martes, 19 de abril de 2011

VIDA DE FAMILIA XXVIII

VELEMOS POR NUESTROS HIJOS ACERCA DE LA INSEGURIDAD PROVOCADA EN ELLOS POR SU APARIENCIA FÍSICA
           
Entramos a tratar ahora la cuarta área dentro de las cuales nuestros hijos experimentan presiones propias de su edad, donde nosotros los padres debemos de actuar en pos de alivianar las dificultades a que estos se enfrentan, de tal manera que estas cosas no les impidan amar a Dios y servir a su propia generación.

Volvamos otra vez a Efesios 6:4 donde nos dice la escritura “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”. Como hemos visto, en este pasaje de la Escritura encontramos las demandas generales que se nos enseñan con respecto a la crianza de los hijos. Hemos considerado de igual manera los particulares con respecto a estas enseñanzas y de manera especial hemos considerado 5 áreas donde nuestros hijos experimentan presiones propias de su edad.

Como hemos visto, hemos dividido estas áreas de presiones en 5 partes, estas son:
·      El corazón descuidado,
·      La voluntad no doblegada,
·      La inseguridad en el hogar,
·      La inseguridad por la apariencia física y
·      Las malas compañías.
Hemos considerado hasta aquí tres de estas áreas y como dijimos anteriormente, ahora entraremos a considerar la cuarta, área donde nuestros hijos tienen grandes conflictos.

   Entendemos que nuestros hijos pasarán por una época de sus vidas donde la apariencia física no tendrá mucha importancia para ellos, porque todavía no han podido captar los valores que la sociedad ha impreso en el ordenamiento del vestir y de la apariencia física, de tal manera que otras cosas son más atractivas para ellos, a ellos no les importa que tipo de ropa usan, si tienen el pelo rizo o lacio, si sus uñas están arregladas o no, etc.

Ahora bien, si sabemos que la época de la adolescencia es una etapa dentro de la cual se toman en serio estos parámetros, de tal manera que nuestros hijos comienzan a ser testigos obligados de cambios notorios en sus cuerpos, donde se inicia el descubrimiento del desarrollo físico propio de la pubertad y con ello crecen las expectativas de querer cubrir esa apariencia frente a los demás, porque piensan que han de ser valorados por su apariencia externa y no por su condición interna.

Veamos cómo podemos ayudarlos considerando el bosquejo siguiente:
I.    LA PROBLEMÁTICA DE LA APARIENCIA
II.   CONCENTRÉMOSNOS EN EQUILIBRAR SU AUTOESTIMA
III. EL USO ADECUADO DE UNA INSTRUCCIÓN Y DIRECCIÓN BÍBLICA

I. LA PROBLEMÁTICA DE LA APARIENCIA

A.      FORTALÉZCAMOSLOS CON SABIDURÍA

1.         Los padres tenemos la responsabilidad de ayudar a nuestros hijos en esta etapa tan importante de sus vidas, pero lo primero es que nosotros mismos debemos estar claros por la Palabra de Dios de lo que realmente debe tener importancia para nosotros, de tal manera que nuestros hijos entiendan la obligación de dar gracias a Dios de como los ha creado y a estar satisfechos con los rasgos maravillosos que el ha producido en nosotros a su imagen y semejanza. Además de que lo pasajero no tiene mas importancia que lo eterno, Proverbios 31:30.

2.         Es verdaderamente triste observar a padres trayéndoles a sus hijos complejos que ellos mismos traen desde su juventud, que a su vez han heredado de sus padres y que han afectado sus vidas permanentemente. Es bueno entender que el problema viene cuando le hacemos creer a nuestros hijos que estos cambios producidos en ellos vienen a afear su apariencia o a traerles puntos de referencias en sus cuerpos que no armonizan con los que el mundo ha catalogado como los rasgos propios de la belleza.

