EL MENSAJE A LAODICEA
Apocalipsis 3:14-22
En esta ocasión, llegamos a estudiar nuestra última
carta, de las siete escritas por nuestro Señor Jesucristo a las siete iglesias
del Asia Menor, en el libro de Apocalipsis.
Podemos decir que la carta a Laodicea es la carta más
triste que encontramos entre todas, ya que además de ser una carta en la que no
se presenta ningún elogio, también es una carta llena de frases tiernas y
llenas de compasión, las cuales son dirigidas a ella por nuestro Señor, quien
tiene como propósito ablandar con mansedumbre el corazón de los hermanos de
Laodicea.
No hay nada más hermoso, que ver al Príncipe de los
pastores haciendo su trabajo de amor hacia sus ovejas, para rescatarlas del
lodo en que se encuentran, manteniendo una actitud compasiva y de lástima hacia
ellos, que no pueden ver su pecado.
Laodicea fue una ciudad que pertenecía también al Asia
Menor y se encontraba enclavada a unos 65 Kilómetros al sureste de Filadelfia
en la unión de los valles Likos y Meandro y por ella traspasaban los tres
accesos principales a la región de Frigia. Fue fundada por el Rey sirio Antíoco II Theos, descendiente de
Seleuco, en el año 250 a.C., quien le puso el nombre de Laodicea en honor a su esposa, quien más tarde llegó al punto de
maldad de envenenarlo.
Para el tiempo de nuestro Señor Jesucristo, fue una
ciudad muy importante desde el punto de vista comercial y profesional ya que en
ella vivía el Procónsul Romano, en
tiempos del imperio, siendo destruida en el año 1,042 d.C.
Se cree, de acuerdo al dato bíblico, que la Iglesia fue
fundada por Epafras, quien a su vez era colaborador del apóstol Pablo.; es
mencionada en el Nuevo Testamento en Colosenses 2:1-3; 4:12, 13, 15 y 16 donde
conocemos también que el mismo apóstol Pablo le dirigió una epístola, la cual
no forma parte del Canon del Nuevo Testamento.
Sabemos, pues, dos datos importantes: El primero es que
el apóstol Pablo conocía esta iglesia de la cual pudo haber sido su fundador; y
el segundo es que esta iglesia tenía una comunión estrecha con Colosas.
Bajo este preámbulo, iniciamos nuestro estudio el cual lo
analizaremos bajo el bosquejo que sigue:
I. SU TÍTULO
II. SU QUEJA
III. SU EXHORTACIÓN
IV. SU RECOMPENSA
I. SU TÍTULO
Apocalipsis 3:14
A.
EL
AMÉN
1.
El pasaje nos dice: “3:14 Y escribe al ángel de la iglesia en
Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la
creación de Dios, dice esto:”
El verdaderamente Sí “el Amén”. Es interesante citar lo que
dice 2 Corintios 1:19-20 acerca de Jesucristo: “Porque el hijo de Dios,
Jesucristo, que entre vosotros ha sido predicado por nosotros, por mí, Silvano
y Timoteo, no ha sido Si y No; más ha sido Sí en Él; Porque todas las
promesas de Dios son en Él Sí, y en Él Amén, por medio de nosotros, para la
gloria de Dios”.
2.
Precisamente el Señor se ha
dirigido a esta iglesia, que no ha sabido ser ni Sí, ni No, como lo es el Amén, o el verdaderamente Sí. Esto
implica decir: Él es el Dios de La Verdad.
3.
El
que es el Amén, la verdad esencial, la verdad expresada en una persona, la
verdad inapelable, la verdad inerrante, la verdad infalible, el que tiene la
autoridad última, y dirá la última palabra.
B.
EL
TESTIGO FIEL Y VERDADERO
1.
Siendo
Él el testigo Fiel y Verdadero, no podemos concebir que su testimonio no sea
Fiel Y Verdadero. En esta introducción, Jesús se refiere a esta iglesia como
aquel en quien se puede confiar, pues Él es fiel y es el verdadero.
2.
Es un testigo fiel porque es
Dios y su propósito ha sido dar a conocer con fidelidad quien es el Dios de
verdad como nos dice Juan 1:18 y 5:30-47. Él es fiel a la voluntad de Dios y su
proclamación ha sido, es y será fiel a los propósitos divinos.
