“Jehová quiso quebrantarlo,
sujetándole a padecimiento”.
Isaías 53:10
Es una realidad que nuestro
Señor Jesucristo es y será nuestro ejemplo perfecto. La misma Palabra nos lleva
a entender esto cuando el autor de la epístola a los Hebreos nos dice en
Hebreos 12:1-3 lo siguiente:
“12:1 Por tanto, nosotros también, teniendo en
derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del
pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por
delante,
12:2 puestos los ojos en Jesús, el autor y
consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz,
menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
12:3 Considerad a aquel que sufrió tal
contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse
hasta desmayar”.
La realidad expuesta en las
Sagradas Escrituras acerca del deseo de nuestro Señor y Salvador Jesucristo de obedecer
a su Padre Celestial es innegable. Todo el tiempo Jesús testificó acerca de su
innegable propósito al expresar en estos textos lo siguiente:
·
Cuando enseñó a orar dijo: “Hágase
tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. (Mt. 6:10b)
·
Durante su ministerio declaró:
“No
puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo,
porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre”.
(Jn. 5:30)
·
En Getsemaní dijo: “Otra
vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí
esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad”. (Mt. 26:42)
·
Al hablar de la voluntad de
Dios dejó claro: “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la
voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió:
Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día
postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al
Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.
(Jn. 6:38-40)
Veamos esta verdad bajo el
siguiente bosquejo de estudio.
I.
LA PREDICCIÓN DE SU
OBEDICIENCIA ANTE SUS SUFRIMIENTOS
II. LA SUSTITUCIÓN DE LOS PECADORES POR CRISTO
III. LA SUMISIÓN Y OBEDIENCIA A LA VOLUNTAD DEL
PADRE
I. LA PREDICCIÓN DE SU OBEDIENCIA ANTE SUS SUFRIMIENTOS
(Is. 53:4-6 y Salmo 22:1-18)
A.
LA
PREDICCIÓN DEL PROFETA ISAÍAS
1.
Isaías 53:4-6 nos declaran una
seria anticipación de los sufrimientos de Cristo en obediencia a su Padre
Celestial al decir: “53:4 Ciertamente llevó él nuestras
enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por
herido de Dios y abatido.
53:5 Mas él herido fue por
nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue
sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
53:6 Todos nosotros nos descarriamos
como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el
pecado de todos nosotros”.
2.
Dios quiso que a través de los
profetas todos estuviésemos al tanto y edificados del propósito del sacrificio y
obediencia de su Hijo en sustitución por los pecadores. El profeta Isaías es
uno de los profetas claves en cuanto a esta revelación ya que en su capítulo 53
nos revela extensamente el pensamiento de Dios.
3.
Isaías declara en esta porción
algunos aspectos que debemos considerar con mucho cuidado:
·
(v. 4) “Llevó él nuestras enfermedades”.
·
(v. 4) “Sufrió nuestros dolores”.
·
(v. 4) “Le tuvimos por azotado, por
herido de Dios y abatido”.
·
(v. 5) “Herido fue por nuestras
rebeliones”.
·
(v. 5) “Molido por nuestros pecados”.
·
(v. 5) “El castigo de nuestra paz fue
sobre él”.
·
(v. 5) “Por su llaga fuimos nosotros
curados”.
·
(v. 6) “Jehová cargó en él el pecado de
todos nosotros”.
B.
LA
PREDICCIÓN DEL SALMISTA DAVID
1.
Con estas palabras el Rey
David inicia el Salmo 22 ratificando igualmente el sacrificio y la obediencia
del Mesías: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan
lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?” Un salmo que
nos habla del sufrimiento del Hijo de Dios y de la manera en que él en su
pasión da “Un grito de angustia y un
canto de alabanza”.
2.
En este salmo el Rey David
dice algunas verdades escalofriantes acerca de lo que sufrió nuestro Señor y
Salvador Jesucristo, ahí se muestra su angustia al sentir la separación del
Padre por causa de nuestros pecados.
3.
Si leemos algunos versículos
de este salmo vemos verdades innegables que calan en nuestro corazón y
sensibilizan nuestra alma, al ver todo lo que demandaba la obediencia del
Mesías a su Padre Celestial.
·
(v. 1) “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me
has desamparado?”
·
(v. 1) “¿Por qué estás tan lejos de mi
salvación, y de las palabras de mi clamor?”
·
(v. 1) “Dios mío, clamo de día, y no
respondes; y de noche, y no hay para mí reposo”.
·
(v. 6) “Mas yo soy gusano, y no hombre;
oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo”.
·
(vv. 7-8) “Todos los que me ven me
escarnecen; estiran la boca, menean la cabeza, diciendo: Se encomendó a Jehová;
líbrele él; sálvele, puesto que en él se complacía”.