3.         Es aquí cuando el problema se hace de cuidado, por el hecho de los complejos que se comienzan a producir en la mente de nuestros hijos adolescentes. El mayor peligro amenaza cuando estos cambios no son bien manejados o son manejados de manera negativa, de tal forma que pueda afectar el futuro de nuestros jóvenes, porque no se comprende que están en una época de transición y que solamente están dando los primeros pasos hacia la adultez para convertirse en un hombre o una mujer, convirtiendo así, algo que es transitorio en algo permanente que afecte de por vida a ese individuo. El mal viene cuando los valores morales de transición se quedan congelados en el corazón del muchacho.

B.      ENSEÑÉMOSLES QUE ESTO ES UN ASUNTO DE TRANSICIÓN

1.         Es triste ver que los parámetros que los hombres han determinado como los parámetros propios de la belleza dentro de los cuales desean estar y dentro de los cuales quisiesen colocar a sus hijos, son tan transitorios como cualquiera de aquellas cosas que el mundo valora como importante. (Recordemos el modelo de una mujer Miss Mundo en los años 50 y el modelo que hoy impera).

2.         Un ejemplo que podemos ver en la Palabra de Dios de la transición de los parámetros humanos es el que vemos en la persona del profeta Samuel cuando fue a la casa de Isaí en Belén a escoger Rey para Israel. Dios había escogido a Saúl como el primer Rey de Israel y dice 1 Samuel 9:2 que Saúl era joven, hermoso y que de hombros hacia arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo. Al parecer Samuel tomó esto como el prototipo de todos los que habían de ser reyes.

3.         La historia nos dice que cuando Samuel llegó a la casa de Isaí y vio a Eliab, tomó el parámetro de la apariencia física de Saúl para elegir el próximo Rey, pero Jehová le dijo: “No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón”. Lo que nos indica que lo más valioso para Dios son las características internas de un individuo y no las externas, 1 Pedro 3:3-4.

C.      ENSEÑÉMOSLES POR MEDIO DE LA BENDICIÓN

1.         Los grandes traumas que experimentamos en nuestra vida vienen motivados por lo que los padres le enseñemos a nuestros hijos y por lo que le hagamos creer mientras traspasan las diferentes etapas de su vida. Es bueno recordar que nuestros hijos estarán afectados en el futuro por lo que nosotros digamos que son en el presente.

2.         Es por esta causa, que necesariamente los padres tenemos que cuidarnos de los epítetos y de los apodos que generalmente ponemos a nuestros hijos basándonos en sus rasgos más predominantes, porque por ahí es que comienzan los futuros complejos que dominaran su vida por toda la vida y que harán de nuestros hijos lo que estamos declarando ahora. (Nariz de cenicero, gorda fofa, mente de plátano, bruto como una mula, más malo que el gas morao, etc.).

3.         Aprendamos a bendecir a nuestros hijos y a no resaltar cualidades negativas de su físico y mucho menos de su carácter, sino por el contrario animémosles a aceptar sus condiciones físicas y ayudémoslos con la ayuda del Espíritu de Dios a transformar aquellos rasgos de su carácter que verdaderamente deben ser modificados, ayudándolos con amor y mansedumbre, bendiciéndoles y no maldiciéndolos.

II. CONCENTRÉMONOS EN EQUILIBRAR SU AUTOESTIMA

A.      AYUDÉMOSLOS A VERSE TAL COMO SON
1.         Primeramente debemos definir lo que entendemos por autoestima. Autoestima es el sentimiento profundo del valor que tenemos acerca nuestra persona. Es como nos consideramos. Es el aprecio que nos damos en cuanto al conjunto de cualidades que poseemos.

2.         La verdadera autoestima o la autoestima equilibrada es muy importante para cada individuo, porque esta te lleva a hablar y a actuar conforme al correcto concepto que tengamos de nosotros mismos, así como nos llevará a actuar y a reaccionar como la persona que realmente somos.

