jueves, 12 de enero de 2012

21/27 EL PRIMER SERMÓN DEL REINO

El Sermón del Monte
EL AFÁN Y LA ANSIEDAD
Mateo 6:25–34

Es maravilloso ver cómo el Señor Jesús, luego de hablarnos acerca de la insensatez de confiar en las riquezas y de entender que todo tesoro de un hijo del Reino debe ser depositado en el Reino celestial, ahora nos enseña por qué debemos ver la vida sin afanes ni ansiedades.

Jesús dice ahora: “Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?
¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?
Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos.
Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?
No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?
Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”.

Es clara la diferencia que hace el Señor entre el testimonio de confianza en Dios que tiene que tener un creyente y esa falta de confianza en un gentil, sinónimo aquí de incrédulo o impío. Por esto Jesús dice en (6:32) - “Porque los gentiles buscan todas estas cosas”.

Con esta enseñanza Jesús quiere llevarnos a entender cuál debe ser la prioridad en la búsqueda espiritual de un hijo de Dios que confía en su Creador y Sustentador.

Veamos lo que el Señor desea enseñarnos en este mensaje:
I.    LA ANSIEDAD
II.   LA INSESATEZ DE ANSIEDAD                                      
III.  LA BÚSQUEDA DEL REINO DE DIOS

I. LA ANSIEDAD
(Mt. 6:25-34)

A.                 SU ETIMOLOGÍA

1.                  Hay dos palabras griegas que comunican la idea de ansiedad. Una Tarasö 5015 se traduce “turbarse” (compare con Juan 14:1) y significa “ser sacudido o agitado”. La otra merimnaö 3309 es “afanarse” y se encuentra en este párrafo. Significa “ser dividido”, o “partido”. La ansiedad por las cosas que uno necesita para sustentar la vida en el día de “mañana” puede literalmente dividirle en dos.

2.                  Por un momento piensa: “Puedo confiar en Dios para proveer para mis necesidades”. Luego, duda de la provisión de Dios. Este es uno de los dilemas más frecuentes para muchos creyentes. La voluntad de Dios no es que sus hijos vivan en un estado de ansiedad.

3.                  Este párrafo presenta el antídoto divino para evitar la ansiedad en los súbditos del reino. Primero, Jesús prohíbe la ansiedad, luego señala su causa, destaca cinco razones en contra de ella y termina declarando el principio general que debe guiar a los siervos del Rey.

    B.                 PROHIBICIÓN DE LA ANSIEDAD

1.                  “Por tanto os digo” (v. 25) es una expresión que introduce un párrafo con el que concluye la línea de pensamiento anterior. Jesús emplea un imperativo del tiempo presente con el adverbio de negación. Esta construcción prohíbe la continuación de una acción ya en progreso. Dice en efecto: No continuéis afanándoos (v. 25).

2.                  En cambio, la prohibición del (v. 34) emplea el mismo verbo, pero en tiempo pretérito indefinido. Quiere decir: No comencéis a afanaros por el día de mañana. Por estas dos prohibiciones, entendemos que no es la voluntad de Dios que ningún creyente experimente ansiedad por el sustento de la vida.

3.                  La causa de la ansiedad se encuentra en la expresión “hombres de poca fe” (v. 30). La “poca fe” era la causa del temor de los discípulos en la tempestad (8:26) y del temor de Pedro cuando se hundía en el agua sobre la cual acababa de caminar (14:31). La crisis económica, y la ansiedad resultante, es tema de conversación en casi todos los ámbitos. Sin embargo, Jesús indica que no hay “crisis económica” para el siervo de Dios, pero puede haber una “crisis de fe”. 

C.                         RAZONES PARA EVITAR LA ANSIEDAD

En este párrafo encontramos cinco razones por las cuales el creyente no debe sentir ansiedad, o preocuparse sobremanera, por el sustento de la vida.

1.                  Primero: La ansiedad es innecesaria. El Dios que creó las aves (mundo animal) del cielo se ocupa de proveer el sustento para su vida (v. 26). El que creó las plantas (mundo vegetal) provee para su sustento y hermosura. Jesús emplea un silogismo para grabar este mensaje en la mente de los discípulos:
a.     Dios provee para aves y lirios;
b.     el hombre vale mucho más que ellos (vv. 25b, 26b, 30b);
c.     por lo tanto, Dios proveerá para los hombres.

