanda en su palabra, no habrá exhortación posible que nos haga cambiar y arrepentirnos cuando cometemos un pecado contra alguien. Por esto, debemos orar todos los días de nuestras vidas para que Dios nos de convicción y traiga a nuestra memoria los pecados que cometemos a diario para pedir perdón por ellos y no permitir que nuestro corazón se endurezca. No digamos que el hermano no nos quiere perdonar, más bien digamos “yo no he querido ir donde él arrepentido a decir PERDÓNAME hermano” procuremos que todo sea mejor que antes.                      
                                                                                                                                               

No hay comentarios:

Publicar un comentario