3.
Verdadero
porque no habló de sí mismo, sino que Dios el Padre dio testimonio de Él como la
verdad (Jn. 1:32-34). Jesús le dice con este título a esta iglesia, que no ha
sabido ser Su testigo, Yo Soy el Fiel y el Verdadero, el que sé cómo son
ustedes realmente, con solo compararles conmigo.
C.
EL
PRINCIPIO DE LA CREACIÓN DE DIOS
1.
Jesús declara ahora con toda
su autoridad, que Él es “el principio de la creación
de Dios”. Declarándole a la iglesia de Laodicea su importancia y
grandeza de su persona, sobre todo lo que ellos llamaban riquezas. La palabra
que se usa en Apocalipsis 3:14 para designar "principio" en el Griego original es "Arque". Uno de
los Eruditos del Griego de mayor autoridad de todos los tiempos, A. T.
Robertson escribe lo siguiente en cuanto al sentido de esta palabra, "principio" para Jesus (No quiere decir la primera de las criaturas...
sino la "Causa primaria" o
la "Fuente originaria" de
la creación a través de quien obra Dios).
2.
Si
Laodicea leyó la carta que el apóstol Pablo envió a la iglesia de Colosas, es
seguro que entendieron lo que Jesucristo dijo aquí al proclamarse el principio
de la creación de Dios. Colosenses 1:15-19 muestra esta verdad teológica al
decir: “1:15 El es la imagen
del Dios invisible, el primogénito de toda creación.
1:16 Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.
1:16 Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.
1:17 Y él es antes
de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; 1:18 y él es la
cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de
entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; 1:19 por cuanto
agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,”
3.
De
igual manera la expresión "El es la imagen del Dios invisible, el
primogénito de toda creación" no se está describiendo a Jesús como
el primer ser creado. Ya que en griego la expresión original que se traduce
como primogénito aquí es: "prototokos" que es una
palabra que está compuesta de dos palabritas griegas: "Protos" que se
traduce como el principal, el jefe de, el más notable, el más noble, el más
distinguido, el más excelente, el más alto... y "Tokos" = que
se traduce como Hijo o descendencia. Refiriéndose aquí a que Jesús es el Hijo
por excelencia, el principal, el heredero el que tiene toda autoridad.
4.
La iglesia de Laodicea había llegado a ser una iglesia
altiva y autosuficiente y no alcanzaba ver su vergüenza ante la miseria de su
riqueza comparada con el esplendor de la persona de Cristo, a quien ellos
tenían fuera de su comunión. Ellos
tenían que saber que Jesús es el rey de todo el universo, el principio y causa
de toda la creación y aprender a humillarse ante su presencia.
Jesús
ahora manifiesta:
II. SU QUEJA
Apocalipsis 3:15-17
A.
EL
SEÑOR DESCRIBE SU CONDICIÓN ESPIRITUAL
1.
El
pasaje nos dice ahora: “3:15 Yo conozco
tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!
3:16 Pero por
cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
3:17 Porque tú
dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y
no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.”
El Señor
comienza su queja declarándoles que Él conoce sus obras, en las cuales denota
tres afirmaciones que indican su pecado:
·
Que
ni eres frío ni caliente.
·
¡Ojalá
fueses frío o caliente!
·
Pero
por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
2.
De
cierto que esta era una iglesia social, caracterizada por una indiferencia
absoluta en cuanto al trabajo y propósito para lo cual Dios había diseñado a su
iglesia, el cual es ganar almas para Cristo, por el contrario, su mayor afán
era la riqueza material para poder hacer cuanto le viniese en gana sin la
necesidad del Señor. Algo muy parecido a lo que hoy se ha llamado el evangelio
de la prosperidad.
3.
Esta
iglesia fue llamada por el Señor con el calificativo de “tibia”, por lo que no tenía convicción en la Palabra de Dios que
afectara su conciencia, su corazón y su voluntad, por lo que el mismo Señor les
declara su preferencia de haber sido frío o caliente y no ser tibio. El frío
tiene oportunidad de conocer. El caliente es fiel. Pero, el tibio es
indiferente. Por esta causa “Te vomitaré de mi boca”.