3.         Si tus hijos se consideran y se valoran de acuerdo a su apariencia tomando en cuenta sus defectos físicos y no sus valores espirituales, dones, talentos o habilidades de los cuales Dios le ha suplido, siempre hallarán defectos en la obra que Él ha hecho en ellos y no podrán cumplir con los propósitos y planes divinos para sus vidas. Ayudemos a nuestros hijos a concentrar el balance de su autoestima en las habilidades dadas por Dios y no en sus limitaciones físicas.

B.      ENSEÑÉMOSLES SOBRE LOS PROBLEMAS QUE CAUSA UNA INCORRECTA AUTOESTIMA

1.         Primeramente podemos analizar los que sobre evalúan su autoestima, los cuales podemos clasificarles como “los que alardean”. Estos son aquellos que tienen una idea demasiado elevada de si mismos, lo cual los lleva a ser personas sin juicio, llevados a valorarse en la vanidad de su mente, por el orgullo desmedido, la prepotencia y por esto siempre están llamando la atención, 2 Corintios 10:12.

2.         En segundo lugar podemos hablar del otro extremo, a los que denominaremos “los quejosos”. Estos son aquellos que por el contrario, tienen una muy baja estima de si mismos y no se sienten capaces de pensar que Dios les ama, les ha hecho a su imagen y semejanza, siendo muchas veces incapaces de entender el amor, misericordia y el perdón de Dios, Por esto Dios tuvo que disciplinar a su pueblo, Números 11:1.

3.         El equilibrio radica en enseñar a nuestros hijos a considerarse como lo que verdaderamente son, criaturas imperfectas por causa del pecado, pero provistos por Dios de cualidades, dones y talentos que nos llevan a buscar su imagen y su semejanza en nosotros, de tal manera que podamos comprender que Dios en su amor, nos creó tanto con debilidades y habilidades para que con unas podamos humillarnos y depender de su poder, asimismo como comprender a los demás y poder ayudarles y por las habilidades servirle y glorificarle, 2 Corintios 12:7-10.

C.      ENSEÑÉMOSLES LAS ESTRATEGIAS PARA EQUILIBRAR SU AUTOESTIMA (Fil. 2:3)

1.         Llevémoslos a examinar los talentos y dones que Dios les ha dado y a ocuparse en ponerlos a la disposición de Dios y de su prójimo.

2.         Busquemos junto a ellos en la Palabra de Dios donde dice que para Dios no hay acepción de personas, sino que por el contrario, todos somos iguales a sus ojos.

3.         Hagamos con ellos una lista de todas las cualidades maravillosas que Dios ha puesto a su alrededor y den gracias a Dios por ellas.

4.         Hagamos con ellos una lista de sus limitaciones y busquemos la manera de llevarlos a aceptarlas en el poder de Dios, si es que en oración Dios no les ha dicho “bástele mi gracia”.

5.         Procuremos ayudar a suplir y a superar aquellas limitaciones que tengan y ayudémosles a detectar aquellas actitudes que les impidan dar gracias a Dios por lo que tienen.

6.         Enseñémosles que la adolescencia es para los adolescentes y no que pretendan pasar esta etapa de su vida sin disfrutarla.

7.         Estimulémoslos para que no pierdan de vista sus metas espirituales poniendo como tropiezo los obstáculos físicos y materiales.

Anécdota del pan diario:

A Lorraine Fusco le puede haber parecido que sus días útiles en la tierra habían quedado atrás. Desarrolló un cáncer en la base del cerebro que se extendió por toda su espina dorsal, lo que la paralizó completamente. La alimentaban y la ayudaban a respirar a través de unos tubos. El único movimiento voluntario que podía hacer era abrir y cerrar los ojos y la boca.

Ciertamente que Lorraine no podía hacer mucho, pero se negó a anidar resentimiento y amargura, y a lamentar su destino o a maldecir su condición.

Según su esposo, el pastor Bill Fusco, se convirtió en una guerrera de la oración y una luz brillante de esperanza. Durante una de sus estancias en el hospital influyó de tal manera a dos empleados, que éstos confiaron en Cristo como su Salvador.

Más tarde, mientras su esposo trabajaba como presidente de una universidad, Lorraine pasaba días enteros orando por cada uno de los estudiantes.

