miércoles, 13 de abril de 2011

VIDA DE FAMILIA XXV


AMEMOS EL CORAZÓN DE NUESTROS HIJOS

Los padres debemos de aliviar las presiones de nuestros hijos de tal manera que estos puedan amar a Dios y servir a su propia generación. Nosotros como padres tenemos que entender que la vida piadosa no es solamente para los adultos, sino también para los hijos, en el sentido de que muchos piensan que la juventud es una edad para vivirla sin ningún tipo de regla o sin ningún tipo de parámetro y mucho menos parámetros concernientes a la piedad.

Es por esto saludable, que nosotros como padres entendamos nuestra responsabilidad en ayudar a los hijos a desarrollar un carácter piadoso que les permita servir a Dios y a sus contemporáneos, ayudándoles sí, a minimizar las presiones que por si misma trae la edad de la adolescencia.

Se han identificado diferentes áreas donde sabemos que la juventud experimenta presiones propias de cada edad y que nosotros, como padres, debemos conocer para guiar a nuestros hijos que pasan de la niñez a la vida de adultos, tratando de que durante este tiempo logremos en ellos el carácter piadoso que Dios espera de sus vidas.

            Hoy trataremos pues, las presiones que trae a la juventud el tener un mal corazón y cómo nosotros, como padres, debemos ayudar a nuestros hijos a que lleven su corazón a Dios, sabiendo que el corazón es lo más importante en su vida y aquello por lo cual podrá cumplir en su vida los propósitos divinos.

            Por tanto, debemos orar a Dios, para que nuestros hijos puedan conocer de su Gracia y podamos sembrar al mismo tiempo, la Palabra de Dios en ellos de tal manera que ellos puedan creer y convertirse al Dios de los cielos.

Analicemos el tema bajo el siguiente bosquejo de estudio:
I.     GUIEMOS SU CORAZÓN A LA SALVACIÓN
II.    GUIEMOS SU CORAZÓN A LA ADORACIÓN
III.   GUIEMOS SU CORAZÓN AL SERVICIO DE DIOS 

I. GUIEMOS SU CORAZÓN A LA SALVACIÓN
(Mt. 15:18-20)

A.    CONOZCAMOS EL CORAZÓN DE NUESTROS HIJOS

1.      Como podemos ver claramente, en este pasaje de la Escritura, el corazón del hombre, por tanto, el corazón de sus hijos, tiene una causa de por qué debemos cuidarlo, pues de manera natural, esta parte del hombre ha caído por causa del pecado y es lo que trae la contaminación propiamente dicha al alma de cada individuo. No piense nunca que sus hijos son buenos e incapaces de hacer nada malo.

2.      Notemos lo que le dice el Señor Jesucristo a los religiosos de su tiempo en Mateo 15:18-20: “Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre”. Esta enseñanza de Jesús nos advierte de lo que verdaderamente hay en nuestro corazón y en el corazón de nuestros hijos.

3.      Es de esta realidad que todos debemos de cuidarnos. Es por esta causa que mientras más crecen nuestros hijos, más problemas tendrán con respecto a las peticiones de su corazón, y más cuando no sea un corazón gobernado por la piedad. Seamos cristianos o no, está claro que el corazón es una mina de maldad cuando está dominado por la carne y no está guardado y dominado por la Palabra de Dios.

B.    CONOZCAMOS EL PELIGRO QUE LES AMENAZA

1.      Aunque sabemos que Dios es el que ha creado el corazón de nuestros hijos, pero también sabemos que igualmente le ha provisto la oportunidad de tener su Palabra como el tesoro más valioso el cual debe ser guardado y cuidado en el corazón que les ha provisto. Es penoso ver por este texto lo que llega a ser un corazón sin que la Palabra de Dios sea en él guardada.

2.      En esta porción lo que se nos indica es que el corazón del hombre natural y por tanto de nuestros hijos, es fuente de contaminación y se convierte en un elemento sumamente peligroso cuando no permite que la Palabra de Dios lo convierta en fuente de donde mana la vida.

3.      Es aquí donde se presenta la realidad de lo que puede significar un corazón sin el dominio de la Palabra de Dios, ya que como vemos de él salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias, etc. y si todo esto sale de aquí es porque el mismo es capaz de albergar grandes pecados.
           