·
(v. 11) “No te alejes de mí, porque la
angustia está cerca; porque no hay quien ayude.
·
(v. 12) “Me han rodeado muchos toros; Fuertes
toros de Basán me han cercado”.
·
(v. 13) “Abrieron sobre mí su boca como
león rapaz y rugiente.
·
(v. 14) “He sido derramado como aguas, y
todos mis huesos se descoyuntaron; mi corazón fue como cera, derritiéndose en
medio de mis entrañas”.
·
(v. 15) “Como un tiesto se secó mi vigor,
y mi lengua se pegó a mi paladar, y me has puesto en el polvo de la muerte”.
·
(v. 16) “Porque perros me han rodeado; me
ha cercado cuadrilla de malignos; horadaron mis manos y mis pies”.
·
(v. 17) “Contar puedo todos mis huesos;
entre tanto, ellos me miran y me observan.
·
(v. 18) “Repartieron entre sí mis
vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes”.
II. LA SUSTITUCIÓN DE LOS PECADORES POR CRISTO
(Is. 53:10)
A.
FUE
UN ACTO DE LA JUSTICIA DIVINA ORDENADO POR DIOS
1.
La obediencia de Jesús fue
algo magistral, digna de imitar por aquellos que hemos creído en Él. Es claro
que si leemos Isaías 53:10 encontramos que ante la orden del Dios el Padre el
Hijo obedece para ejecutar la justicia divina: “53:10 Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole
a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá
linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano
prosperada”.
2.
Es por esto que la labor primordial
del Espíritu Santo en el hombre pecador es convencerlo de pecado, justicia y
juicio como dice el Señor en Juan 16:4-11 - “16:4 Mas os he dicho estas cosas, para que cuando
llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho.
Esto no os lo dije al
principio, porque yo estaba con vosotros.
16:5 Pero ahora voy al que me
envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas?
16:6 Antes, porque os he dicho
estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón.
16:7 Pero yo os digo la verdad: Os
conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a
vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.
16:8 Y cuando él venga, convencerá
al mundo de pecado, de justicia y de juicio.
16:9 De pecado, por cuanto no
creen en mí; 16:10 de justicia, por cuanto voy
al Padre, y no me veréis más; 16:11 y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo
ha sido ya juzgado”.
3.
Estamos llamados, no solamente
a aceptar nuestro pecado ante Dios, sino a entender y convencernos que no sólo
somos pecadores, sino que somos merecedores del infierno eterno por causa de la
Ira de Dios.
B.
FUE
UN ACTO DE LA JUSTICIA DIVINA PERMITIDO POR CRISTO
1.
Nuestro Señor Jesucristo nos
da ejemplo de obediencia y humildad. Por esto se le ha llamado el mártir del
Gólgota, porque permitió toda clase de vejámenes cuando tenía el poder para
impedirlo.
2.
Al ser apresado en Getsemaní,
el apóstol Pedro quiso impedir que lo prendieran y cortó la oreja al centurión
llamado Marco, pero Jesús allí mismo le dijo en Mateo 26:52-54: “26:52 Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a
su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán.
26:53 ¿Acaso piensas que no puedo
ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?
26:54 ¿Pero cómo entonces se
cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?”
3.
Ante Pilatos también declaró: “18:36 Respondió Jesús: Mi reino no es de este
mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no
fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí” Juan 18:36.
III. LA SUMISIÓN Y OBEDIENCIA A LA VOLUNTAD DEL PADRE
(Is. 53:11-12 y Jn. 4:34)
A.
LA
SUMISIÓN Y OBEDIENCIA DE JESUCRISTO FUE ACTO VOLUNTARIO
1.
Jesús fue obediente y manso al
aceptar los designios del Padre. Las Escrituras nos dan un ejemplo perfecto del
significado de la obediencia y del deseo del Hijo de complacer y obedecer al
Padre para rescatar a nosotros pecadores.
2.
Si nuestro Señor Jesucristo
hubiese querido se hubiera interpuesto frente a los deseos justos del Padre,
pero por el contrario, las Escrituras declaran que lo que más le agradó al Hijo
fue hacer la voluntad de su Padre. Es más, en un momento dijo a sus discípulos:
“4:34 Mi comida es que haga la voluntad del que me
envió, y que acabe su obra” (Jn. 4:34).
3.
Es maravilloso y precioso ver
la manera en que Dios planificó en su justicia la sustitución de cada uno de nosotros pecadores por
la persona de Jesucristo en el pago de nuestros pecados, lo que debe llevarnos
a adorar y a servir de todo corazón a Dios cada día de nuestra vida.
B.
LA
SUMISIÓN Y OBEDIENCIA DE JESUCRISTO FUE PRECIOSA ANTE LOS OJOS DE DIOS
1.