Cuando finalmente murió dejó un poderoso testimonio. Lorraine vivió con gozo para Dios a pesar de sus pruebas y limitaciones. Veía su sufrimiento como parte de la voluntad de Dios, y dedicó cada onza de su energía a servirle, 1 Pedro 4:19. No podía hacer nada más que orar y vivir con gozo, pero eso era suficiente.

Todos tenemos limitaciones. Si nos centramos en ellas descubriremos que servir a Dios es una tarea pesada. Pero si nos centramos en lo que podemos hacer y ser, causaremos un impacto para el Reino de Dios.

POR TANTO, LOGRARÁS MUCHO MÁS SI TE CENTRAS EN TUS HABILIDADES Y NO EN TUS LIMITACIONES.
           
III. EL USO ADECUADO DE UNA INSTRUCCIÓN Y DIRECCIÓN BÍBLICA

A.      DIRECCIÓN DE LA INSTRUCCIÓN

1.                  Los padres debemos recordar y practicar que nosotros somos los maestros de la vida de nuestros hijos, es entonces nuestra responsabilidad de enseñarles todas las lecciones necesarias para que nuestros hijos aprendan a vivir y principalmente cuando se trata de asuntos tan delicados como son los cambios experimentados en la adolescencia. Debemos enseñarles que la sabiduría de Dios se hace manifiesta mejor en la diversidad que en la igualdad. (Imagínese lo aburrido que sería el mundo si todos fuésemos iguales) (Los parámetros de los cirujanos plásticos).

2.         Enseñémosles que sus problemas se resuelven hablándole al entendimiento por la Palabra de Dios, de tal manera que nosotros podamos crear convicciones claras y precisas sobre este asunto, de tal forma que estas enseñanzas dominen nuestro entendimiento y el de nuestros hijos, y podamos contrarrestar cualquier complejo que pueda surgir causado por lo que el mundo quiere crear en nuestra conciencia como parámetro correcto de la buena o correcta apariencia.

3.         Hagámosles conciencia por la Palabra de Dios, de tal manera que pongamos en sus mentes que todo aquello que diariamente vemos u observamos está sujeto a cambios y que esto ocurre porque por la ley de la creación, Dios decretó que todas las cosas creadas estuviesen sujetas a cambios, alteraciones y deterioro. Esto es una ley de la creación que debemos dejar clara en la mente de nuestros hijos antes de que ellos experimenten estos cambios, como parte de la sabiduría que Dios nos provee para criarlos.

B.      DIRECCIÓN EN CUANTO A SUS VALORES

1.         El mundo no sabe apreciar lo que verdaderamente es hermoso y lo que verdaderamente tiene valor para Dios. Un ejemplo patético lo vemos en Marcos 5:1-20 donde nos cuenta la historia bíblica cuando Jesús liberó de los demonios a un hombre gadareno, quien estaba atormentado. La actitud de los gadarenos nos muestra que estos prefirieron a los cerdos antes que a Jesús (v. 17). Imagínense en el día del juicio como serán juzgados aquellos hombres que pusieron su vista y su interés en unos cerdos y no en Jesús.

2.         Nosotros los padres tenemos que hacerle entender a nuestros hijos, la manera en que debemos apreciar los valores eternos, más que los valores terrenales. Por esto es mejor ser pobre, feo pero creyente y no ser rico, bonito e impío. Enseñémosle a llevar el yugo de su físico de manera consciente y gozosa y no pretendamos esconder lo que no tiene valor para Dios y un día pasará, no pretendamos esconder el sol con un dedo.

3.         Hablemos con nuestros hijos y elogiémoslos haciéndoles conciencia de que lo más importante son los valores espirituales y sus actitudes frente a los deberes y frente a sus talentos, a sus estudios, a sus destrezas, según Dios les haya provisto de talentos y cualidades en su carácter, así como su temperamento, de tal manera que ellos entiendan que en este mundo no hay perfección y esto se debe al pecado que hay en el mundo. Si alguno de nuestros hijos tiene alguna imperfección física, hagámosle conciencia que lo importante es la imperfección de su alma y no su imperfección física.