2.                  Segundo: La ansiedad no es fructífera, pues no produce resultados positivos. Por más que uno se esfuerce, no puede añadir a su estatura un codo (v. 27). Un codo es la distancia de la punta de los dedos al codo, o sea, aproximadamente medio metro (45 cms). Algunos opinan que se refiere a añadir años a la vida. La ansiedad, en vez de prolongar la vida, suele acortarla. También,

3.                  Tercero: La ansiedad es incompatible con nuestra posición como hijos de Dios. Un “gentil”, o pagano, tiene mucha razón para sentir ansiedad en cuanto a la vida y el sustento para la vida (v. 32). La ansiedad es una característica propia del incrédulo.

4.                  Cuarto: La ansiedad de parte de un súbdito del reino es indecorosa, deshonra a su Padre celestial, pues indicaría que su Dios no quiere o no puede proveer para sus necesidades.

5.                  Quinto: La ansiedad por las necesidades de mañana es inoportuna, pues carga hoy con las cargas que se deben guardar para mañana (v. 34). Produce una doble carga que aplasta. Jesús no quiere decir con esto que el creyente debe descuidar por completo las provisiones para su vida y su familia. Debe trabajar diligentemente y hacer planes para el futuro; pero también debe reconocer que su Señor es el dueño del futuro. Provee alimento para las aves, pero no lo echa en el nido.

II. LA INSESATEZ DE ANSIEDAD

A.                  EL MANDATO DE JESÚS

1.                  Es increíble los niveles de ansiedad que puede un ser humano manejar hasta llegar a la locura. No hay un sentimiento más dañino en el hombre que la ansiedad que viene como consecuencia de sentirse impotente para conseguir lo que queremos.

2.                  Ante tal realidad y conociendo la naturaleza pecaminosa del hombre, Jesús dice: “Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?”. Con esta expresión notamos una conexión indiscutible con el párrafo anterior.

3.                  Ya Él había declarado en el (v. 24): “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. La ansiedad inevitablemente viene a nosotros cuando visualizamos lo que deseamos alcanzar y lo evaluamos a la luz de nuestras posesiones y capacidades.

4.                  Si servimos a Dios, y estamos seguros que lo que deseamos es conforme a Su Voluntad, estaremos en paz y tendremos seguridad de que lo obtendremos, pero si servimos a nuestras riquezas y confiamos en nuestros teneres, ahí viene entonces la ansiedad y la desesperación. 

B.                   COMBATIENDO LOS ATAQUES DE ANSIEDAD

1.                  Hoy día los hombres sin Dios que sirven a sus riquezas y viven en una continua ansiedad, tratan de batallar con ella a base de psiquiatras y psicólogos que le van a llevar más hondo que lo que están, les dirán “ten seguridad en ti mismo”, “tú puedes”, “eres capaz”, “piensa positivo” y cuando el paciente, porque ya es un paciente, llega al momento en que nada de esto surge efecto, entonces toma el camino de la desesperación y más aún muchos el del suicidio.

2.                  Pero cuando nuestra confianza está en Dios nuestro Padre, y seguimos el consejo del Señor Jesucristo cuando dice: Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?
¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?
Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos.
Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?”. Entonces nos invade una profunda paz y reconocemos que sólo a través de nuestro Padre Celestial, al que servimos, podemos obtener todas las cosas que son para nuestro bien.

3.                  Todo el mundo sabe que para subsistir tenemos que manejar cierto grado de ansiedad, esto es parte de nuestro instinto mismo de supervivencia, pero cuando usted vea que la ansiedad que le invade va más allá de los niveles normales, entonces cuestiónese y piense si está mostrando una respuesta ante la descompensación de su organismo y tal vez necesite un tratamiento psiquiátrico porque esté padeciendo una enfermedad mental o pregúntese “¿dónde está su fe?”

C.                  EL MÉTODO DE JESÚS

1.                  En el texto que nos ocupa Jesús dice: No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?
Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Muchos de los métodos psiquiátricos concluyen diciendo: Piensa en un pasaje bíblico como “Jehová es mi pastor”, repítelo muchas veces y esto calmará tu ansiedad.

2.                  Esto no es lo que está diciendo Jesús. Jehová no es pastor de aquel que no se ha convertido. Esta parte del Salmo 23 o cualquier porción de la Escritura no es una muletilla tranquilizadora o una frase liberadora de ansiedad si no hemos confiado nuestra vida a Jehová Jireh.