La sumisión y obediencia de
nuestro Señor Jesucristo fue preciosa ante los ojos de Dios y contrasta día a
día con la rebeldía del hombre pecador. Es por esto que debemos entender que el
deseo de Dios cuando un pecador se arrepiente es ser imitador de Cristo, se
semejante a Él porque para esto fuimos predestinados como nos dice el apóstol
Pablo en Romanos 8:29 al expresar: “8:29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó
para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el
primogénito entre muchos hermanos”.
2.
Mateo 27:46 recoge las
palabras de Jesús en la cruz del Calvario al momento de cargar con nuestro
pecado, y nos lo narra así: “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado?” pero al mismo tiempo, Jesucristo
está dando cumplimiento a lo dicho por el Rey David en Salmo 22:1 donde el
Mesías de manera obediente acepta la separación de la unión hipostática que se
conjugó en el Dios encarnado.
3.
Por
causa de su obediencia Jesucristo viene a ser un sacrificio de olor grato ante
la presencia de su Padre Celestial, Efesios 5:2 nos asegura esto cuando el
apóstol Pablo dice: “Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio
a Dios en olor fragante”.
C.
LA
OBEDIENCIA DE JESUCRISTO CONVIRTIÓ ESTE ACTO DE JUSTICIA EN UN ACTO DESGARRADOR
PARA DIOS
1.
Castigar a los culpables por
su desobediencia es algo que duele pero no desgarra el corazón del que aplica
la disciplina. Ya Dios había hablado a Saúl ante su desobediencia a través del
profeta Samuel en 1 Samuel 15:22 y le declaró lo que Él pensaba de la
obediencia. “Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y
víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el
obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de
los carneros”.
2.
Por el contrario, la
obediencia de Jesucristo ante el castigo que Dios le aplica por causa del
pecado del hombre desgarra el corazón de Dios. La Palabra dice que Jesucristo
fue obediente en todo momento hasta llegar a la Cruz del Calvario. Filipenses
2:8 lo describe así cuando el apóstol Pablo afirma: “…y estando en la condición de
hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte
de cruz”.
3.
En Hebreos 5:8-9 también se
nos hace referencia de la obediencia de Jesucristo como algo aprendido por él y
en lo cual fue perfeccionado. Lo cual llevó a la práctica para ser autor de
eterna salvación para todos los que le obedecen: “5:8 Y aunque era Hijo, por lo que padeció
aprendió la obediencia; 5:9 y habiendo sido
perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le
obedecen;”.
4.
Recordamos por último las
palabras del apóstol Pablo en Romanos 5:19 cuando haciendo una comparación
entre Adán y Cristo dijo: “5:19 Porque así como por la desobediencia de un
hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia
de uno, los muchos serán constituidos justos”.
D.
LA
SUMISIÓN Y OBEDIENCIA DE JESUCRISTO FUE SU GRAN VICTORIA
1.
Para concluir este mensaje
vemos que Isaías 53:11 y 12 nos dice: “53:11 Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará
satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará
las iniquidades de ellos.
53:12 Por tanto, yo le daré parte con los grandes,
y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la
muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de
muchos, y orado por los transgresores”.
2.
Es una realidad que Dios bendice a los que le
obedecen, y aún cuando en su humanidad Cristo pidió que al Padre (Mt. 26:42) “Padre
mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad”.
Es una realidad que Cristo en su divinidad veía lo que lograría por
medio de su sujeción y obediencia al Padre.
3.
Es por tanto por medio de su obediencia que su obra
vino a ser su gran y poderosa victoria. Por medio de su gran y glorioso ejemplo
podemos ser inspirados para hacer siempre la voluntad de Dios, porque haciendo
la voluntad de Dios seremos siempre bendecidos.
CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:
Es una realidad para todo aquel que ha creído
en Cristo sabe que lo único que desea Dios de nosotros es una obediencia
incondicional. Dios se hizo hombre en la persona de Jesús para que nosotros no
sólo tengamos un ejemplo a seguir sino para que sigamos sus pisadas.
Debemos recordar las palabras del apóstol
Pedro en 1 Pedro 2:21-25 cuando nos alienta diciendo: “2:21 Pues para esto fuisteis
llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para
que sigáis sus pisadas; 2:22 el cual no hizo pecado, ni se
halló engaño en su boca; 2:23 quien cuando le maldecían, no
respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la
causa al que juzga justamente; 2:24 quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo
sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la
justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.
2:25 Porque vosotros erais como
ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras
almas”.
Apliquemos
estas enseñanzas a nuestras vidas, aprendamos como lo hizo Cristo a vivir en
santidad y a agradar y complacer a nuestro Padre Celestial a través de la
obediencia.
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