sábado, 7 de enero de 2012

20/27 EL PRIMER SERMÓN DEL REINO

El Sermón del Monte
TESOROS EN EL CIELO
Mateo 6:19–24

            En este momento continuamos el maravilloso Sermón del Monte, donde Jesús, luego de haber terminado con los consejos acerca de la práctica de piedad religiosa u obra de justicia, concernientes al dar limosna, al orar y al ayunar dirige la atención hacia cómo continuar nuestras obras de justicia:
·         En relación con las riquezas.
·         En relación con la visión hacia las riquezas.
·         En relación con el lugar dado a las riquezas.

En estos versículos Jesús habla acerca de dónde debe estar nuestro tesoro, así como la manera en que el ojo es un reflejo de lo que hay en nuestro corazón para que nos cuidemos de las tinieblas que no nos dejan ver la luz de la verdad y por último nos enseña a poner en su justo lugar nuestras riquezas terrenales y dar a Dios la preeminencia sobre todo bien terrenal.

Es lamentable saber y conocer que desde que el hombre es hombre y desde que el pecado entró en el mundo por él, su gran empresa ha sido amontonar bienes en este mundo para enraizar su alma en una tierra que indefectiblemente ha de desaparecer.

Los creyentes tenemos que marcar la diferencia con aquellos que todavía amasan tesoros terrenales y por su codicia viven en las más profundas tinieblas y para calmar su conciencia pretenden servir a Dios, al tiempo que ponen en balanza este servicio colocando del otro lado de la balanza todas sus riquezas. Jesús es claro y preciso en su alocución, dando parámetros de lo que debe ser nuestro andar o práctica cristiana.

Ya Jesús dijo en otra ocasión: Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”. Es por esta razón que debemos poner en claro todo lo que tiene que ver con aquellas cosas que Dios nos provee para que las disfrutemos, pero que al mismo tiempo deben ser canal para servir a Dios y no a ellas mismas. Sobre este particular dice el apóstol Pablo en 1 Timoteo 6:17 - “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos”.

Veamos lo que el Señor desea enseñarnos en este mensaje:
I.    TESOROS EN EL CIELO
II.   LA LÁMPARA DEL CUERPO                                        
III. DIOS Y LAS RIQUEZAS

I. TESOROS EN EL CIELO
(Mt. 6:19–21)

A.          EL CONSEJO DE JESÚS


1.                  Jesús inicia esta porción diciendo: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”.

2.                  Es interesante ver que toda esta sección no está divorciada de las anteriores, el Sermón de Jesús sigue una ilación perfecta y en conexión con las demás enseñanzas acerca del Reino de los Cielos.

3.                  Ahora Jesús advierte del peligro que significa el permitir que nuestro corazón esté ligado a cosas terrenales y a riquezas materiales y es por esto que nos insta a evitar hacer tesoros en la tierra y más cuando Él sabe que todo lo que es terrenal un día perecerá y nadie podrá, por más que lo desee, llevarlo a la eternidad.

B.           EL VALOR SUPREMO DE LA VIDA



1.                  Por esto debemos saber que todo hombre tiene que decidir cuál es el valor supremo de su vida. En un mundo materialista, que nos bombardea constantemente con su propaganda, uno puede caer fácilmente en la trampa de acumular tesoros en la tierra, si no fija claramente la prioridad del Reino.

2.                  Jesús advierte que tal práctica no es aconsejable. Es necia por tres razones:
·         Los tesoros en la tierra están expuestos a perderse.
·         Los tesoros en la tierra comprometen nuestra lealtad (corazón).
·         Los tesoros en la tierra producen ansiedades (implícito aquí y explícito en los vv. 20–34). 

3.                  Como antídoto, Jesús manda que los súbditos del Reino se aseguren que sus valores más estimados estén en el cielo. El hecho de depositar “nuestros tesoros en el cielo” (v. 20) produce resultados contrarios:
·         Nuestros tesoros no están expuestos a perderse.
·         Mantienen nuestra atención y lealtad puestas en Dios.
·         Eliminan las ansiedades

C.          SUGERENCIA DE JESÚS


1.                  Jesús no sugiere que sea incompatible con el Reino que uno provea razonablemente para las necesidades imprevistas, o que uno tenga algo de valor material en un depósito en la tierra. Él está sugiriendo que cuidemos donde vamos a poner nuestro tesoro.

