viernes, 24 de junio de 2011

18/52 RAZONES POR LAS CUALES SUFRIÓ Y MURIÓ JESUCRISTO

Décima octava Razón
 PARA SANARNOS DE
ENFERMEDADES MORALES Y FÍSICAS

“El castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”.
Isaías 53:5
 “Sanó a todos los enfermos, para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias”.
Mateo 8:16-17

Iniciando esta décima octava razón Piper afirma: «Cristo sufrió y murió para que la enfermedad pueda ser un día totalmente destruida. La enfermedad y la muerte no eran parte del plan original de Dios con el mundo. Aparecieron con el pecado como parte del juicio de Dios contra la creación. La Biblia dice: “La creación fue sujeta a vida, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza” (Ro. 8:20). Dios sujetó al mundo a la futilidad del dolor físico para mostrar el horror del mal moral.

Esta futilidad incluye la muerte. “El pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte” (Ro. 5:12). Esto incluye todos los gemidos de la enfermedad. Y los cristianos no están excluidos: “No sólo ella (la creación), sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo” (Ro. 8:23).

Pero toda esta miseria de la enfermedad es temporal. Esperamos ansiosamente una época cuando el dolor corporal no exista más. La sujeción de la creación a la futilidad no era permanente. Desde el mismo principio de su juicio, la Biblia dice que Dios puso su mira en la esperanza. Su propósito final ha sido que “la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios” (Ro. 8:21).»[[1]]

            Ciertamente que en todos los tiempos, los seres humanos vivimos y experimentamos el sufrimiento físico; diversas y terribles enfermedades morales y físicas que azotan la humanidad y sumerge en profunda depresión no sólo a los que las padecen sino a aquellos que viven de cerca de los pacientes.

            Cada día, y principalmente después que pasamos los 40 años, amanecemos con un dolor diferente en nuestro cuerpo; se dice que el que así no se levante, búsquenlo que se murió anoche. La realidad es que sólo Cristo podrá sanarnos de las consecuencias de toda dolencia moral y física y su Palabra nos lo asegura cuando nos muestras una más de las razones por las cuales Él sufrió y murió por nosotros.
Iniciemos este estudio con el siguiente bosquejo:

I.        ÉL PAGÓ POR NUESTRA PAZ
II.      ÉL PAGÓ POR NUESTRAS ENFERMEDADES
III.  ÉL PAGÓ POR NUESTRAS DOLENCIAS

I. ÉL PAGÓ POR NUESTRA PAZ
(Is. 53:5; Mt. 8:16-17)

A.      EL CASTIGO CAYÓ SOBRE ÉL

1.         El texto que tomamos ahora de base para demostrar como Dios pagó en Cristo nuestra paz, declara: “El castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” Isaías 53:5. Isaías nos está profetizando los sufrimientos del Mesías. Nos muestra los sufrimientos del siervo de Jehová que vendría a este mundo a pagar en la cruz por nuestra paz.

2.         El hecho de que Jesús fue herido fue por nuestras rebeliones y molido por nuestros pecados; nos asegura que Dios estaba poniendo sobre él el castigo de nuestra paz para que nosotros fuésemos curados según nos dice el profeta.

3.         Jesús y sólo Él cargó con esa culpa y por tanto sobre Él cayó el castigo que Dios impuso a esa culpa que Él tomó. Nosotros nos quejamos de las dolencias morales y físicas que nos afectan, pero antes de nosotros padecerlas, como castigo, cayeron sobre nuestro Señor Jesucristo.

B.      LAS CONSECUENCIAS DE ESE CASTIGO

1.         El castigo que Cristo recibe al tomar nuestros pecados y cargarlos en la Cruz produjo intensos dolores físicos, pero principalmente le produjo tristes y desesperantes dolores a su alma.

2.         La Biblia misma nos enseña que Cristo, por nuestra causa visitó hasta el infierno mismo y experimentó el dolor de la separación de Dios. Él estuvo sometido a estos intensos dolores, a fin de que nosotros estuviésemos cómodos espiritualmente, sabiendo que, por medio de Él, Dios nos perdonaría todos nuestros pecados.

3.         El pasaje nos habla que ese castigo trajo la peor de las consecuencias, una separación de Dios total y un estado de enemistad entre el Padre y el Hijo por causa del pecado que cae sobre Él.

C.      EL LOGRO DE ESE CASTIGO

1.         La Biblia enseña que todo pecador es enemigo de Dios.
·         Colosenses 1:21 dice: “Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado”. 
·         Romanos 5:10 enseña: “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida”. 
·         Santiago 4:4 apunta: “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”. 


2.         Como podemos observar en estos textos, de igual manera como el pecado nos aleja de Dios y produce enemistad entre Él y el pecador, la obra de Cristo Jesús y su castigo en la Cruz, produce reconciliación y por ende amistad entre el pecador y Dios.

3.         Está entonces claro que el castigo que obtuvo nuestra reconciliación con Dios, fue la obra de la cruz y todo el sufrimiento padecido en la semana de pasión nos trajo, no sólo una relación estrecha con Dios, sino todas las demás bendiciones que se desprenden de esta nueva relación. Ahora, por Cristo, podemos tener buen estado de salud espiritual que nos permite servir a Dios con dignidad y honor y asimismo a nuestro prójimo.