3.                  Cuando Jesús aconseja esto, está hablando con creyentes, convertidos a Cristo y nos está diciendo, tenemos un Padre celestial que sabe lo que necesitamos, sabe lo que nos conviene y lo que no nos conviene además de saber que tenemos que comer y vestir. Él se ocupará de esto. ¡CONFÍA!

III.  LA BÚSQUEDA DEL REINO DE DIOS

A.          EL CONSEJO DE JESÚS

1.                  El versículo clave de este párrafo, y quizás del Sermón del monte, es el (v. 33). Jesús subraya el principio que sirve para orientar la vida diaria y el servicio del súbdito del reino. La preocupación, o prioridad, número uno debe ser el “buscar el reino de Dios”.

2.                  El mandato del Rey, la voluntad de Dios para todo súbdito del reino, es que busque el reino. Esta búsqueda debe ser continua, pues el imperativo está en tiempo presente, indicando acción repetida y continua.

3.                  Debe ser una búsqueda celosa, pues el verbo en griego  Zëteö 2212 significa “desear con una pasión”, perseguir con celo, procurar de corazón, o buscar con afán. La búsqueda debe ser concentrada en el reino de Dios.

4.                  En contraste, los gentiles concentran su búsqueda en las cosas de esta vida (v. 32). La búsqueda debe ser prioritaria, la tarea número uno en la vida del creyente. Después de hacer una lista de todas las prioridades, es necesario decidir cuál es la número uno, y mantener el orden en todas las áreas de su vida.

B.           LA PROMESA DE JESÚS

1.                  Jesús nos dice: “Más bien, buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. (6:33). Pero es importante que sepamos que Dios no nos da las cosas que caprichosamente le pedimos, sino las que verdaderamente necesitamos. Y cuando los hijos de Dios se ocupan primeramente del Reino de Dios, él toma a su cargo todas nuestras necesidades materiales. Ocúpate de las cosas del Señor que Él se ocupará de las tuyas.

2.                  La promesa del Rey y todas estas cosas os serán añadidas del (v. 33) es el antídoto para eliminar y evitar la ansiedad. Nosotros tenemos que hacer nuestra parte: Someternos incondicionalmente al reinado de Cristo y buscar su voluntad. Cuando nosotros hagamos nuestra parte Dios hará la suya: Proveernos todo lo que sea esencial para que nosotros cumplamos su voluntad.

3.                  El siervo puede gozarse de provisiones abundantes, o soportar provisiones mínimas, pero serán en todo momento suficientes (ver Fil. 4:10–13). No promete proveer “todas las cosas”, ni “todo lo que deseamos”, sino “todas estas cosas”. “Estas cosas” se refiere concretamente a las cosas recién mencionadas: comida y ropa.

4.                  También es necesario observar oportunamente que debemos equilibrar esta promesa con la enseñanza de que el sacrificio, privación y aun la cruz también pertenecen al discipulado (10:34–39).

C.          UNA CONCLUSIÓN PARA MEDITAR

1.                  Una parábola moderna viene al caso: “Se oyó en un huerto una conversación entre dos gorriones, descansando sobre una rama en un árbol alto. Mientras observaban a la gente que caminaba apurada y nerviosa por el huerto, uno dijo al otro: —Eh, dime, ¿por qué piensas que la gente camina así, nerviosa y preocupada?
El otro le respondió: -No lo sé con certeza, pero debe ser porque no tienen a un Padre Celestial que los cuida, como a nosotros.

2.                  La conclusión lógica está dada en el mismo pasaje, es como si Jesús dijese, “Te di el mandamiento y te di la promesa, si crees y tienes la fe para obedecer, entonces te digo: Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”.

3.                  Es importante que entendamos que sin fe es imposible agradar a Dios y todo hijo del Reino tiene que ejercer fe para confiar en que ese Padre celestial es poderoso para suplir nuestras necesidades y para velar por nuestra seguridad. Por tanto, no nos afanemos y dejemos atrás toda ansiedad desmedida.

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:

Todo hijo del Reino está listo para obedecer cuando se nos da el mandamiento.
Tenemos que entender que lo único que asegura que vamos a recibir de Dios las promesas que Él mismo nos ha dado es cuando obedezcamos y hagamos su Voluntad expresa y Soberana.
Motivémonos a seguir nuestra vida cristiana dispuestos a alcanzar sus promesas.



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