C.    OREMOS PARA QUE DIOS LES TRANSFORME POR SU PALABRA

1.      La oración es poderosa, es la fuente de poder del cristiano cuando se trata de la transformación del corazón de nuestros hijos. Recordemos las palabra del apóstol Pablo en Efesios 6:18 cuando dice: “Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio”.

2.      Todo padre cristiano debe ser perseverante en la oración por el arrepentimiento y la salvación de sus hijos, si estos no han conocido al Señor y por la perseverancia en la gracia de Dios por aquellos que si le han conocido, de tal manera que cada día estos puedan crecer a la estatura de la plenitud de Cristo y puedan ser ejemplo de vida en su amor a Dios y en su servicio a los demás.

3.      Es bueno recordar las palabras del Rey David cuando oraba por su hijo Salomón, este no pidió riquezas, ni fama, ni gloria de hombres para su hijo, solamente pedía a Dios que su hijo fuera un hombre piadoso de corazón perfecto ante los ojos de Jehová. “Asimismo da a mi hijo Salomón corazón perfecto, para que guarde tus mandamientos, tus testimonios y tus estatutos, y para que haga todas las cosas, y te edifique la casa para la cual yo he hecho preparativos” 1º Crónicas 29:19.

II. GUIEMOS SU CORAZÓN A LA ADORACIÓN
(Éx. 20:24; Dt. 31:11,12)

A.    ASEGURÉMOSNOS DE QUE SU CORAZÓN ESTE EN EL CULTO

1.      Todo padre cristiano tiene la obligación de asegurarse de que la mente y el corazón de sus hijos esté particularmente involucrado en el culto de adoración a Dios. Es por tanto inconcebible que los padres permitan que sus hijos se queden en sus hogares o participen de otras muchas actividades en el tiempo designado para la adoración a Dios.

2.      Recordemos las palabra de Moisés en Deuteronomio 31:11-12 cuando dice: “…cuando viniere todo Israel a presentarse delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere, leerás esta ley delante de todo Israel a oídos de ellos. Harás congregar al pueblo, varones y mujeres y niños, y tus extranjeros que estuvieren en tus ciudades, para que oigan y aprendan, y teman a Jehová vuestro Dios, y cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley”. Lo que nos indica que los padres debemos insistir y buscar los medios de gracia junto a nuestros hijos, tengan la edad que tengan.

3.      ¿Cómo podemos hacerlo? Pregunten en sus casas luego de que participamos en el culto, de lo que dijo el predicador, discutan con ellos las verdades bíblicas planteadas y de lo que oyeron en el mensaje. Recuerde que la mente del hombre es fácilmente distraída y vaga sin cesar, si no la disciplinamos en buenas costumbres ella no nos permitirá edificar nuestro corazón. Provoque que sus hijos se avergüencen si no estuvieron atentos a Dios y que se gocen sí aprendieron de las enseñanzas que Dios les proveyó.

B.    ASEGURÉMOSNOS DE QUE TOMEN NOTAS DEL SERMÓN

1.      Para poder lograr esto, tenemos nosotros mismos que ejercitarnos en esta práctica, de tal manera que por el ejemplo podamos enseñar a nuestros hijos a aprovechar al máximo lo que Dios tiene para nosotros a través del predicador. De igual manera esto nos permitirá compartir y discutir en nuestros hogares los temas que se han predicado, de tal manera que estos sean aprovechados al máximo por todos y en comunión con sus padres.

2.      No permita que sus hijos se entretengan durante el culto, se duerman o quieran estar jugando con cualquier cosa de tal manera que no les permita oír lo que el predicador está declarando y que usted sabe que será de beneficio a su alma. Procura que sean reverentes a Dios y los medios de la gracia por el bien de su corazón. Provoca y ayuda a que el corazón de tus hijos sea conquistado por las enseñanzas de la Palabra de Dios, porque de esto depende la salud de sus almas.

3.      Trata por todos los medios de inculcar a tus hijos por precepto y por ejemplo, que el lugar de adoración es santo, preparado para la adoración a Dios y para mantener por tanto la reverencia necesaria a fin de que Dios se complazca con nosotros. Enséñeles que el templo no es un parque para jugar, ni una feria para estar en él con actitudes de irreverencia o irrespeto, recuerde que Cristo dijo que donde estén dos o tres reunidos en su nombre, él está en medio de ellos.