II. ÉL PAGÓ POR NUESTRAS ENFERMEDADES
(Is. 53:5; Mt. 8:16-17)

A.      LAS ENFERMEDADES

1.         Los textos citados en este estudio declaran: “El castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”. Isaías 53:5
“Sanó a todos los enfermos, para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias”. Mateo 8:16-17

2.         Estos pasajes nos hablan de enfermedades. Entendemos que las enfermedades vienen como producto del pecado ya que cuando Adán y Eva vivían en el paraiso, ellos no conocían ningún tipo de enfermedad, mucho menos el pecado. Esto no quiere decir que todas las personas que están enfermas lo están porque están en pecado (Jn. 9:1), pero sí algunos enferman por estar en pecado (2 R. 5:27; 1 Co. 11:30)

3.         Lo glorioso es ver como la Biblia nos dice en algunos pasajes sobre la esperanza que tenemos que algún día seremos librados de ellas.
·         Apocalipsis 21:4: “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”. 
·         Apocalipsis 22:1-4: “Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.
En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones
Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes”. 

B.      NUESTRA SANACIÓN

1.         Entendemos que, Dios por medio de la obra de Cristo y por ese castigo cargado por Él, trae Paz y reconciliación, pero lo más glorioso es que trajo al pecador sanación. Cuando se habla de sanación, no sólo se habla de la sanación de las enfermedades físicas que Él en su Gracia desea hacer, sino que se habla de la mayor enfermedad, la enfermedad espiritual la cual viene como consecuencia del pecado.

2.         El pecado no sólo es un crimen, sino que también es considerado por Dios como la enfermedad del alma, porque conduce inevitablemente a la muerte eterna. Por esta causa por medio de sus padecimientos y por este castigo, el Señor obtuvo la gracia y el poder del Espíritu para que podamos dar muerte a nuestras corrupciones morales y espirituales que son ineludiblemente el destemple de nuestra alma. 

3.         El texto declara en su segunda parte: “… y por su llaga fuimos nosotros curados”. Isaías 53:5. El texto habla de sustitución, entendiendo que todo sufrimiento físico, espiritual y moral de nuestro Señor Jesucristo tenía como propósito que nosotros no padeciésemos esos sufrimientos en la eternidad donde seremos librados de toda esa maldición.

III. ÉL PAGÓ POR NUESTRAS DOLENCIAS
(Is. 53:5; Mt. 8:16-17)

A.      EL EJECUTOR DE NUESTRA SANIDAD

1.         El segundo texto que consideramos aquí es Mateo 8:16-17 nos enseña: “Sanó a todos los enfermos, para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias”. Jesús mismo hizo esta obra para confirmar lo que de Él se había declarado por el profeta Isaías.

2.         Sobre esto dice Piper: «Cuando Cristo vino a este mundo, vino con la misión de realizar esta redención global. Señaló su propósito curando a muchas personas durante el curso de su vida. Hubo ocasiones cuando las multitudes se reunían y él sanaba a todos los que estaban enfermos (Mt. 8:16; Lc. 6:19). Esto era una manifestación previa de lo que iba a pasar al final de la historia cuando “enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor” (Ap. 21:4).

3.         La manera en que  Cristo derrotó a la muerte y la enfermedad fue tomándolas sobre sí mismo y llevándolas con él a la tumba. Cuando sufrió y murió, Jesús sufrió el juicio de Dios contra el pecado que trajo la enfermedad. El profeta Isaías explicó la muerte de Cristo con estas palabras: “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él y por su llaga fuimos nosotros curados” (Is. 53:5). Los horribles golpes sobre la espalda de Jesús trajeron un mundo sin enfermedad.»[[2]] 

B.      EL PAGO FUE PERFECTO Y TOTAL

1.         Qué bendición la que tenemos en Cristo, cuando sabemos que por causa de su muerte y de su humillación nosotros tenemos bendiciones eternas e imperecederas y la promesa de que seremos liberados de la maldición del pecado que nos produce la más terrible de las enfermedades, la enfermedad espiritual del alma.

2.         Los creyentes tenemos una gran garantía a través de la obra de Cristo. Según Mateo 8:16-17 cuando vino a este mundo sanó a los enfermos para garantizar la veracidad que la promesa hecha por Dios a través del profeta Isaías era una realidad.

3.         Dios ha sido maravilloso, nos ha dado no sólo la salvación de nuestras almas, sino que nos ha garantizado que en Él tenemos sanidad del alma y eso es lo más importante para evitar la muerte eterna.


CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:

            Para concluir dice Piper: «Un día toda enfermedad será eliminada de la creación redimida por Dios. Habrá una nueva tierra. Tendremos nuevos cuerpos. La muerte será tragada por la vida eterna (1 Co. 15:54; 2 Co. 5:4). “El lobo y el cordero serán apacentados juntos; y el león comerá hierba como el buey” (Is. 65:25). Y todo el que ame a Cristo cantará cánticos de gratitud al Cordero que fue inmolado para redimirnos del pecado y la muerte y la enfermedad.     »[[3]]

                                                          

[1]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 54.
[2]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 54-55.
[3]La pasión de Jesucristo, John Piper - Página 54-55.


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