B.
EL
SEÑOR DESCRIBE LO QUE LA IGLESIA PIENSA DE SÍ MISMA
1.
La realidad descrita por el
Señor era una, y lo que la iglesia pensaba de sí misma era otra. Esta iglesia
tenía un concepto de sí muy alto y era evidente que sus presunciones habían
llegado a hacerle creer que esto era bueno y beneficioso para la obra de Dios.
2.
Ella decía: “Yo
soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad”. Como
podemos ver, la iglesia de Laodicea confiaba en sus propios méritos. Por tanto,
cuando una iglesia llega a pensar de esta manera, su engreimiento y su soberbia
ha llegado a su grado sumo y es triste su condición delante de Dios.
3.
Esta iglesia había llegado a ser autosuficiente desde
el punto de vista económico y social, de tal manera que no necesitaban del
poder del Señor para obtener lo que llamaban bendiciones. Era una iglesia de
grandes posesiones y de mucho dinero, por esto habían sacado al Señor de su
seno despreciando el poder que emana de Él.
C.
EL
SEÑOR DESCRIBE LA REALIDAD DETALLADA Y PRECISA DE LAODICEA
1.
Después que el Señor le
describe a la iglesia de Laodicea lo que Él sabía que ella se creía, le declara de
inmediato lo que Él piensa que ella es en
verdad. Trata de hacerles caer en la realidad: “y no sabes que tú eres un
desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”. El planteamiento es,
que esta iglesia, a los ojos de Jesús era bien aborrecible.
Debemos ahora describir todos
y cada uno de los calificativos que el Señor atribuye a la iglesia de Laodicea,
iglesia que llevaba una carga que era producto de su propia riqueza y no de las
riquezas de Cristo, por esto el Señor le dice que siente lástima de ella, declarándole:
“y
no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”.
·
Desventurado: Es uno que es infeliz, desdichado y desgraciado, uno
que no posee la felicidad de ser portador de las bendiciones de Dios.
·
Miserable: Es uno que es agarrado, arrastrado, avaro, canalla,
mezquino, roñoso, incapaz de dar o compartir con amor lo que posee.
·
Pobre: Es uno que no posee nada de valor, harapiento,
desaliñado, desposeído, indigente, y en el aspecto espiritual no posee tesoros
en los cielos por atesorar sólo lo terrenal.
·
Ciego: Es uno que tiene falta de visión para poder ver lo
que es verdadero e importante. Es un invidente espiritual. Es uno que está ofuscado
y es incapaz de razonar con claridad.
·
Desnudo: Es uno que no posee la vestidura adecuada para
estar en la presencia del Señor. No tenía vestiduras blancas hecha de lino fino que son las acciones
justas de los santos como nos dice Apocalipsis 19:8.
2.
Laodicea creía que lo tenía
todo, mientras que el Señor, quien todo lo escudriña todo, aún en lo más
profundo de nuestro ser, revelaba su verdadera condición la cual es:
conmovedora, lamentable y digna de compasión.
Ahora el Señor se dispone a darle:
III. SU EXHORTACIÓN
Apocalipsis 3:18-20
A.
EL
SEÑOR LE EXHORTA A HACERSE DE LA VERDADERA RIQUEZA
1.
Con
la ternura que caracteriza al Señor y con el amor que Él tiene a su iglesia,
Jesús exhorta a la iglesia de Laodicea diciéndole lo que ella era en realidad,
con el propósito de que los creyentes de allí pudieran tomar acciones en pos de
una renovación espiritual. Así lo vemos en el texto a continuación: “3:18 Por tanto,
yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y
vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu
desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.
3:19 Yo
reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.
3:20 He aquí,
yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a
él, y cenaré con él, y él conmigo.”
2.
El
Señor le dice: En realidad eres pobre, pero puedes ser rico, si compras “oro
refinado en fuego”. Obras que sean para la gloria de Dios y bajo el
fundamento de Cristo. Estos creyentes tenían que entender que sus obras no eran
realizadas con la fuerza y el poder de Dios, que nos lleva a hacer que nuestras
obras sean permanentes como nos aconseja 1 Corintios 3:7-15 al decirnos: “3:7 Así que ni el
que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento.