III. GUIEMOS SU CORAZÓN AL SERVICIO DE DIOS
(Pr. 4:20-21) (Mr. 12:28-30)

A.    DIOS HA CREADO EL CORAZÓN DE NUESTROS HIJOS

1.      Entendemos que es el Dios eterno que ha creado y que tiene la potestad de permitir que un pecador pueda tener un corazón capaz de apartarse del pecado. Por tanto nosotros debemos dar Gracias a Dios por lo que ha permitido en la vida de nuestros hijos, pero debemos saber sobre la responsabilidad que tenemos de guiar sus corazones por el camino de la fe.

2.      Debemos recordar lo que nos dice el Rey David en el Salmo 51:10 cuando reconoce su pecado delante de Dios diciendo: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. Este era un sentir genuino en el corazón de David, debe ser el deseo de cada padre con respecto a su corazón y con respecto al corazón de sus hijos.

3.      Ahora bien, David también entendía que su corazón había sido creado por Dios y que solamente Dios podía crear en él la limpieza necesaria para cumplir con su propósito. Dios declaró que David tenía un corazón conforme a su corazón, (1 S. 13:14; 16:7). Pero nosotros debemos cumplir con lo que nos corresponde.

B.    DIOS TIENE UN PROPÓSITO EXPRESO PARA ELLOS

1.                  Si nos vamos al texto que nos ocupa, podemos darnos cuenta de lo que es el deseo de Dios cuando nos recuerda en el primer y gran mandamiento, “Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento”.

2.      Como podemos analizar, el deseo de Dios al haber creado el corazón de nuestros hijos es para que ellos le AMEN y le sirvan. Este y únicamente este es el propósito de Dios al poner en cada ser humano el corazón, por esto debemos ayudar a nuestros hijos a guardarlo para el verdadero propósito. Notemos las palabras de Salomón en Proverbios 4:20-21 - “Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; Porque ellas son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo”.

3.      Es por esta causa que debemos hacer la voluntad de Dios en plena obediencia, sin cuestionar lo que Él dice. De hecho Dios operará para bien a todos aquellos que le amen con un corazón sincero. Recordemos lo que dice Pablo en Romanos 8:28 - “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a sus propósitos son llamados”.

C.    DIOS REQUIERE DE ELLOS - AMOR TOTAL Y NO AMOR PARCIAL O COMPARTIDO

1.      Dice el texto de Marcos 12:30 - “Y amarás al Señor con TODO tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento”. Lo que nos indica que Dios requiere una atención total y no compartida con otro dios u otra prioridad que nuestros hijos puedan interponer entre su corazón y Dios. Un corazón piadoso pone a Dios en prioridad.

2.      Desde el monte Sinaí Dios le declaró a su pueblo, el deseo de un amor total y pleno hacia Él. Debemos recordar Éxodo 20:3-6 donde expresa por primera vez el mandato que se resume en nuestro texto de Marcos 12:30. Es por esto que todo padre cristiano tiene que ejercer la función de hacer lo que debe hacer, para que Dios cumpla sus propósitos en el corazón de sus hijos.

3.      En resumen podemos decir que, Dios nos ha provisto un regalo al darnos a cada hijo, y que nosotros somos responsables de hacer lo que tenemos que hacer, pero que también debemos entender claramente que, solamente es Dios el que puede hacer la obra en nosotros, para nosotros poder guiarles por los medios de gracia a fortalecer su fe sustentados en Dios para su transformación y servicio incondicional a Él.

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:
            Puntualizando para terminar, queremos exhortar a cada padre cristiano, a entender que lo más importante para nosotros debe ser el destino del corazón de nuestros hijos, por tanto, debemos de trabajar en sus corazones de tal manera que los podamos ganar para el Señor.

            No quisiera pensar que en el día de su muerte ellos pidan en el infierno, que Dios mande a sus padres a mojar la punta de su lengua para que les alivie de las llamas, sino que a tiempo podamos asegurarnos que cuando fallezcan irán a los brazos del Señor a gozarse eternamente.


            

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