C.      DIRECCIÓN EN CUANTO AL REMEDIO

1.         Nuestro mayor problema no está en la fealdad del cuerpo, sino en la perversidad del corazón, en el pecado, en la ira, en la envidia, en la sensualidad, en la murmuración y la mundanalidad y esto es lo que nos priva de la verdadera felicidad. Por ejemplo la timidez o aislamiento de algunos jóvenes viene por su orgullo y no por su condición de imperfección. El problema radica aquí en que ellos tienen temor de que los demás no los acepten y no les valoren con el alto concepto que tienen de si mismos. Esta es la causa de su timidez y su retraimiento del grupo. Entienda que ser feo no es causa de vergüenza, pero ser ladrón sí, Apocalipsis 21:8.

2.         Enseñémosles a distinguir entre lo que es problema y no es problema. Expliquémosles claro que no puede ser motivo de vergüenza para nadie, ni el color de su piel, ni la textura del pelo, ni la piel manchada, ni los pies grandes, ni ser pequeño, ni tener los labios anchos, ni finos. Enseñémosles que si estas cosas se convierten en motivos de vergüenza para ellos, entonces en ellos imperará una mente pecaminosa y no conforme a lo que Dios soberanamente ha creado. Tengamos cuidado de querer cubrir con ropa, lo que es un problema del alma. Somos en la mayoría de los casos, los padres los que transmitimos estos complejos a nuestros hijos, y esto ocurre porque cuando no son como queremos, no podemos presumir de ellos.

3.         Tratemos por todos los medios, de reforzar a nuestros hijos, de tal manera que entiendan que para Dios es más apreciable el hacer una gran amistad con alguien que posea cualquier defecto físico, que con alguien perfecto y lleno de orgullo, arrogancia y pedantería. Es decir que un desbalance en los valores morales o en los principios de la mente que impida clasificar las cosas en cuales son un problema y cuales no, producirán una conciencia herida delante de Dios, lo cual llenará al joven de mucha inseguridad en su corazón, impidiéndole amar a su creador correctamente y servir con fidelidad a su propia generación. Esto les causará daños significativos que también afectarán a los que estén a su lado.

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:
1.     Somos los padres quienes debemos reforzar las cualidades de nuestros hijos, resaltando lo espiritual y no lo físico.
2.     La creación no puede hacer feliz al hombre, Dios es el que nos dará la felicidad, al lado de Dios no temamos al fracaso por los elementos físicos.
3.     El pecado es aquello que nos trae los males, cualquier bien que tengamos es pura gracia.
4.     La ignorancia es madre de la destrucción, en cambio la mente de fe piensa conforme a Dios, Eclesiastés 9:3. Se mueren los creyentes y se mueren los impíos, son feos los creyentes, son feos los impíos, una cosa ocurre en unos e igual ocurre en otros. Un mismo suceso acontece a todos.
5.     La felicidad y la perfección no crecen debajo de este cielo, ni a través de métodos humanos, no las busquemos así, porque no las vamos a encontrar. Recordemos que debajo del sol todo es vanidad.
6.     Las cosas terrenales no dan satisfacción, solo Dios puede satisfacer el alma de los hombres. Muchos hermosos jóvenes han perdido su vida por estar insatisfechos. (Marilyn Monroe, Rod Hudson, etc.)
7.     Las cosas hay que tomarlas como son y no como tú quieras, acéptate como somos y aceptemos a los demás como son y seremos muy bendecidos al crear relaciones duraderas y fieles con nuestro prójimo basados en lo interno del corazón y no en lo externo de su apariencia. (Tus amigos, tu esposa, etc.) Eclesiastés 1:12-15.

QUE DIOS NOS BENDIGA Y NOS AYUDE A ESTAR CONTENTOS, CON LO QUE ÉL NOS HA DADO.


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