3:8 Y el que planta y el que
riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su
labor.
3:9 Porque nosotros somos colaboradores de Dios,
y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.
3:10 Conforme a la gracia de Dios
que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro
edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica.
3:11 Porque nadie puede poner otro
fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.
3:12 Y si sobre este fundamento
alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, 3:13 la obra de cada uno se hará manifiesta;
porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada
uno cuál sea, el fuego la probará.
3:14 Si permaneciere la obra de
alguno que sobreedificó, recibirá recompensa.
3:15 Si la obra de alguno se
quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por
fuego.”
3.
Le
aconseja de igual manera a comprar “vestiduras blancas para vestirse y cubrir
la vergüenza de su desnudez”. Estas vestiduras blancas, las cuales
Jesús le recomienda a la iglesia de Laodicea, son definidas en Apocalipsis 19:8
como las acciones justas de los santos. Y toda acción justa de un santo viene a
ser justa por causa de Jesucristo quien es el único que nos limpia de todo
pecado.
4.
La
última exhortación para Laodicea es, que proceda a ungirse los ojos con colirio
para que vea la realidad lamentable en que se encuentra, y no sea el hazme reír
del mundo cuando llegue el momento de la realidad, cuando el mimo Señor juzgue
y someta a juicio todas las cosas.
B.
EL
SEÑOR LE EXHORTA A TENER EL CELO SANTO DE DIOS Y A ARREPENTIRSE DE SU
PREPOTENCIA Y ALTIVEZ
1.
Primeramente, el Señor hace
una declaración de amor a esta iglesia para que ella comprenda, el por qué de
la disciplina a la cual se le aconseja sea sometida. Esta declaración dice: “Yo
reprendo y castigo al que amo”. Ya el autor a los Hebreos nos ha
declarado esta verdad cuando nos dice en Hebreos 12:5-11 todo lo que
necesitamos saber sobre la disciplina en amor.
2.
Jesús le aconseja a obtener el celo de Dios, ese celo
que nos lleva a vivir en santidad y a ser estímulo para que otros también tomen
ánimo para contribuir a la expansión de la obra de Dios como nos enseña el
apóstol Pablo (2 Co. 9:1, 2). De esta manera estos hermanos dejarían de ser
todo lo miserable que eran, y comenzarían a obtener fruto para la gloria de
Dios.
3.
El consejo final es: “arrepiéntete”.
El Señor llama a Laodicea a la humillación, a bajarse del pedestal en
que ella se había colocado, les llama a verse frente a Dios y a darse cuenta de
que no es nada ni nadie, para que de esta manera pueda comenzar a buscar lo que
realmente tiene valor espiritual.
C.
EL
SEÑOR LES DECLARA HASTA DONDE LLEGA SU AMOR
1.
Los creyentes de Laodicea
habían echado fuera al Señor y con su actitud estaban diciendo que no le
necesitaban para nada (v. 17) y que no tenían necesidad de Él ni de su poder;
pero Jesús quería que ellos supieran que Él no se había ido lejos sino que por
amor, Él estaba fuera esperando de su arrepentimiento para entrar en su
interior en ayuda de ellos.
2.
Es aquí donde el Señor les
dice: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz abre la
puerta, entraré a él y cenare con él, y él conmigo”. Con esta
declaración no nos queda dudas, que el Señor amaba a la iglesia de Laodicea y
que Él deseaba una comunión íntima
con ella, por medio de la cual pudiera ayudarles a disfrutar de las bendiciones
obtenidas y a darle la gloria a Dios. En este texto de la Palabra se habla a
los creyentes, por tanto no podemos sacarlo de contexto y aplicarlo a los
incrédulos.
3.
Esta era una decisión que la iglesia de Laodicea tenía
que tomar individualmente y cada creyente de manera particular, decisión que
tenía que ser tomada de corazón, en una renovación de su interior para luego
poder hacer una realidad como iglesia, los propósitos divinos, ya que el Señor
no está hablando al templo de la iglesia sino a su cuerpo, a cada creyente
individualmente de Laodicea. Es precioso ver la paciencia, el amor, y la
mansedumbre con que el Señor soporta a sus hijos y espera que ellos recapaciten
y se arrepientan de sus pecados.