2.                  Jesús no se dirige solamente a los ricos, pues entre sus discípulos, su público inmediato, había hombres que clasificaríamos como de la clase obrera, o clase baja, con pocas excepciones. Es que las personas de pocos recursos también tienen la tentación de acumular tesoros materiales.

3.                  El término “tesoro” es la transliteración de la palabra griega tesaurós 2344 y significa un depósito de mucho valor. No dice el texto “un tesoro”, o “unos tesoros”, sino “vuestro tesoro”, refiriéndose a la suma de lo que uno estima de más valor en su vida.
           
II. LA LÁMPARA DEL CUERPO
(Mt. 6:22, 23)


A.          UNA EXHORTACIÓN SANA

 

1.                  En esta metáfora Jesús exhorta acerca de nuestra visión o perspectiva de la vida diciendo: “La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?”

2.                  Es común entre la humanidad decir: “todo depende del cristal con que veamos las cosas”, queriendo decir que muchas cosas son justificables de acuerdo a la persona o al interés que tengamos para evaluarlas. Pero Jesús dice todo lo contrario. Nos dice sólo hay una manera de ver con claridad la vida y esa única manera será realidad cuando nuestros ojos sean buenos y porque estemos llenos de la luz verdadera que es Cristo.

3.                  El texto se explica por sí mismo, no hay que dar muchas vueltas para darnos cuenta en dónde Jesús está haciendo el énfasis principal en esta porción de su mensaje. Él quiere darnos principios básicos para que nuestra vida cristiana esté caracterizada por la luz de este mundo.

B.              EL ÉNFASIS DE JESÚS 


1.                  Jesús sigue enfatizando el mismo principio acerca de la importancia de establecer el Reino de Dios como primera prioridad. Antiguamente, la gente consideraba que el ojo era la ventana por medio de la cual la luz entraba en el cuerpo humano.

2.                  Cuando tenían buena visión, tenían buena luz; pero cuando los ojos fallaban, vivían en oscuridad. El ojo “sano” significa literalmente “simple”. Una posible interpretación, en la aplicación espiritual, es de entender que los ojos sanos se dirigen en una sola dirección, se enfocan bien en el objeto, de modo que la imagen es nítida.

3.                  En cambio, los ojos malos, o de visión doble, no permiten entrar la luz; y la imagen es borrosa. Si ubicamos este pasaje en contexto, probablemente significa que uno que tiene un ojo enfocado en los tesoros terrenales y otro en los celestiales será como una persona de doble visión; no ve nada con claridad, tropieza, pierde su orientación y en efecto anda en la oscuridad.

4.                  Otros entienden que es mejor considerar los “ojos malos” como “ojos enfermos”, con cataratas, que impiden la buena visión. El impedimento, o enfermedad, en este caso sería el dar prioridad a las cosas materiales. Ambas interpretaciones concuerdan con el pasaje que sigue.

C.          UNA ANÉCDOTA PARA ILUSTRAR 


1.                  Esta anécdota nos ilustra la perversidad de algunos corazones que están lejos de ver la vida con un ojo bueno y mucho menos con un corazón lleno de luz.

2.                  El tesoro del lago
Antes de la llegada de los conquistadores a América del Sur, se dice que existió un lugar en donde no había odio ni rencores. Había orden y justicia. Los pobres se sentaban junto a los ricos. Y en las grandes fiestas del sol todos disfrutaban compartiendo con alegría lo que tenían. En una fiesta, los habitantes de ese lugar decidieron regalar a su rey un cofre lleno de oro. Cada uno de ellos, como tenía lo suficiente para vivir y no tenía ambiciones desmedidas, donó oro para alegrar al monarca. Así nació este cofre, que luego era mostrado en cada fiesta que se celebraba como muestra del afecto del pueblo.