Por último, veamos:
IV. SU RECOMPENSA
Apocalipsis 3:21-22
A.
LA
RECOMPENSA DEL SEÑOR INDICA QUE ELLOS PODÍAN LOGRAR LA VICTORIA
1.
“Al que venciere”. El Señor Jesucristo utiliza esta expresión
al terminar todos y cada uno de los mensajes a las siete iglesias del Asia
Menor, a las cuales se dirige en estos dos capítulos del Apocalipsis. El Señor
indica con esta expresión, que evidentemente hay indicios de que todos los
creyentes pueden lograr la victoria.
2.
El Señor hace evidente con
esta expresión la individualidad del arrepentimiento. La expresión “Al
que venciere” deja claro que Él está hablando de cada uno de manera
particular y no se está refiriendo a una colectividad. Esto nos deja dicho que
aunque otros no quieran, usted, yo y cualquiera, puede vencer con el poder de
Dios y a través de un verdadero arrepentimiento.
3.
El Señor también invita a
Laodicea a lograrlo en conjunto. Esta enseñanza debe motivarnos a cada uno en
particular a velar, a ser celosos de la gracia de Dios, a no permitir que la
gloria que pertenece al Señor sea por nosotros tomada, y además a saber que la
humildad es la clave de la victoria. (No
dice: “si vencieres” sino “al que venciere”).
B.
LA
RECOMPENSA DEL SEÑOR IMPLICA UNA POSICIÓN REAL DE GRANDEZA Y DE DOMINIO ETERNO
1.
El texto dice para concluir: “Le
daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo he vencido, y me he sentado
con mi padre en su trono”. Es maravilloso ver que el Señor Jesucristo
está ofreciendo aquí lo que ya Él ha ganado con su obediencia
y con su sometimiento a la divinidad.
2.
Esta
promesa nos recuerda lo que nos dice el apóstol Pablo en Romanos 8:17 sobre
como Jesús nos dará de la herencia que a Él le pertenece: “Y si hijos, también herederos;
herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con Él,
para que juntamente con Él seamos glorificados”. Esta herencia estará
siempre condicionada por vencer, como Él venció para ocupar el lugar que hoy
ocupa, a la derecha del Padre.
3.
Esta promesa exige vencer
sobre la base de la humillación, como hizo nuestro Señor, que no estimando el
ser igual a Dios como cosa que aferrarse, se despojó de sí mismo, tomando forma
de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre,
se humilló a sí mismo, haciéndose
obediente hasta la muerte y muerte de cruz.
C.
LA
RECOMPENSA ES PARA EL QUE OIGA LO QUE EL ESPÍRITU DICE A LAS IGLESIAS
1.
Asimismo como dijimos
anteriormente de la expresión “al que venciere,” también lo tenemos que decir de esta
expresión utilizada al final de cada epístola, la cual también advierte a los
oyentes lo que deben hacer con respecto a la voz del Espíritu de Dios en su
obra de guía a las iglesias. Esta expresión es: “El que tiene oído, oiga lo que
el Espíritu dice a las iglesias”.
2.
Ciertamente, que estas cartas
nos hacen una advertencia a cada uno de velar, de estar atentos y de oír lo que
el Espíritu Santo dice a cada iglesia, porque de lo contrario, nunca podremos
recibir las bendiciones que Dios promete en estas enseñanzas, además de que
esto viene a redundar en beneficio de nosotros mismos.
3.
El propósito del Señor es, que
cada creyente conozca su responsabilidad frente a Él, porque en el día del Señor no habrá
excusas, para nadie que haya sido
testigo oidor de estas verdades reveladas por Jesucristo en su Palabra. En
aquel día nadie podrá decir: “Yo no
sabía o yo no había oído esto”. La realidad es que la Palabra nos
condenará, si no hemos obedecido.
CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:
Hermanos, que el Señor nos ayude a ser fieles y a
trabajar solamente para su gloria y para su honra, no viendo lo que hace el de
al lado, sino mirando hacia la meta del supremo llamamiento en Cristo Jesús y
confiando en su poder eterno, porque de lo contrario no podremos llegar al fin,
gloriándonos en nuestros propios esfuerzos. Dios nos guarde de tomar algún día
la gloria que le pertenece.
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