Alrededor de 1532, un chasque (hombre correo a pie) trajo una noticia tremenda. Hombres-dioses venidos de otros mundos habían llegado. Lo más notable es que a estos les gustaba demasiado todo lo que relucía como el oro y la plata. Enterados de la existencia del cofre, los hombres-dioses trataron de apoderarse de éste, pero la mujer del rey logró huir, llevando consigo el cofre. Luego lo arrojó a un lago, pretendiendo con esto evitar males mayores. Pero un hombre-dios la siguió hasta allí, y muy enojado tomó a la mujer y la arrojó al lago. La mujer pereció, pero al instante un gran resplandor iluminó el agua. El hombre-dios atribuyó a un misterio toda esa luz y lleno de espanto se alejó del lugar, corriendo y contando a todos este hecho mágico. El hombre-dios víctima de su sentimiento de culpabilidad no había observado que por entre unos peñascos se filtran los rayos solares derramándose sobre el lago y produciendo un espectáculo maravilloso que sólo dura unos minutos.
El hombre-dios, en su afán por enriquecerse, enloqueció. Su mente se trastornó porque no sólo puso en ese tesoro su corazón sino también su ambiciosa imaginación.

3.                  Es aquí donde podemos entender que esta enseñanza está directamente relacionada con la manera en que podemos mirar las riquezas en este mundo.

III. DIOS Y LAS RIQUEZAS
(Mt. 6:24)

A.          UN SERVICIO EXCLUSIVO A DIOS

 

1.                  Jesús llega a la parte conclusiva de estos versos diciendo: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”. Lo que nos muestra que Dios no admite competencia alguna en el corazón de sus hijos.


2.                  Los hijos del Reino tienen que entender que Dios desea que le amemos con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente, con todas nuestras fuerzas, Él no soporta que sus hijos compartan su amor con otras cosas y mucho menos con riquezas terrenales.

 

3.                  Él sabe que no hay capacidad en el ser humano para poder servirle y al mismo tener otro a quien dedicar nuestro corazón. Cuando Dios dio a Moisés los 10 mandamientos le dijo: “No tendrás dioses ajenos delante de mí” Éxodo 20:3.

 

B.           O DIOS O LAS RIQUEZAS


1.                  En este versículo Jesús continúa la advertencia en cuanto al intento de mantener simultáneamente dos lealtades que son mutuamente exclusivas. Es imposible dividir el corazón y hacerlo dependiente de dos señores.

2.                  Los términos correlativos que Jesús emplea (servir y señores) indican una relación que exige absoluta obediencia. “Servir” traduce el término griego douleúein 1398 del cual viene el término dóulos 1398. Significa servir como esclavo. El señor, o kúrios 2962 es dueño absoluto del esclavo y el esclavo le debe obediencia sin compromisos ni reservas.

3.                  El comentarista Stagg opina que los términos “aborrecer” y “amar” deben entenderse como “rechazar” y “aceptar”. El mismo autor sigue diciendo que es significativo que Jesús considera al dinero, y no a Satanás, como el rival de Dios en la demanda de nuestra lealtad.

C.          LA REALIDAD DEL DINERO


1.                  El dinero no es ni bueno ni malo, porque con él podemos servir a Dios, o a Satanás. Pero el amor al dinero es la raíz de toda clase de mal como lo dice 1 Timoteo 6:10 - “…porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores”.

2.                  De allí se ve la imposibilidad de que un siervo pueda servir a dos señores. Es más imposible aun cuando los señores son tan distintos en su naturaleza, propósito y demandas. Otra vez casi oímos una disyuntiva no expresada de parte de Jesús: “Debéis servir a Dios o a las riquezas”.

3.                  Está claro que todo hijo del Reino de los Cielos tiene que dedicar su corazón a servir “solamente” a Dios. Cualquier otro intento nos llevará a descuidar nuestro servicio a la obra de Dios y Él no se agradará con esto.

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:

Dios es maravilloso y utiliza los bienes terrenales que nos provee para probarnos y ver cómo es nuestro corazón y de qué somos capaces de desprendernos por amor a su Reino.
Es bueno recordar el enfrentamiento de Jesús con el joven rico cuando nos narra Lucas 18:18-25: “Un hombre principal le preguntó, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? 

Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo Dios. 

Los mandamientos sabes: No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre.
El dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. Jesús, oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.
Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico. 
Al ver Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas! 
Porque es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el Reino de Dios”. 

Evitemos ser avaros y sirvamos 100% al Señor…

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